Por Redacción
Por Américo Maina (*)
Compendio de hechos históricos acaecidos en nuestro país a partir de la década anterior a 1943 hasta 1953. Y el por qué del movimiento revolucionario del 9 de junio de 1956.
Recuerdo estos sucesos que son parte de la historia para que se sepa la verdad de los hechos trágicos cometidos por algunos sectores de las Fuerzas Armadas.
En la década del ´30, conocida como la “década infame”, los ciudadanos, en su mayoría trabajadores, sufrían impotencia por el dolor de saberse esclavos en su propia patria.
El 4 de junio de 1943 un golpe revolucionario pone fin a esa década conservadora, terminando definitivamente con el sometimiento del pueblo a la explotación de los amos foráneos, de la soberanía nacional a los intereses del imperialismo.
Surge de ese bando militar en el poder la figura del coronel Juan D. Perón, quien desde su puesto en la Secretaría de Trabajo y Previsión realiza una profunda gestión a favor de los trabajadores argentinos mejorando decisivamente sus dificultades sociales y posibilitando que asuman posiciones políticas.
La respuesta de esos trabajadores a la labor realizada por Perón se evidenciará el 17 de octubre de 1945, cuando espontáneamente se concentran en la Plaza de Mayo miles de hombres de distintos lugares del país a pedir por su libertad tras haber sido despojado de sus cargos de Vicepresidente de la Nación, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión.
CAMPAÑA ELECTORAL
En el intenso debate que conmovía al país, todas las fuerzas políticas de la oligarquía y sus tributarios comprendieron que la fórmula Tamborini-Mosca debía ser el eje de la contrarrevolución.
La Unión Democrática se constituye en medio del delirio general, la fórmula será Tamborini-Mosca. Integran la alianza los partidos Unión Cívica Radical, Demócrata Progresista, Comunista y otras fuerzas políticas.
El embajador de los Estados Unidos, Spruille Braden interviene en la política argentina. Sin preocuparse de las formas que le imponía su condición de diplomático, Braden comenzó a intervenir en el acto y abiertamente en la política argentina, pronunciando discursos descomedidos y alentando a la oposición a proseguir su lucha contra el naciente peronismo.
Después de las jornadas de octubre, comenzaron las tareas de organización del Peronismo. Quijano con los Radicales, ya definitivamente escindidos del partido, constituyeron una Junta Reorganizadora de la UCR. Luego la entidad se denominó Junta Renovadora.
Con la misma intención queda constituido el Partido Laborista que tenía una esencia puramente sindical y su aparato consistía en las organizaciones gremiales adictas a Perón. Ambas fuerzas políticas proclaman la fórmula Perón-Quijano.
Después de muchos “cabildeos”, convocado por el Gobierno Provisional que preside el general Farrel, se realizan los comicios el 24 de febrero de 1946. Las elecciones son custodiadas por soldados de las fuerzas armadas; este acto fue calificado como “el más puro y democrático de los realizados hasta el presente, en el país”.
El Partido Junta Renovadora (Laborista – Unión Cívica Radical) que lleva como candidatos a Perón-Quijano triunfa y comienza una era de conquistas con sentido nacional, popular, social, humano y cristiano. No obstante lo mucho realizado en beneficio del pueblo, el rencor del antipueblo, derrotado en las urnas, comenzaba a corroer sus mentes.
El 28 de septiembre de 1951, 14 días antes de las elecciones generales, encabezado por el general Benjamín Menéndez, militar afecto a las conspiraciones, se produce el intento insurreccional. La intentona que tenía como finalidad derrocar al presidente Perón fracasa al no tener resonancia en los cuadros de las fuerzas armadas. Era el primer paso de la trama que continuarían desarrollando con artimaña en contra del Gobierno nacional.
Después del primer año de gobierno, el Partido Junta Renovadora pasará a llamarse Partido Unico de la Revolución. Posteriormente participará en las elecciones del 11 de noviembre de 1951 con la denominación del Partido Peronista. La fórmula Perón-Quijano se repite y obtiene un categórico triunfo.
Empero, la intriga de quienes son desbordados por el odio descontrolado estalla el 16 de junio de 1955. Ese día sucede algo aterrador y absolutamente inconcebible; una formación de aviones bombardea la Plaza de Mayo. El motivo es asesinar a Perón, a quien suponen en la Casa de Gobierno para lo cual se bombardea la plaza y ametralla la Avenida de Mayo. Cientos de cadáveres de inocentes víctimas quedan sembrados en la plaza histórica y sus adyacencias. A pesar de lo ocurrido, el país continúa desarrollándose en libertad, democracia y una pujante prosperidad.
Lo ocurrido en septiembre de 1955 fue el inicio de una cadena de despotismo que padeció el país y que le causó mucho daño al ser eliminados los más elementales derechos institucionales.
DIEZ AÑOS DE GUERRA
PSICOLOGICA
Diez años de difamación y tergiversación de hombre y obras terminan al fin y dan sus frutos. La oligarquía logra otra vez crear una apariencia invertida de la situación. Perón aparece como un déspota que quiere entregar las riquezas del país al imperialismo, y el antiperonismo se presenta como la reacción patriótica decidida a impedir el intento.
El jefe del sector nacionalista católico, general Eduardo Lonardi, es quien ocupará provisionalmente la presidencia de la República. Ese día una multitud se juntó en la Plaza de Mayo después de que Perón dejara la presidencia.
Lonardi, durante su permanencia, inepto y desconocedor de la situación real de país, firma un fraudulento plan de reorganización económica que confecciona el experto Raúl Prebisch, “personaje” llegado a la Argentina después de muchos años de estar en Inglaterra.
El 13 de noviembre, el grupo que representa a la oligarquía y a la masonería desaloja de la presidencia a Lonardi e impone en su lugar a Pedro E. Aramburu y a Rojas como vice. Es derogada por decreto la Constitución nacional.
9 DE JUNIO DE 1956
Los generales Juan José Valle y Raúl Tanco encabezan un movimiento de recuperación nacional integrado por militares y civiles, con la intención de devolverle al pueblo sometido a la más cruda y despiadada tiranía, la libertad y la justicia al amparo de la Constitución y las leyes, objetivo noble y humanitario que se vio frustrado por la astucia artera de Aramburu, Rojas y su séquito al servicio de la dictadura.
No fue suficiente para ellos, tener el dominio y control del fracasado intento. Aunque no hubo derramamiento de sangre, los pusilámimes al servicio de inconfesables intereses quisieron dar un escarmiento ejemplar para amedrentar a los peronistas, asesinando a camaradas del arma y a inocentes civiles. Las cárceles se llenaron de peronistas, se sumaron a otros miles que permanecían presos desde septiembre.
Por su parte, representantes de distintos partidos políticos con total impudencia adherían públicamente a esos actos, prueba fehaciente de sus intenciones perniciosas.
Lo expresado lleva como finalidad el anhelo de que se recuerde a quienes en la Gesta del 9 de junio de 1956 trataron de rescatar para la Nación las leyes y la dignidad que le arrebataran al pueblo a partir del año 1955 y que fueran cobardemente asesinados en un acto de odio y cinismo sin parangón en nuestra Patria, por una fracción militarista que encabeza el teniente general Pedro Aramburu.
“No sólo unen los hechos positivos y su exaltación, sino también los hechos negativos y su repudio. Por eso escribimos sobre esto; para que nuestro país tenga en su memoria un hecho por demás importante, superlativamente intenso, y haga con él su aprendizaje y saque sus conclusiones”. “Mártires y verdugos”, Salvador Ferla.
(*) Recopilación.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.