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Notas de Opinión Lunes 2 de Febrero de 2015

Inteligencia, vital si es inteligente

EL DEBATE QUE SE VIENE

Alberto Asseff

Por Alberto Asseff

Ningún poder estatal puede prescindir de la inteligencia de Estado. Aprehender o analizar información es una función tan primordial como esencial. Por algo dicen que el espionaje es la segunda profesión más antigua de este mundo.

¿Qué información hay que reunir y examinar? Toda la que pueda significar una amenaza a la seguridad y la paz del país, a sus negocios y emprendimientos, a la trata de personas, al narcotráfico, al contrabando de armas, a todo lo que se denomina genéricamente crimen organizado transnacional.

Para decirlo en términos comerciales, la Inteligencia del Estado debe velar por los mercados de exportación de las empresas del país. Debe practicar contrainteligencia acerca de las acechanzas que sufren o pueden experimentar nuestra investigación científica. Una patente que nos birlan es un factor que alimenta nuestra pobreza, pues tendremos que pagar regalías por nuestro propio conocimiento. Nos primerearon en patentarlo, pues nos facturan. La Inteligencia debe prevenir y neutralizar esas avivadas.

Y, sin dudas, hay otras amenazas como las que se ciernen sobre nuestros cuantiosos recursos, desde el agua hasta el litio. Y no olvido la que sufren nuestros cerebros que preparamos y se los llevan gratis, porque nuestra inteligencia es negligente a la hora de alertar sobre la prédica que nos hace descreídos de lo nuestro y nos convoca a otros horizontes. Por algo quienes estudian los conflictos futuros puntualizan que la gran batalla se libra y librará en la mente de los 7 mil millones de habitantes del planeta.

Un servicio de Inteligencia inteligente proporciona información anticipada sobre hechos y contextos que le permiten a los gobernantes adoptar decisiones estratégicas. No espía al enemigo y/o adversario político, sino que previene crímenes organizados -incluye a las actividades terroristas- y amenazas al conjunto del país. Existe otra área propia de la buena Inteligencia: la ciberguerra.

¿Qué pasa desde añares con nuestro Servicio de Inteligencia? Que está dedicado al espionaje político intestino, a operaciones sucias, a imprimir afiches sin pie de imprenta -nadie los suscribe, pero ahí están, visibles-, a difundir carpetas -se las llama ‘carpetazos’- , a no divulgarlas -se las denomina extorsión-, a encubrir delincuentes -el caso AMIA es patente-, a asesinar -Lourdes Di Natale, comisario Gutiérrez, director de Aduana Echegoyen, cómplice de la coima de caso IBM- Banco Nación- que apareció ahorcado en la Lugones, cerca de River Plate, militares que conocían del contrabando infame de armas a Ecuador -el helicóptero cayó sospechosamente en el Campo de polo de Palermo-, explosión homicida de la Fábrica Militar de Río Tercero para borrar las pruebas de la exportación clandestina a Croacia y el citado Ecuador. ‘Lauchón’ -muerto de manera impía- y tantos otros.

El Servicio inventa y crea grupos de acción -‘fachos’ o de otra tendencia, presuntamente de ‘izquierda’- para tenerlos a disposición y poder ordenarles acciones espurias, desde piquetes hasta escraches, sin omitir operaciones llamadas ‘técnicamente’ operaciones de distracción. En las escuchas que tenía el fiscal Nisman aparece nítidamente cómo se pretendía reprochar mendazmente a “fachos locales” el acto terrorista del 18 de julio de 1994. Cuando el gobierno de turno está acorralado por algún escándalo, una oportuna operación de Inteligencia profana tumbas en un cementerio o escracha a un funcionario o a un político o a un empresario y obra cual maniobra distractiva de la atención de la opinión pública.

El Servicio -exSIDE- hace años que se exorbitó. Se tornó ingobernable, máxime porque nadie pudo, ni siquiera intentó controlarlo. Ni hablar de los fondos reservados sin cargo de rendición. Una vez, un ordenanza de la exSIDE encontró 40 mil dólares en el cesto de papeles del escritorio de un alto directivo. Los devolvió, pero esta pérdida corrobora la enormidad del desmanejo de cuantiosos recursos.

La bicameral de Control de los Organismos de Inteligencia el año pasado no se reunió ni una vez ¡Sin palabras! La desidia es inexcusable.

La actual administración adolece de autoridad moral y política para abordar esta gravísima cuestión. Usó y abusó de las ilegalidades y demasías de la exSIDE. Le encomendó las operaciones más abyectas. Una, que trascendió, fue la que lesionó moral y políticamente a Enrique Olivera, recientemente fallecido, un probo ciudadano de filiación radical, enlodado por una maquinación ruin de la exSIDE.

Que hay que disolver a la exSIDE, actual SI, no tengo dudas, como tampoco hesito en sostener que la seguridad y los intereses de nuestro país exigen que dispongamos de un eficiente, muy profesional y tecnológico servicio de inteligencia. Por eso proyecté una nueva ley de Inteligencia (19/12/14, expte. D 9817).

Este gobierno de doce largos y desaprovechados años -literalmente perdidos e orden, por caso, a cultura del trabajo, educación, paz social, consensos de Estado, a institucionalidad y tantísimos otros asuntos- no puede mutar el servicio de Inteligencia porque de su mano sólo obtendremos ‘más de lo mismo’, porque no cambiará ni los paradigmas ni las prácticas abyectas.

Es una inmensa faena para el nuevo gobierno. Necesitamos ‘Inteligencia inteligente’, a nuestro servicio general, no para actividades ramplonas o inconfesables, sino para defender a nuestros intereses.


*El autor es diputado nacional por Unir-Frente Renovador .

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