Por Roberto Actis
Tal cual, con la seguridad en la provincia se ha caído en el gráfico caso de la manta corta. Cuando se corre hacia abajo para tapar los pies hay que destapar la cabeza, y por más esfuerzos que se hagan por tratar de disimular la cuestión, es una realidad demasiado visible, que además, impacta muy fuerte en la gente. Es que golpea tanto que aún hoy, con los serios problemas que se viven en la economía consecuencia de esta descontrolada inflación que es como un mazazo para los presupuestos familiares y además ha comenzado a golpear en el mercado laboral, sigue siendo el principal motivo de preocupación, e intranquilidad por supuesto, de la mayoría. Así lo establecen todas las encuestas.
El poder brindar seguridad convengamos que es un tema complejo, pues marcha muy estrechamente relacionado con otras cuestiones, pues cuando se deterioran las condiciones socio económicas como ahora y a la par crece el consumo de drogas, se forma un cóctel realmente peligroso, más que eso, explosivo. Lo tenemos a la vista y lo padecemos diariamente. Sin embargo, se debe partir de algunas premisas para esta lucha que a veces, dadas las circunstancias, parece ser despareja. Una de ellas, seguramente la más elemental, es contar con una fuerza de seguridad lo suficientemente numerosa, bien preparada, equipada convenientemente y paga como corresponde, para contar con los cimientos sobre los que después ir agregándose todas las demás cuestiones.
Y aun cuando se han hecho algunos aportes, especialmente en equipamiento de móviles, la policía de la provincia sigue estando desprovista de la cantidad de agentes. Veamos el caso de Rafaela, el más cercano y que nos afecta en forma directa. Hace tiempo, como para salir del paso, se prometieron desde el gobierno provincial 35 nuevos uniformados, que provendrían desde la misma planta policial variando de funciones, es decir, de oficinistas pasarían al uso de uniformes para ir a las calles. Todavía sigue en espera.
Más recientemente desde el municipio se reforzó un pedido que se había hecho meses atrás, enviándole el intendente Castellano al gobernador Bonfatti, sobre la urgente necesidad de Rafaela de incorporar 150 uniformados a la Unidad Regional V. Una síntesis bien apretada sería "ahora hay móviles y no tenemos quienes los manejen". Es que la Jefatura de policía local sigue hoy, en 2014, con la misma cantidad de uniformados que tenía en 1970, cuando la ciudad tenía casi la mitad de habitantes. Recordándose que está encargada de cubrir toda la jurisdicción del departamento Castellanos, y por eso ocurre que a veces alguna localidad vecina se queda siquiera sin un policía. "Sólo nos faltó que en la comisaría colgaran un cartelito cerrado por vacaciones", nos decía en diciembre un presidente comunal que debió padecer esa situación en su localidad.
Sin embargo, Rafaela no sólo no tuvo refuerzos policiales, sino que por el contrario se le han restado para enviarlos a Rosario. Nadie desconoce lo que sucede en la ciudad del sur santafesino, azotada por la droga, con una descarga de violencia y criminalidad descomunales, haciendo triste honor al mote de "la Chicago argentina" que alguna vez le endilgaron en la década del '30 cuando por allí se habían asentado Chicho Grande y Chicho Chico, en una réplica exacta de la mafia siciliana. Hoy, con récord de asesinatos -cerca de 50 en lo que va del año- lamentablemente le queda chico.
Está bien que se haga todo lo posible por intentar soluciones, pero está mal que para eso se reduzca la protección de otras ciudades. En el mismo caso de Rafaela se encontrarían Ceres, San Cristóbal y posiblemente algunas otras. Autoridades y entidades están preocupadas, y no es para menos. Todos estamos preocupados.
Cuando el gobierno nacional dispuso sacar parte de los gendarmes de nuestra provincia para enviarlos al Conurbano bonaerense, desde aquí se puso el grito en el cielo. Sin embargo, ahora, frente a parecidas circunstancias se actúa de la misma manera.
Y además, no se responde a los reclamos. Por ahora silencio absoluto. Es que si en realidad se actuó de esa forma, ¿qué se puede decir?
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.