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Notas de Opinión Lunes 21 de Noviembre de 2011

Hecha la ley, hecha la trampa

180 DIAS DE CLASE

Julio Armando

Por Julio Armando

¿Sabían que este año se les colocará “presente” a alumnos que no asistan a la escuela? Así es, por disposición del Ministerio de Educación de Santa Fe aquellos alumnos que no se “lleven materias” y queden desafectados de asistir a clases a partir del 7 de diciembre, figurarán como asistentes hasta el 21 de ese mes. Una especie de asistencia virtual, posibilidad novedosa sin lugar a dudas. ¿Con qué objetivo? Con el simple propósito de sumar días de clases e intentar llegar, aunque sea en los papeles, a los famosos 180.

La orden desde el Ministerio es seguir tomando asistencia, aun cuando finalice el ciclo lectivo real y sólo quede el período de recuperatorio; de esta manera sumar días hábiles. Ahora bien, como a los alumnos que aprobaron materias no se les puede poner ausente (dado que no asisten por haber sido promovidos) se los incluirá dentro de los presentes. Haciendo pasar los días de recuperatorio como días normales de clases; aun cuando los estudiantes que concurren son pocos, cuando los contenidos que se enseñan son los que ya se vieron en el año o cuando quienes ya aprobaron se encuentran disfrutando de sus vacaciones (una especie de alumnos fantasmas que sólo figurarán en los papeles). Una mentira a costa de favorecer sólo las estadísticas. Una burla al profesionalismo docente, al que se lo obliga a mentir en beneficio del discurso de los funcionarios. ¿La primera vez que pasa? Por supuesto que no, esto ya pasó otros años. Pero para que vean que los 180 días de clases no es sólo una obsesión del socialismo, hay que recordar lo que se hacía en la gestión anterior. Durante los últimos años justicialistas, en el mes de diciembre se hacía asistir a todos los alumnos al mismo tiempo: los repitentes, los que se encontraban en etapa de recuperatorio y los que ya habían promocionado. El aula se trasformaba en un crisol de situaciones que el docente debía atender: actividades nuevas para los alumnos que no reprobaban y acompañamiento para aquellos que debían materias. Todo para llegar a sumar días de clases, aunque estos no fueran de calidad real.

Ni una cosa, ni la otra. Ni aquellos que amontonaban alumnos, ni estos que los hacen figurar aunque no estén. Quizás ha llegado la hora de blanquear los números en educación y empezar a aceptar la realidad a partir de la verdad y desde allí intentar algunos cambios. Porque cuando se pretende engañar a otros lo primero que se está haciendo es engañarse a uno mismo. Tal vez llegó el tiempo de no correr frenéticamente hacia la cantidad descuidando la calidad y empezar a trabajar más para la realidad que para las estadísticas. Si las clases terminan el 7 de diciembre, no habría razón por la cual mentir en los registros de asistencia colocando como último día el 21. No se puede borrar con el codo lo que se escribe con la mano. No se pueden enseñar valores como la verdad o la honestidad en la escuela y por otro lado pedirles a los docentes maniobras que van en contra de dichos valores. Deberían saber las autoridades ministeriales que “el fin no justifica los medios”, aun cuando se trate de cuestiones que al parecer no sean tan trascendentes.

¿Pueden los docentes prestarse a colaborar con esta mentira? ¿Prestarán su profesionalismo para satisfacer demandas netamente políticas de sus superiores? ¿Irán en contra de sus propias enseñanzas? ¿Puede el Ministerio obligarlos a esto? La ley de los 180 días de clases “está hecha”, la trampa también. Ambas por el propio Estado. ¿Qué queda para los alumnos?


 (*) juliocesararmando@hotmail.es

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