Por Roberto Actis
¡Qué país complicado la Argentina! No me diga que la reflexión no la escucha seguido, incluso que usted mismo se la debe haber planteado más de una vez. Es que cada día que pasa se producen hechos que de esa manera lo ratifican. Ayer mismo con el papelón de la súperfinal River-Boca nos dejó expuestos ante el mundo. Y si no podemos garantizar el recorrido de un micro por algunas cuadras, qué clase de seguridad podemos darles a los líderes del G-20 el próximo fin de semana. Con razón hasta portaviones se traen. Dos episodios que cubrieron el retumbe del malestar, aunque sin disimular la realidad, que es única e incontrastable.
¿Qué nos muestra esa realidad? Pues que la inflación sigue su curso, el dólar vuelve a subir, la economía se contrae cada vez más, el consumo sigue en el tobogán con precios en permanente aumento, se caen las pymes con algunos cierres realmente graves, el gobierno anuncia el bono a troche y moche pero se olvida de los jubilados que cobran la mínima -tal vez lo otorgue más adelante y luego diga que fue un error, como es costumbre-, los docentes siguen parando y ahora se les sumaron los de Aerolíneas en un sin fin que parece tener el sólo objetivo del caos y del desorden, los piquetes crecen como hongos después de la lluvia y Bullrich sigue estudiando cómo hacer para contenerlos, mientras Larreta no mueve un dedo en la ciudad de Buenos Aires. En fin, una perspectiva que no necesita agregados pero que podría tenerlos a montones. Sin embargo ¿qué hace el gobierno -además de pelearse entre los sectores que lo integran-? Dice que en marzo comenzará la mejoría, haciendo recordar lo del segundo semestre. Después de 3 años se terminaron las palabras, con urgencia se necesitan hechos.
La situación económica y por lo tanto la social es extremadamente delicada y preocupante, en especial cuando resulta caldo de cultivo muy amplio y sencillo para los sostenedores del "cuanto peor, mejor". La ex presidenta CFK, los Moyano, y todos quienes les hacen el juego, cuando en realidad se presume -con muchos elementos a la vista-, que el objetivo mayor que persiguen es esquivar la acción de la justicia, la cual es sabido y su accionar así lo certifica, suele dirigirse en la mayoría de los casos hacia donde soplan los vientos del poder. Algunas señales en tal sentido están mostrado algunos cambios de rumbo y claramente el objetivo de despegar a Cristina Kirchner de algunas causas, planteando por ejemplo su defensa que ella desconocía cómo se coimeaba con la obra pública. Aunque parezca un infantilismo, se lo hace de ese modo. ¿Y los bolsos con dólares que se apilaban en su departamento de Recoleta o en su casa de Río Gallegos? Tal vez creía que eran donaciones para la campaña. Un motivo de avance, más allá de estas paparruchadas, es que una de las Cámaras está intentando sacar del medio al juez Irurzún de la causa de "los cuadernos", habiendo sido ese magistrado quien con más energía llevó adelante todos estos casos desde 2013 en adelante. Como señal, es realmente preocupante.
¿Qué hacen los políticos frente a un país al que le se la caen los flecos? Pues casi sin excepciones, tanto quienes gobiernan como la oposición, tienen su mente ocupada en las elecciones del año que viene. Todo o nada, como si allí estaría poco menos que el fin del mundo. Y aunque parezca exagerado, algo de eso existe, pues aún cuando haya excepciones -y tal vez muchas- todos están tratando de asegurarse el seguir viviendo del Estado.Y generalmente muy bien, con ingresos que poco tienen que ver con la mayoría de los argentinos, los laburantes.
Si usted leyó los diarios o vio la televisión estas dos últimas semanas, además de lo habitual de la inseguridad, casi todas las noticias están enfocadas en el ajetreo de los políticos, tanto los que están adentro y los de afuera que se pechan para entrar, tienen un tema excluyente en su acción y pensamiento: las elecciones del año que viene. Cómo será la cosa que están postulándose candidatos que ni siquiera deben tener seguros los votos de su familia, pero todos pujan codo a codo por estar en las mesas de negociación, que es donde se cocinan las postulaciones. Muchas veces esos aspirantes presidenciales terminan en una lejana candidatura en listas sábana, aunque logrando sentarse en una banca. Ingresos, fueros, privilegios por más tiempo. Otros en cambio terminan integrado el nuevo gobierno, pues allí adentro siempre hay espacio para todos. Lo que en realidad ha sido el gran mal de la Argentina, que nunca nadie pudo cambiar. Y el que intentó hacerlo terminó expulsado del sistema. Así nos fue.
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