Por Gabriel Profiti
Un Papa más cálido, abierto y sonriente. Esas condiciones que
habían brillado por su ausencia en la reunión de febrero pasado le
permitieron mostrar a Mauricio Macri un vínculo cordial con un
orfebre de la gestualidad como Francisco.
Aquel Bergoglio frío y distante se había convertido en un
incordio para el Presidente en el primer tramo de Gobierno, sobre
todo en momentos en que su política económica no mostraba -y sigue
sin hacerlo- los resultados prometidos.
Después del cara a cara, Macri buscó exhibir que el jefe de la
Iglesia Católica no está en su contra. Transmitió, con palabras
medidas, que junto al Papa comparten preocupaciones sobre
problemas de la Argentina como la pobreza y el narcotráfico. "Le
pedí sus opiniones, me dijo fuerza y para adelante", resumió.
Francisco sigue siendo un Papa enfrentado con las políticas
neoliberales y su cercanía con las ideas y figuras del peronismo
se mantiene inalterable, pero también quiere despejar esa imagen
de intromisión en la política de su país que había proyectado.
En esa línea de pensamiento se inscribe su decisión de no
visitar a la Argentina en el 2017 electoral, pese a que sus
colaboradores lo habían confirmado previamente. Todavía no volvió
desde que fue ungido Papa y su regreso podría quedar opacado con
candidatos tironeando de la sotana.
SATISFACCION MACRISTA
Integrantes de la delegación presidencial no ocultaron ante
este columnista su satisfacción tras el encuentro de una hora en
el estudio del Aula Paulo VI del Vaticano. "Larga charla", se
preocupó por destacar Macri en contraposición con los 22 minutos
de la primera reunión. Las fotos de la familia con la pequeña
Antonia delante del Pontífice ayudaron a exhibir afecto.
Los visitantes dijeron que esa es la relación que unió siempre
a Macri y Bergoglio pero en verdad había ansiedad en la antesala
al nuevo encuentro.
Al cabo recibieron con alivio la confirmación
visual de que no hay tensiones o que ya no están en superficie.
Ese extremo cuidado por los gestos y las interpretaciones hizo
que se tomaran mayores recaudos con la prensa que en anteriores
visitas presidenciales al Papa. No hubo acceso para fotógrafos y
el propio Macri se trasladó para dar una conferencia, seguramente
para revisar los términos de sus declaraciones.
Desde hace varios meses, cuando quedó confirmado que Macri
tendría su revancha con el Papa gracias a la canonización del cura
Brochero, primer santo ciento por ciento argentino, los
preparativos oficiales fueron realizados con pulso de cirujano.
El diario vaticano L'Osservatore romano fue el encargado de
tomar y distribuir las fotos. Pero solo publicó una de la familia
y el anfitrión sonrientes. Luego Presidencia distribuyó un video y
otra imagen con el mismo mensaje visual.
En el Vaticano precisaron que se trató de un encuentro de
carácter "privado" y no oficial. En este último caso, que requiere
una reunión también con el Secretario de Estado, la Santa Sede
distribuye un comunicado y fotos.
De todos modos, pareció una decisión papal para recortar
reacciones ampulosas. Sigue habiendo diferencias con aquellas
fotos de complicidad con Cristina Kirchner.
Los responsables argentinos de la publicación dijeron
inicialmente que iban a difundir una galería y que la demora
inicial se debió a que los fotógrafos oficiales fueron a cubrir
otro encuentro del Papa con jubilados. Pero después comunicaron
que esa sería la única imagen vaticana de la reunión.
Está claro que el nuevo punto de partida sirve más a Macri que
a Bergoglio, pero el Presidente también tuvo gestos hacia el
pontífice al reconocerlo como "un líder moral".
Se sabe que Macri desde hace ya varios años recurrió a una
espiritualidad alternativa para afrontar la rudeza del poder.
Yoga, reiki, meditación, budismo, armonizadora y Ravi Shankar son
algunas de las palabras que conforman su glosario espiritual.
"Quería saber sus opiniones. Siempre ha sido un guía moral
para mí. Eso la hizo más larga. Fue muy útil", concedió ahora el
Presidente en la conferencia de prensa brindada en la Embajada de
la Argentina ante la Santa Sede.
EXPECTATIVAS
Y REALIDADES
Antes de partir hacia el Vaticano, el Gobierno desbarató el
paro de la CGT con el anuncio de bonos para jubilados y
desocupados y una exención limitada del impuesto a las ganancias.
También convocó a una mesa de diálogo tripartita para discutir, en
primera instancia, una recomposición para trabajadores del sector
privado, pero con una agenda de reformas detrás.
Cerca de Macri dicen que la Iglesia fue clave para que el
movimiento obrero desactivara el paro y tomara parte de la mesa
del "Encuentro para la producción y el trabajo", cuyo primer capítulo se escribirá mañana.
Macri también había pasado por el Coloquio de Idea en Mar del
Plata. Allí volvió a recibir un espaldarazo discursivo del
establishment, pero reclamó mayor compromiso a sus interlocutores para apuntalar su plan económico.
Pese a que la inflación volvió a mostrar un número acorde con
las expectativas del Gobierno (1,1% en septiembre, pero sin la
aplicación plena de los reajustes tarifarios) la marcha de la
economía sigue en deuda a la espera de tiempos mejores.
Casi 120 mil empleos del sector privado registrado se perdieron
en el primer semestre del año, más de 6 mil compañías cerraron sus
puertas y los salarios tuvieron una caída en el poder adquisitivo
de casi 10 puntos porcentuales, según datos oficiales del Indec
basados en las cifras del Sistema Integrado Previsional Argentino
(SIPA).
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