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Notas de Opinión Domingo 12 de Octubre de 2014

Lo que viene

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

Estados Unidos, Alemania, American Airlines, los empresarios, los chacareros, el juez Griesa, los banqueros, los que compran dólares, los fabricantes de autos, los medios hegemónicos, los políticos opositores, son apenas algunos de los que se reunieron para intentar desestabilizar al gobierno de Cristina Fernández, que viene llevando adelante en los últimos 11 años el modelo nacional y popular, aunque en realidad a esta altura y cuando restan 14 meses por delante para diciembre de 2015, le queda poco y nada de ese contenido. Esa es al menos la lista de los denunciados, como así también no puede dejar de mencionarse las amenazas que inicialmente provinieron del terrorismo islámico y después del norte, hacia dónde habrá que mirar "si pasa algo".

Toda esta curiosa melange no sólo es la que, al más puro estilo de la jabonería de Vieytes, complota para desestabilizar, sino además a los que se tiene al alcance de la mano para echarles la culpa de cuantas debacles tiene hoy nuestra economía, que a decir verdad, son muchas y muy serias. Nunca la responsabilidad es del gobierno, ni por sus medidas ni por sus acciones, aunque hayan ido sumando un desacierto tras otro.

Vistas las cosas de esa manera, ¿cuánto daría la presidenta Cristina Fernández para que aparezca algún enemigo real? Seguramente, mucho. Es que la intención que las apariencias permiten deducir, es poder sostener durante este tiempo de mandato que resta, el nivel de confrontación que requiere el teñido épico de estos años, y siempre alguien cerca para culpar.

Una pauta bastante clara de lo que se viene en este tiempo fue el fuerte embate contra el Grupo Clarín, tratando de desarticular tal vez el principal crítico que tiene el gobierno, y además, el que con sus investigaciones puso a la luz del sol tantas cuestiones vinculadas a la corrupción, sospechosas algunas, con pruebas muy contundentes la mayoría. Se busca demostrar que aún estando transitando la retirada, se trata de un gobierno con poder, aunque para demostrarlo se burle de todas las leyes, incluso de los dictados de la Corte Suprema.

De todas maneras, los problemas son tan abrumadores, que la chance de poder llegar con cierto ordenamiento a diciembre del año que viene, es cada vez más pequeña. La brasa ardiente que suponían dejar a quien los suceda, es muy probable que les caiga en sus propias manos, ya que no se advierte que exista voluntad para resolver los problemas sino postergar las soluciones, lo que conocemos como tirar hacia adelante y que se arregle el que venga.

Todo está yendo hacia el embudo en que se ha transformado 2015. No vamos a caer en la referencia de tantos números, que es cierto muchas veces son manipulados en la información, según quien los diga. Tomemos sólo dos rubros: por deuda externa habrá que pagar vencimientos por 12.000 millones de dólares y otro tanto por la compra de energía. Sólo con eso nos consumiríamos las reservas, que en realidad las de libre disponibilidad son apenas la mitad de los 28.000 millones que se cantan. Y para completar la nefasta descripción, tenemos que el yuyo que es la soja sufrió un crack en su precio que poco más poco menos significará una pérdida de ingresos a las arcas fiscales de unos 7.000 millones de dólares.

Si ahora la situación está complicada, con altísima inflación, pérdida de poder adquisitivo, balanzas fiscal y comercial en retracción y fuerte caída del empleo, no es complicado imaginar el escenario del año que viene. Salvo, y ojalá sea de esa manera, que aún exista un as en la manga. ¿Quién le dice?, el ministro Kicillof afirma que tiene todo bajo control y que cada medida está requetepensada, aunque viendo los resultados, en verdad no se puede ser muy optimista que digamos. Por lo pronto, lo único que sigue subiendo, además de la inflación y la desenfrenada emisión monetaria, es el gasto público. Ahí si no existen restricciones y todo continúa como en las épocas de esplendor, cuando la soja permitía manejarse sin restricciones y tirar manteca al techo.

La semana nos mostró, una vez más y aunque en este caso sea sólo de tinte anecdótico, que todo cuanto rodea a Boudou, el vicepresidente, está rozado por la truchada. No se trata aquí de sus manejos en el caso Ciccone, la coima de 7 millones cobrada a Formosa, los papeles falsificados de su automóvil o las direcciones falsas de sus domicilios -entre otras tantas de la larga saga judicial-, sino hasta en lo que habla, y para colmo en público. Lo de dar por muerto a De Vicenzo, ese enorme golfista hoy nonagenario quien debió aclararlo que estaba bien vivo y gracias a Dios coleando, tuvo cierta similitud con aquel discurso del entonces vicegobernador santafesino Martínez, cuando aludió al Gato Feliz en lugar del Ave Fénix parangonando el resurgimiento peronista de sus cenizas. Aunque bueno, en este caso no es otra cosa que confirmar que el pez por la boca muere. 

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