Por Roberto Actis
Esa es la impresión que ofrece hoy la Justicia en la Argentina, estar sujeta a características pendulares, pues va de un lado a otro, sin dar de esa manera una sensación de confianza y credibilidad a la gente. Lo cual es, sin duda, uno de los factores fundamentales para ir encarrilando hacia un ordenamiento generalizado de las instituciones. Por supuesto que no vamos a ingresar en el resbaladizo terreno de lo técnico, que demás está decirlo, se encuentra alejado de nuestra posibilidad de comentarlo, aunque no es necesario retroceder demasiado con la memoria para recordar algunas situaciones, esas de fuerte impacto público, en las cuales son absolutamente diferentes las posiciones de los mismos cuerpos actuantes de la Justicia. Qué ocurre entonces, ¿son distintas las leyes? de ninguna manera, está de por medio la "interpretación", esa recurrida argumentación que tiene un valor parecido al del "virus" en la medicina. Pero claro, desde el llano, es decir desde el común de la gente en que estamos incluidos, no es de sencilla comprensión como partiendo de M (en el centro) un magistrado interpreta A y el otro Z (ambos extremos).
Si a eso de las interpretaciones, que por ejemplo a un juez le permite liberar a un violador y asesino que al poco tiempo de andar por la calle vuelve a cometer el mismo aberrante delito, le agregamos la venalidad, la corrupción e incluso la declinación ante las presiones, lo cual no es nada excepcional ya que es ni más ni menos una característica muy enraizada en la sociedad, de la cual los jueces proceden y forman parte, entonces tenemos una perspectiva que termina por complicarse, haciendo estériles muchas iniciativas y esfuerzos que se intentan por mejorar un sistema que, pese a todo, sigue enviando negativas señales a la sociedad.
Viene al caso entonces, esta reciente decisión de una Cámara de Casación confirmando un fallo, por el cual absolutamente ninguno de los acusados irá a prisión por el desastre del avión de Lapa, hace una docena de años, cuando no logró despegar de Aeroparque y 65 personas murieron en la tragedia.
Una línea aérea que volaba sin mantenimiento ni control de sus aviones, una luz de emergencia advirtiendo que no debía despegar, pero como las fallas eran tantas y tan frecuentes en el sistema, el piloto igualmente siguió carreteando estrellándose contra una estación de servicio en el extremo de la pista. Al final, el piloto, que también perdió la vida, quedó como único responsable, y culpable, después de 12 años de funcionar el péndulo en idas y venidas. ¿Pero cómo? y los que conducían la compañía con aviones en tan deficientes condiciones, poniendo en riesgo la vida de los pasajeros y de su propio personal. Nada. Una verdadera consagración de la impunidad.
Pero además, se añaden otros elementos tan importantes como aquel, por ejemplo la docena de años transcurridos, que desoyen en forma absoluta el desgastado "justicia lenta no es justicia". Y aun cuando no ocurrió, es altamente probable que el caso termine cerrándose luego de transitar el muy utilizado camino de la prescripción. A mediados de julio esta causa prescribe. ¿Qué supone usted que ocurrirá?
Otro caso de altísima repercusión pública que también sorprendió esta semana, por recurrir sólo a lo más reciente, fue la decisión de la Justicia cordobesa de investigar la coartada del marido de Nora Macarrón, asesinada hace cuatro años y medio. Despúes de todo este tiempo, parece que se dieron cuenta que hay que confirmar si el marido estaba realmente jugando al golf en Uruguay como declaró. De no creer.
Si además agregamos que quienes deben ser ejecutores de las decisiones de la Justicia, cumplen cuando quieren y desoyen cuando se les antoja, el panorama termina no sólo por enturbiarse del todo, sino un desorden mayúsculo. Veamos por ejemplo, cuando un juez ordenó desalojar el bloqueo a una empresa periodística, la policía no intervino, ni tampoco el Ministerio de Seguridad, argumentando luego excusas que no resisten el menor análisis, como haber equivocado un número telefónico. Cómo será la cosa que ni a la Corte Suprema le cumplen sus fallos, como el saneamiento del Riachuelo, donde existe una traba en el desalojo de viviendas precarias costeras, que ni el Gobierno nacional ni el de la ciudad de Buenos Aires cumplen, aunque la orden ya se haya dado en tres oportunidades.
Mientras siga el sistema del péndulo, es complicado que avancemos en credibilidad y confianza, indispensables dentro de la democracia y la vida republicana.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.