Por Roberto Actis
Exactamente dentro de una semana estaremos votando para elegir al presidente de la Nación que conducirá los destinos del país hasta 2015. Como nunca sucedió otras veces, todo se encuentra tan claro, que excepción hecha de algunos bombardeos publicitarios que nos recuerdan esa convocatoria de las urnas, poco se habla del tema. Así de escaso es el interés, consecuencia del sistema de primarias que se llevó adelante el 14 de agosto, con un aplastante triunfo de la presidenta Cristina Fernández, sacándole una diferencia de 38 puntos al pelotón de escolta, que hace irremontable cualquier intento de aproximación, aún frente a a la más inesperada contingencia.
Incluso, y como para terminar de dibujar un panorama demasiado anunciado, ni siquiera queda la incógnita por quien resulte segundo, sitio que le está reservado al gobernador santafesino Hermes Binner, que creció varios puntos en desmedro de otros candidatos de la oposición que quedaron absolutamente vacíos de contenido, y aun cuando en política nada es definitivo, es muy probable que para algunos como Alfonsín, Duhalde y Carrió -los tres más expuestos- queden nulas posibilidades en el futuro para alguna nueva incursión electoral con este objetivo.
Tal vez, lo único que mantenga cierto interés, aunque muy módico, es la diferencia que finalmente CFK logre sobre Binner. Encuestas actualizadas, pero sin mercado de demanda, dicen que los dos están están en alza, aunque de todos modos habría cerca de cuarenta puntos que los separa.
La economía cotidiana, esa muy simple que se maneja desde el bolsillo, es decisiva para este enorme respaldo. Pero ¿está tan bien la economía? Según las voces oficiales, todo anda casi a la perfección, se mantiene en alto el consumo, merced a las cifras del INDEC que tuvo fuerte respaldo de la propia Presidenta las canastas no aumentan y por lo tanto la pobreza y la indigencia están llegando a niveles mínimos -en Jujuy por ejemplo la indigencia se borró de un plumazo-, todavía quedan reservas para afrontar cimbronazos con el dólar, el desempleo está en porcentajes muy razonables, se les actualiza haberes a los jubilados, los más necesitados son asistidos con una batería de subsidios, la crisis global todavía no nos afectó demasiado. En fin, ¿se puede pedir más? En cierta manera ahí se explica la avalancha de votos.
Pero claro, cuando se escuchan otras voces, tanto de la oposición como economistas, no todo es como lo pintan. Veamos: la inflación anda por el 25%, los pobres e indigentes triplican las cifras oficiales incluso con mediciones de algunos entes oficiales de provincias justicialistas, las reservas disponibles apenas estarían en los 5.000 millones de dólares ya que el resto son papeles con vencimientos dentro de varios años y de dudoso cobro, por primera vez en el ciclo de 8 años kirchneristas se llegará a fin de año con déficit en la balanza fiscal y también se redujo considerablemente el superávit comercial, los efectos de la crisis global sí se están sintiendo y la dependencia con Brasil es cada vez mayor, y además los dólares emigran al exterior a razón de 2.000 millones mensuales como promedio. En cuanto a los subsidios al transporte, energía y gas, incluso en este último caso favoreciendo más a la clase pudiente que a los pobres, que este año costarán 80.000 millones de pesos, se han vuelto insostenibles y seguramente después de las elecciones deberán ser eliminados o mucho mejor seleccionados. Algunos otros pronósticos de tipo apocalíptico, preferimos no incluirlos dentro de la lista, y no es que evitemos se nos incluya como "profetas del odio" como volvió a acusar el ministro Boudou a periodistas críticos, si no que no disponen de sostén y en nada contribuyen al esclarecimiento.
La misma presidenta, en ocasión de reunirse con la UIA, habló de "realizar las correcciones que sean necesarias". Sin andar con demasiadas vueltas, entonces es dable aguardar alguna clase de modificaciones. Si tenemos en cuenta que en este ciclo la norma básica fue sostener el superávit, tal vez hacia ahí se apunte debido a las flaquezas de los últimos meses, donde el crecimiento de los gastos fue tanto, que está deglutiéndose a los ingresos, a pesar de la recurrencia a recursos de la ANSES, del PAMI, del Central y del Banco Nación. Es cierto que el consumo dificilmente se toque, ya que fue el motor del crecimiento de la economía, pero hay muchas otras áreas que quizás se pongan bajo revisión, y aun cuando la palabra ajuste no figure en el léxico del gobierno, será difícil evitarlo.
Es verdad que si tenemos en cuenta la crisis y lo que están viviendo otros países, estamos bien, pero en el horizonte se vislumbran ciertas correcciones. Achicar gastos y no volver al ciclo de endeudamiento.
Y para concluir la semana, un tema que no podía obviarse, que resumiremos en unas pocas palabras. ¡Qué flor de loco este Tabaré Vázquez!
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