Por Rodolfo Zehnder
NOTA II
4) Un
gigante contradictorio.
Es
probable que el macrismo se decida a mantener y fomentar la relación
con China, tratando de no entrar en la incipiente confrontación del
gigante asiático que Trump parece alimentar aunque sólo pase de
amenazas verborrágicas. De todos modos, hay señales de alerta en
esta relación, en tanto el ímpetu de crecimiento del PBI chino se
ha frenado, y la magnitud de nuestras exportaciones corre peligro de
achicamiento. Complica más el panorama el fuerte déficit comercial
con China, que sigue inundando (¿hasta cuándo?) el mundo con sus
productos; déficit que el macrismo no parece encontrar la fórmula
para disminuir, aunque comenzó a desarrollar, como paliativo, una
política de acrecentamiento del caudal turístico chino hacia
nuestro país. Respecto de la cuasi “misteriosa” base (¿sólo
científica?) de China en Neuquén, el macrismo decidió no romper
lanzas y asegurar su continuidad, en un acto de crudo realismo, si
bien logró mejorar los términos del acuerdo; de todos modos, la
construcción de dicha base, de ignotos beneficios para nuestro país,
se constituye en un potencial punto de conflicto con el bloque
occidental aliado a Washington.
5) La
vieja y adormecida Europa.
El grado
de incertidumbre que aqueja en especial a la Unión Europea, cuya
subsistencia se discute cada vez más entre los europeos, conduce
también a la falta de definiciones en este punto. No obstante, la
administración Macri optó por acelerar la firma de un acuerdo de
libre comercio entre el Mercosur y la UE, que ya lleva años de
discusión y de falta de resolución. Por otra parte, la posibilidad
de que en Francia, Alemania y Dinamarca advengan gobiernos de tinte
conservador y nacionalista, sin duda que no condice con el
diagnóstico inicial de Macri de una Argentina plenamente integrada a
un mundo cada vez más globalizado; a un mundo que, como se ve, en
lugar de integrarse cada vez más tiende a generar actitudes
centrífugas. El macrismo, ávido de recursos para el desarrollo, se
ha ocupado en tratar de lograr inversiones de capitales españoles,
franceses, alemanes y del Reino Unido (inaugurando así una nueva
relación con este país), cuyos resultados aún están por verse,
aunque el reciente anuncio de inversiones británicas parece marcar
el camino elegido, haciendo suponer que el Brexit puede ser
beneficioso para Argentina.
6) El
continente explotado y olvidado. Africa,
el gran continente olvidado, no parece tampoco estar en la mira
directa de la nueva administración, si bien ya hay muchas voces en
la diplomacia argentina que alertan, con entusiasmo, acerca de la
posibilidad de acrecentar vínculos comerciales e incrementar
nuestras exportaciones. No olvidemos que Nigeria es el país que
ostenta la mayor tasa de crecimiento del producto bruto, de dicho
continente, y si bien han fracasado algunos intentos de aumentar el
intercambio comercial (Angola, por ejemplo), la relación con
determinados países africanos merece tener un carácter casi
prioritario, por su potencialidad, lo cual todavía no se avizora.
7) Otra
gran posibilidad: El Sudeste Asiático. Esta
es otra área de gran desarrollo y crecimiento, que merece ser
explorada, y respecto de la cual se registran, por el momento, muy
tibios avances, que no se han traducido aún en hechos concretos.
Resultaría imperioso incrementar los contactos con Corea del Sur,
no sólo comerciales sino científico-tecnológicos, en tanto es un
país con un altísimo grado de avance en áreas estratégicas y que
realmente vive en el siglo XXI; sin olvidar a países como Vietnam,
que, al igual que China, sin perjuicio de su comunismo ideológico y
político, no ha dudado en incorporar elementos y valores del
capitalismo, como única manera de mejorar sustancialmente su
economía devastada por la guerra, objetivo que sin duda está
consiguiendo.
8) La
India en la mira.
El
gigante indio, el mayor productor de ingenieros en sistemas
informáticos del mundo, y el de mayor población a partir del 2050,
y en el cual se ha preocupado el macrismo en fijarse, es sin duda una
fuente formidable de posibilidades para nuestro país, no sólo en el
aspecto comercial sino también en el avance científico y acceso a
tecnologías de punta. Es quizá el gran desafío a emprender,
pletórico de posibilidades aún no exploradas, ya que el contacto
por el momento –tradicionalmente fue así- es mínimo, (quizá por
el abismo cultural que nos separa), si bien, como dijimos, parece
estar definida una política de acercamiento de mutuos beneficios.
Dependerá fundamentalmente de Argentina que tal política se lleve a
cabo, o quede –como tantas veces ha sucedido- en el terreno de las
intenciones.
En
síntesis:
el mundo es un rompecabezas. Lo que ayer era hoy no lo es tanto, y la
incertidumbre cabalga sobre inequidades cada vez mayores, y un
creciente desarrollo del tráfico de armas, de personas (migraciones
cada vez más frecuentes y campo propicio para explotadores), y
drogas, así como del terrorismo, del cual ningún país está
exento. Las esferas de poder varían, nada es estable, y ante tamaño
desorden los Estados se van manejando con cada vez mayores cuotas de
pragmatismo, y no de principios. El macrismo parece haber tomado nota
de esta situación, y por tanto es comprensible su, de algún modo,
política de “esperar los acontecimientos”, ver cómo se va
reacomodando el tablero internacional. Ello no significa ausencia de
política exterior expresa, como criticó un eximio excanciller,
sino más bien una actitud de prudencia, de no jugarse cartas enteras
porque, como dice el vulgo, no se sabe bien “cómo viene o vendrá
la mano”. Claro que, en un mundo tan dinámico, donde la celeridad
y profundidad de los cambios es una característica insoslayable,
como en una partida de ajedrez es conveniente mover las piezas, con
jugadas tácticas pero teniendo en cuenta la estrategia para llegar a
un resultado apetecible. Ello exige un profundo conocimiento de la
realidad y dinámica del mundo contemporáneo, de la relación de
fuerzas, y tal conocimiento no parece haber estado presente a menudo
en la historia argentina, más acostumbrada a actuar y reaccionar
según determinadas situaciones y estímulos, y estertóreos
manotazos de ahogado, zigzagueando sin rumbo fijo, cayendo a veces en
ideologismos estériles, renuente a trazarse objetivos claros y a
largo plazo, y a desarrollar las políticas adecuadas en
consecuencia, sea cual fuere el gobierno de turno.
(*) Miembro
del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, la
Asociación Argentina de Derecho Internacional, y el Centro de
Estudios Internacionales de la UCSE/DAR.
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