Por Roberto F. Bertossi
Roberto F. Bertossi
Si el 12 de octubre de 1492 fue el fin del mundo conocido para los pueblos indígenas argentinos, hoy ya en el año 2011, vamos tomando mayor conocimiento y sensibilidad cuando asistimos a la mayor crueldad para con los indígenas argentinos sobrevivientes.
El artículo 75 incisos 17, 22 y concordantes de nuestra Constitución Nacional, proclama como atribuciones y responsabilidades del Congreso de la Nación “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades y la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que tradicional y secularmente ocupan mansa y pacientemente; regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; que ninguna de ellas será enajenable, transmisible y susceptible de gravámenes o embargos (?). Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales (?) y a los demás intereses que los afectan. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones”.
Por estos días los indígenas "residuales(?)" de Formosa, Salta, Misiones, Jujuy, Chaco; los tobas, los wichi, los mocovíes y los mapuches por aludir a algunos, continúan sojuzgados por `administraciones provinciales con la complicidad primaria de la administración nacional´ las cuales siendo `complacientes´ con la ampliación irracional de fronteras agrícolas (soja) o narcotráfico, vienen privando a nuestros indígenas de sus hijos, de su aire y de su agua pura, "de sus latidos", de sus bosques y de sus faunas, de nutrición, de salud, de educación, de trabajo, de vivienda, de cultura, de ilusiones, de progreso y de todo.
Así entonces, tratar de involucrarse en la defensa de toda la dignidad de todos los pueblos indígenas argentinos era, es y será defenderse a sí mismo; es recuperar y mantener un bienestar del que se ha despojado impunemente a millones de conciudadanos aborígenes (los que fueron, los que podrían ser y los que son todavía), los vilipendiados pueblos originarios (Vg., se los usó para impulsar la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley Nº 26.522) o, la “ley de medios”) de los cuales, “muchos de sus poquísimos sobrevivientes” por estos días sufren en sus brazos sin consuelo ni razón, la muerte ignominiosa de sus propios niños por desnutrición.
Es "demasiado pueblo argentino" sometido, despojado y olvidado; indígenas argentinos fusilados con balas de hambre y de desprecio que vienen siendo privados hasta del derecho humano a la nutrición en `el país del pan(?)´.
Sin duda, ya es hora de parar este escándalo y, sin titubeos, todos los argentinos y aborígenes sobrevivientes debemos movilizarnos pacíficamente haciendo vida y reclamo "la carta del indio salvaje(?)" dirigida por el Jefe indio Seattle, Gran Jefe de los Duwamish , al 14º presidente de los EE.UU, Franklin Pierce reclamando por lo suyo, por su dignidad; debemos plantarnos ante el Gobierno nacional, ante los gobiernos provinciales, municipales y comunidades rurales, de modo sostenido y duradero para defender, rescatar y reparar a todo argentino aborigen y sus familias de todo desalmado, de su condena anticipada, de sus daños temidos, de toda su enorme orfandad; orfandad y condenas absolutamente injustas para todos los pueblos indígenas argentinos, para todos y cada uno de sus desaparecidos de la faz de la tierra, orfandad y desaparecidos cuyo clamor por cada instante que vivimos, ahora empieza a concitar mayor sonoridad, repercusión y solidaridad social, silenciosas pero imparables.
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