Por REDACCION
El 2016 no
fue el mejor año para los países de América Latina: si
tomamos el crecimiento promedio ponderado, la actividad de la región
se habría contraído aproximadamente 2% el año pasado.
Gracias a
un contexto internacional más favorable y al giro interno de
algunos países (caso de Brasil y Argentina), las perspectivas para
el 2017 parecen más benévolas para la región, de forma tal que la
actividad agregada volvería a crecer durante este año.
En los
primeros cinco meses del año el monto exportado a los países de
América Latina aumentaron 5,7%, cuando los envíos al resto
del mundo no crecieron. La recuperación de la región favorece al
sector externo de nuestro país.
En
los últimos años se desaceleró el ritmo de expansión de la región.
Desde
el comienzo del nuevo milenio, los países de América Latina
exhibieron un significativo crecimiento, de forma tal que la región
duplicó las tasas de expansión de los países desarrollados: si
bien la sostenida tendencia creciente se interrumpió temporalmente
con las crisis internacional de 2009, durante la primera década la
región creció al 3,5% promedio por año, contra 1,7% que los
hicieron las economías avanzadas.
La
suba de los términos de intercambio para los países de América
Latina permitió fortalecer los fundamentos macroeconómicos de estos
países: la recomposición del resultado fiscal, la mejora de la
cuenta corriente y acumulación de reservas internacionales combinado
con un tipo de cambio competitivo, la implementación de esquemas de
metas de inflación, fueron los elementos que propiciaron la
expansión del período.
Este
fenómeno de crecimiento de los términos de intercambio se
profundizó tras la crisis suprime,
permitiendo sostener una tendencia de crecimiento generalizada entre
los países de la región a lo largo de la segunda década del
milenio. Sin embargo, dejando atrás la homogeneidad que supo
caracterizar a la región, en los últimos años las trayectorias de
estas economías tomaron rumbos diversos.
Por
un lado, pueden agruparse aquellos países que mantuvieron su
tendencia de crecimiento, como Bolivia, Chile, Perú y Colombia.
Estas economías, altamente dependientes de actividades extractivas
(en los tres primeros casos más asociadas a los minerales y en el de
Colombia, al petróleo), lograron crear mecanismos de estabilización
de forma tal que incluso ante factores exógenos adversos, tal como
la caída de los precios internacionales de los commodities,
siguieron expandiéndose.
En
otro orden se ubican Uruguay, Paraguay y Ecuador, que en los últimos
años exhibieron una performance económica más irregular, con una
desaceleración marcada del ritmo de crecimiento. En los dos primeros
casos, los vaivenes de las actividades agropecuarias repercutieron
sobre sus posibilidades de crecimiento, mientras que Ecuador estuvo
fuertemente afectado por la caída del precio del petróleo que tuvo
lugar desde fines de 2014.
Finalmente,
Brasil, Venezuela y nuestro propio país han tenido importantes
retrocesos de la actividad durante los últimos años, asociadas
principalmente a los condicionamientos internos: aunque el contexto
internacional no favoreció su performance, las políticas económicas
de estos países profundizaron los shocks externos.
Las
perspectivas para la región en 2017 son más alentadoras de lo que
fueron el año pasado, y ello ayuda a la recuperación esperada para la Argentina durante este año. Sin embargo, la heterogeneidad a nivel
interno sigue persistiendo.
El
contexto favorece
a América Latina
El
2016 no fue el mejor año para los países de América Latina.
Aquellos que tienen fundamentos económicos más fuertes, como Chile,
Colombia o Bolivia, mostraron tasas de crecimiento positivas, pero
menores a los de los año previos. Por su parte, las economías que
presentan una estructura más vulnerable a los shocks exógenos, como
Ecuador, contrajeron su nivel de actividad. Finalmente, Brasil y
Venezuela, con sus importantes crisis internas, profundizaron el
deterioro económico que arrastran de los últimos años.
Las
condiciones para 2017 parecen en cambio más benévolas. Como es
sabido, las economías de los países latinoamericanos se
caracterizan por tener una raíz productiva basada en sus recursos
naturales: ya sea de base minera, petrolífera o agropecuaria, la
producción, explotación y precios de los commodities
suele marcar el ritmo de crecimiento de la región. (Prensa Ecolatina).
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