Por Roberto Actis
Todo el desastre que hubo en materia de seguridad cuando el partido entre River y Boca -consecuencia de lo cual esa final fue llevada a Madrid, sumando un disparate más a nuestra larga colección- no se replicó esta vez con el G-20, aunque claro eso se debió en gran parte a los 22.000 uniformados de varias fuerzas, pero además, a la presencia intimidante de los cuerpos de seguridad de algunos de los presidentes extranjeros, como el estadounidense Trump por ejemplo. Y por sobre todo acuerdos previos que no se cumplieron del todo, como el no permitir encapuchados que los hubo, pero que de todas maneras contribuyeron para la contención de posibles desbordes. Para lo cual no se debe agudizar demasiado la memoria, con recordar lo sucedido frente al Congreso cuando la reforma previsional, basta y sobra.
Esta metodología para manifestaciones de protesta, que entre otras cosas dejó el G-20, bien podría ser el principio para implementar en el futuro y ver si de una vez por todas se puede controlar el caos que habitualmente está instalado en Buenos Aires con cortes de calles, piquetes y muchas veces situaciones de violencia llevadas a su máximo nivel. No se trata de impedir reclamos o disidencias, que son legítimas, pero si garantizar los derechos del resto, es decir, de quienes no participan de este tipo de expresiones. Claro, que no es sencillo movilizar 22.000 efectivos ni tampoco suspender el transporte público ni menos blindar tantos espacios de la ciudad como sucedió ahora, pero al menos es un indicativo bastante claro para sacar algunas conclusiones. Es que hasta ahora, en estos tres años, se habló mucho y se hizo poco, casi nada. Se estudia, se analiza, se muestran estadísticas, se mencionan algunos logros poco visibles para la mayoría, se difunden protocolos y otras menudencias por el estilo, pero nunca hubo avances. En cambio se hizo común la imagen de uniformados en retirada, recibiendo piedrazos, empujones, golpes y hasta bombas incendiarias. Conclusión: nunca estuvo tan baja la consideración por la policía. Claro que en eso intervino también fuertemente la justicia, que haciendo uso de leyes que son interpretadas de forma diversa y contradictoria, liberan a los detenidos más rápido que un rayo. No sólo a los violentos de estas movilizaciones, sino también a los delincuentes que asaltan y roban por doquier.
Es hora que "cambiemos" en serio, o de otro modo seguir tirando piedras y destrozando lo que se encuentre por delante.
Por supuesto que esta cumbre de líderes mundiales dejó muchas otras cosas más que la seguridad expuesta, o la aprobación o rechazo según del lado que se esté de la grieta. También los acuerdos comerciales o futuros apoyos, que se irán conociendo en detalle en tiempo cercano y si en verdad se cumplen. En realidad, uno de los temas considerado central, es el del cambio climático, pero que sólo logra declaraciones que nunca tienen efecto activo, más allá de los documentos rubricados. En especial desde que Trump es presidente, restando significación al calentamiento global y retirándose del Acuerdo de París. Opta por salvar sus minas de carbón antes que preservar el planeta.
Justo en coincidencia con el G-20 se conoció un informe de Naciones Unidas advirtiendo que a fin del presente siglo la temperatura de la tierra podría subir hasta 5 grados, con consecuencias imprevisibles. Ahí no escapa nadie, tanto ricos como pobres, países poderosos o débiles. Sin embargo los líderes mundiales siguen ocupados en otras cuestiones, como almacenar ojivas nucleares o amagar con guerras que podrían ser terminales. Claro, ellos -como nosotros- no estarán para verlo. En definitiva habla de lo bajo que hemos caído.
Entre lo mucho -como siempre- que dejó la semana estuvo el cierre por parte de la justicia del caso Maldonado. No hubo desaparición forzada. ¿Se acuerdan todo lo que se inventó? Al final prevaleció la verdad sobre el relato, que hasta tuvo película propia.
Lo que nos resulta pleno y satisfactorio, y dejamos para el cierre, fue el rechazo de la Real Academia a las expresiones “todos y todas”, “todes”, “todxs” o “tod@s” , considerando que el género masculino de las palabras, “por ser el no marcado, puede abarcar el femenino en ciertos contextos”. Ahora tal vez haya que esperar que dirá la Academia de la Sensatez sobre el avance transgénero sosteniendo que los genitales no determinan el sexo de las personas. Queda la sensación que el tobogán de la decadencia tiene todavía para rato...
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.