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Notas de Opinión Lunes 19 de Diciembre de 2016

Ganancias destapó todas las internas

El Gobierno envió al Congreso un proyecto sin consenso y dejó espacio para que la oposición pueda ocupar el centro del ring político en el Congreso.

Gabriel Profiti

Por Gabriel Profiti

El Gobierno se alquiló solito un dolor de cabeza con

la reforma del impuesto a las Ganancias, pero en simultáneo la

discusión destapó internas en prácticamente todos los campamentos

políticos y sectores involucrados en la pulseada.

Con la mochila de haber prometido su eliminación en la campaña

y luego de que Sergio Massa lo madrugara en el final del año

parlamentario, a Mauricio Macri le cuesta permear con el mensaje

de responsabilidad fiscal en este debate.


El Gobierno demoró más de la cuenta la discusión de un tema con

el que se había comprometido y, luego, apurado por las

circunstancias, mandó un proyecto al Congreso para tratar en

sesiones extraordinarias con el que no convenció a nadie. Terminó imponiéndose en la Cámara baja una iniciativa

desordenada y ambiciosa emparchada por Massa, Axel Kicillof, Diego

Bossio y el progresismo.


Si bien esa foto panperonista no trajo réditos políticos al

líder del Frente Renovador -más bien lo contrario-, Macri estuvo a

pocas horas de sufrir una derrota parlamentaria en el Senado.

Cerca del cadalso, surtió efecto la presión que ejerció sobre

los gobernadores del PJ. Varios caciques provinciales hasta ese

momento habían evitado pronunciarse sobre una cuestión antipática

y esperaban que Macri asumiera el costo político con un veto.


El oficialismo filtró que si el proyecto avanzaba no sería

vetado y varios mandatarios provinciales salieron a pronunciarse en contra por la consecuente pérdida de recaudación para sus

comarcas que implicaría la puesta en marcha.

Juan Manuel Urtubey vio la oportunidad de rivalizar con Massa,

a quien ve como futuro contendiente en la jefatura política

peronista y le tiró con todo, en alianza con Macri.


El cambio de escenario motivó al presidente del bloque de

senadores del FPV-PJ, Miguel Pichetto, a frenar la firma de un

inminente dictamen de comisión para negociar con el Gobierno la

apertura de un diálogo multisectorial.

La tregua abrió dos grietas: una entre gobernadores

dialoguistas y duros del PJ -Gildo Insfrán, Carlos Verna, Juan

Manzur y Alicia Kirchner- y otra entre los senadores del FPV-PJ.

En la Cámara alta se recorta una docena de halcones

representados por Marcelo Fuentes y los ultrakirchneristas,

quienes no quieren concesiones para Macri. Fuentes, presidente de

la Comisión de Asuntos Constitucionales, ya había frenado la

reforma electoral propuesta por el Presidente.


Cruzado por esa acidez interna que cada tanto genera un

reflujo, Pichetto emplazó al Gobierno a sellar un acuerdo en una

semana y Macri habilitó un diálogo a varias bandas, pero con

especial interés en contentar a los gremios que integran la CGT.

Un dato sugerente: el presidente dejó afuera del operativo

seducción al cerebro del proyecto original de reforma de

Ganancias, el ministro Alfonso Prat Gay.


Lo primero que hizo fue convocar a Hugo Moyano, porque confía

en que el ex cacique sindical ordene las pujas que cruzan a sus

sucesores. También, dispuso como negociadores a interlocutores

habituales del sindicalismo: el ministro del Interior, Jorge

Triaca y el coordinador del gabinete, Mario Quintana.

Las divisiones del movimiento obrero -que ya habían amontonado

un triunvirato de conducción- quedaron demostradas en la

reunión que inauguró formalmente las negociaciones, cuando Triaca

y Quintana se toparon con dos de los triunviros cegetistas, Héctor

Daer y Carlos Acuña.


El tercero, Juan Carlos Schmid, a la misma hora se encontraba

anunciando una jornada de protesta de los gremios del transporte

aglutinados en la CATT, precisamente para presionar para que el

Gobierno ceda a los reclamos de los trabajadores.

Las tratativas no son sencillas.

El proyecto de cuño massista

dejó la vara muy alta. "La reunión fue buena pero a veces se

pelean por ver cuál de todos es más duro", confió una fuente

oficial con respecto a la postura de los sindicalistas.

Macri ordenó negociar con dos premisas: no alterar la meta de

déficit fiscal de 4,2% del PBI presupuestada para 2017 y evitar

mensajes de desaliento a las inversiones como sería una reposición

de las retenciones a la minería.

En el medio, todo está en danza. El aumento del mínimo no

imponible, la exención del aguinaldo o las horas extras del

gravamen y el aumento de los impuestos al juego, o la posibilidad

de gravar el champán y otras bebidas alcohólicas para compensar.


VIDAL TAMBIEN SUDA  

Mientras Macri busca superar el trance por Ganancias, la

gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, trata de que

finalmente la Legislatura le apruebe el presupuesto y el

endeudamiento requerido para 2017.

Pero así como el peronismo sigue fragmentado en el parlamento

nacional, busca unificarse en la Legislatura bonaerense a partir

de una gestión personal del reaparecido Florencio Randazzo.


El peronismo provincial tiene tres expresiones en la

Legislatura y otras tantas en el territorio, pero el exministro

del Interior quiere aglutinar a todos para obligar a Vidal a que

ceda espacios de poder -prometidos al massismo- al PJ, como la

Vicepresidencia de la Cámara de Diputados.

En esa discusión están. El peronismo difícilmente logre

ordenarse fuera del poder.

Cerca de Randazzo aseguran que Máximo

Kirchner habilitó la gestión con las principales figuras de La

Cámpora y sostienen que si "el Flaco" se impone, quedará parado

como candidato y referente para las elecciones.

A Macri le conviene que el PJ se mantenga dividido y que siga

vigente políticamente Cristina Kirchner, con quien puede

rivalizar. Hasta ahora el macrismo venía surfeando sobre consignas

vagas como la de "unir a los argentinos".

Por el contrario, la fuerte controversia con el presidente de

Venezuela, Nicolás Maduro, también le permite antagonizar con una

figura poco popular en la Argentina y allanar una tarea pendiente:

la construcción de una identidad política propia.

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