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Notas de Opinión Domingo 19 de Diciembre de 2010

Los aprovechados de la violencia

Roberto Actis

Por Roberto Actis

Los truculentos sucesos que se registraron estos días en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano e incluso con algunas réplicas en el interior, por  la ocupación de terrenos, nos dejan la clara evidencia de la ausencia del Estado en situaciones que están bajo su jurisdicción y que debería resolver con la inmediatez propia de las circunstancias, pero por sobre todas las cosas, y aún mucho más importante, es la fotografía del fracaso en brindarle a la población las más elementales condiciones de seguridad, justicia, educación, salud, preservación del medio ambiente e infraestructura básica, tal cual lo establece la Constitución, esa ley madre tantas veces olvidada.
Aunque, conviene dejar en claro que si bien la tiene, la responsabilidad no es excluyente del actual Gobierno, pues esta situación viene dándose desde hace muchas décadas, en las cuales pasaron gobiernos de todos los gustos y colores, sin que nunca haya aparecido siquiera un atisbo de solución. Sobraron en cambio las promesas y el palabrerío, en lo cual sí no se sacaron ventajas.
El desarrollo humano no se logra con asistencialismo, eso está más que claro. Es apropiado para ciertas circunstancias en que se debe concurrir en ayuda por la emergencia, pero no puede prolongarse en el tiempo, pues en lugar de la cultura del trabajo se termina imponiendo todo lo inverso, con ejemplos que sobran con sólo girar la vista.
Para llegar a estas explosiones sociales se mezclan una serie de factores, tal  cual más peligroso. La ineficiencia gobernante, con más preocupación por dejar mal parado al rival político que en resolver el problema; los altos niveles de pobreza que los índices oficiales niegan; la participación de activistas profesionales que han proliferado en los últimos tiempos, estando siempre dispuestos al mejor postor, hasta para matar si es necesario, como sucedió con estas refriegas o como había ocurrido antes con Ferreyra, cuando los tercerizados de los ferrocarriles. Barrabravas avenidos punteros políticos y piqueteros todo servicio, terminan por completar un escenario cada vez más violento.
Las batallas vistas en esos predios usurpados fueron el más claro ejemplo que se está andando por el borde del abismo, sin que se produzcan las reacciones más convenientes. Se perdió mucho tiempo en entrecruzamiento de acusaciones, en buscar responsabilidades ajenas para deslindar las propias, en buscar el mejor posicionamiento mediático, aunque la inacción dejó que la gente se enfrentara a palos y piedrazos, balaceras mediante en algunas cosas.
Ni represión ni libertinaje, pero si se pretende ir a la raíz del problema, entonces cabe la pregunta ¿por qué habiendo crecido la economía a tasas muy altas durante tantos años seguimos con tanta pobreza? Ahí está la clave, donde se debe buscar la verdadera solución. Con unos miles de viviendas sociales -que hay que hacerlas más allá de estas circunstancias- se  sofoca este conflicto, pero el problema continuará existiendo, al aguardo de nuevas explosiones.
Hace unos días el periodista Andrés Oppenheimer presentó su libro "Basta de historias", abordando justamente el tema de la pobreza, llegando a la conclusión que la única alternativa viable para combatirla es la educación, que es la que ofrece igualdad de oportunidades. Los demás, son paliativos circunstanciales, justamente lo que se está haciendo en la Argentina. Cita como ejemplos muy demostrativos a China, la India y Singapur, todos ellos gobernados por signos políticos diametralmente opuestos, pero sin embargo coincidentes en que la educación es la única herramienta para enfrentar la pobreza. Y están consiguiendo bajarla, con tasas razonables. Aquí en cambio a los maestros casi se llega a fumigarlos.
La falta de políticas de Estado, en su esencia, es uno de los grandes déficits que tuvo nuestro país a lo largo de su historia. La educación fue no de los más claros ejemplos del mamarracho. Lo que implementaba uno, venía el otro y hacía exactamente al revés.
Tal vez mirando un poco en nuestra región podríamos obtener algunas conclusiones interesantes, sirviendo el espejo de Brasil, Chile y Uruguay, que han venido siguiendo una línea en los últimos 20 años, y les fue muy bien. En cambio nuestro espejo parecen ser Venezuela, Ecuador y Bolivia, justamente el lado opuesto.





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