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Notas de Opinión Domingo 7 de Julio de 2013

Lo que se viene

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

Los descomunales desórdenes en Brasil, iniciados por el chispazo de un aumento del 7 por ciento del boleto del transporte, dejaron en evidencia un enorme malestar social que hasta ahora había pasado prácticamente desapercibido. O los gobernantes son miopes, o bien Dilma Rousseff no es todo lo que se vino diciendo hasta ahora, no habiendo alcanzado la mano realmente dura que tuvo contra la corrupción -que también allí azota, habiendo quedado envuelto hasta el que parecía inmaculado Lula- al desprenderse nada menos que de 8 de sus ministros al quedar atrapados en casos de corruptela, incluso sólo bajo sospecha.

¿Qué tiene que ver esto con nosotros? Pues en realidad, mucho. Es que el impacto en la economía del vecino es muy fuerte, habiendo aparecido allí serios problemas, al extremo que en estos días se han conocido nuevos cálculos que establecen que el crecimiento de 3,5 puntos sobre el PBI que preveían, fue reducido a 2,4. La falta de inversión, señalada como una de las causas. Puede visualizarse de tal modo un paralelismo con lo que sucede aquí, aunque con una diferencia, que no es pequeña: la dependencia que tiene la Argentina con Brasil. Y además, el abismo que existe por la inflación en uno y otro.

Debe tenerse en cuenta que la industria automotriz, uno de los sostenes de nuestra economía, junto al campo y el consumo, hace unos días anunció casi 500.000 unidades en la primera mitad del año fijando un récord histórico, es fuertemente dependiente de Brasil, país que explica el 48 por ciento de nuestras exportaciones. Si el coletazo de Brasil, que además deberá atender los fuertes reclamos sociales con mayor inversión, y a la vez seguir adelante con el Mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos que demandan cerca de 30.000 millones de dólares, impacta de la manera que se supone, habrá que ir tomando previsiones, aunque no sea esa manera de actuar una de las condiciones que precisamente distingue a nuestro gobierno.

Los problemas de la economía se amontonan, en tanto se avecina la fecha de la primera gran encuesta que será el 11 de agosto. Por ahora, los que aparecen son solamente parches, como el ineficiente control de precios que se complementa con sanciones a los supermercados, cuando en realidad todo asemeja más a medidas poco menos que desesperadas tratando de evitar lo inevitable. La lucha contra la inflación requiere de otras medidas mucho más profundas y concretas, lo que se hace ahora es sólo para llegar a las elecciones con aire, después es cuando se deberán hacer las correcciones de fondo, que son poco menos que inevitables, como por ejemplo disminuir la emisión monetaria, bajar el gasto público y ponerle fecha de vencimiento al cepo sobre el dólar. Unica forma de recuperar inversiones y darle nuevamente vida a las inversiones, indispensables si se quiere volver a crecer. Y además, ver como se vuelve a estructurar la energía y el transporte, que fueron prácticamente desmantelados.

Mientras así andamos en la economía, con problemas que aparecen desde los cuatro costados, la política se mantiene como siempre, aunque tal vez, ahora poniendo en proa uno de los más duros conflictos como es el feroz avance del gobierno para tratar de quedarse con el control de la Justicia, poniendo en foco a la Corte Suprema. Por demás conocido es el uso del organismo impositivo, en este caso para cargar contra los rafaelinos Ricardo Lorenzetti y Héctor Marchi, lo que realmente está mal, porque más parece una venganza por el fallo adverso que otra cosa, aún admitiendo que absolutamente todos, más allá de los cargos, deban someterse a las inspecciones impositivas. En este caso, una vez más, el órgano recaudador es usado para presionar, como se lo hizo con tantos otros, en una lista que es casi interminable.

Y como perlas de esta suma de contradicciones que se advierten casi a diario, tuvimos esta fuerte y más que justificada adhesión de la presidenta Cristina Fernández por la pésima actitud de varios países europeos que intervinieron en el vuelo de regreso desde Moscú a La Paz del presidente boliviano Evo Morales. Pero ¿y por casa cómo andamos? Los pueblos originarios, en este caso los Qom, están recibiendo palos a mansalva, y no pudieron obtener una audiencia con la jefa de Estado ni acampando durante meses en cercanías de la Casa Rosada, ni tampoco con el aval que les otorgó ahora el papa Francisco.

Pueblos originarios a los cuales se los usa como bandera, de los que habló aquí en Rafaela muy laudatoriamente León Gieco, rescatando las políticas de derechos humanos que -según dijo- son motivo de orgullo en el mundo, aunque esquivando algunas situaciones que están frente a los ojos de todos, como esta de los Qom.

Y la segunda de las perlitas, la reacción del inefable Guillermo Moreno -identificado como "un patriota" por sus seguidores y como "un coleccionista de fracasos" desde la vereda de enfrente- en la embajada de Estados Unidos, a grito limpio contra un par de periodistas que osaron preguntarle por sus medidas anti inflacionarias.

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