Por Roberto Actis
La presidenta Cristina Fernández debe estar convencida que los 4 millones de votos que se le fugaron en las primarias fue consecuencia de las críticas y revelaciones de los medios del Grupo Clarín, y que poco y nada tienen que ver la inflación, la inseguridad, la corrupción, el cepo al dólar, el despilfarro del dinero de los jubilados y toda la serie de controles y restricciones cada vez más rígidos, y además impuestos con un sesgo claramente autoritario. Sí en cambio dio un paso atrás con el mínimo no imponible, ahora elevado a un piso de 15.000 pesos, con lo cual le quitó la bandera del reclamo a las organizaciones sindicales.
Las instrucciones de un avance total en la búsqueda de acallar críticas, quedaron claramente expuestas en estas audiencias por la Ley de Medios. El silencio parece ser el recurso excluyente para tratar de sostener a flote "el modelo", y algo más que eso, poder revertir en octubre el revés de las primarias. Aunque por el breve plazo que resta, tal vez el objetivo que se busca sea el de 2015, nunca hay que descartarlo, por más impedimentos institucionales que haya.
Lo que no termina de comprenderse con estos avances, es que tienen un efecto búmeran muy fuerte, pues terminan impactando contra quien los promueve. Hace unos días se conocieron dos encuestas bastante coincidentes: el 70% de la gente cree que la finalidad de la ley sobre audiovisuales es "controlar a los medios", copiando lo que rige en Venezuela, Ecuador y Bolivia, donde prácticamente no quedan medios críticos. Y yendo geográficamente algo más lejos, pueden mencionarse los casos de algunos países árabes en los que cayeron viejas y sangrientas dictaduras, aún no existiendo medios opositores, que fueron reemplazados por las redes sociales. Aquí también tuvimos algunos ejemplos, cuando se organizaron movilizaciones que llegaron a reunir cientos de millares de personas en más de 40 ciudades, sin la intervención de medios, partidos políticos ni organizaciones de otra clase.
Pero además, existen algunas situaciones puntuales insostenibles desde la argumentación. Se busca desarticular los pocos grupos privados que quedan, pero se sigue agrandando la monopolización estatal, convertida en una extensa lista de medios que se abastecen con el dinero público -que es de todos, claro-, aunque con resultados pobrísimos. Se estima que hoy el 80% de los medios, directa o indirectamente, está al servicio de la propagando oficial, aunque dentro del montaje olvidaron un pequeño pero decisivo detalle: los lectores, los televidentes, los oyentes, a quienes no se les puede imponer preferencias. La gente quiere información y desecha la propaganda.
Tal vez, en la ley que hoy está en juego para alcanzar el crack definitivo que había frenado la Justicia por la supuesta inconstitucionalidad de unos artículos, debieron incluir un apartado obligando a leer, ver o escuchar los medios afines. Aunque, mejor no estar dando ideas. Todo puede ser posible.
El público es el exclusivo control de los medios, exceptuándose esfuerzos, recursos o cualquier otra alternativa que se intente. No se imponen a la fuerza, aunque lo que sí se logra, es el silencio.
Octubre está prácticamente a la vista, y transcurridas tres semanas desde las primarias, no hubo buenas noticias para el gobierno, ya que algunas encuestas dan cuenta que la diferencia es mucho más probable que se amplíe en lugar de achicarse. En este momento, Massa estaría 10 puntos por sobre Insaurralde, casi duplicando la ventaja de las primarias, un escenario que estaría también dándose en otros de los principales distritos electorales. De todas maneras, es prematuro establecer escenarios definitivos. Deberá aguardarse para conocer el impacto de la suba del mínimo no imponible, y seguramente algunas otras medidas, circulando la especie sobre una baja del IVA en alimentos.
Más allá de estas cosas del bolsillo, también se quiere hacer algo por la seguridad, que al parecer ha dejado de ser una sensación. Por 45 días se dispondría el desplazamiento de efectivos de Gendarmería en el Conurbano, una de las zonas más afectadas por la inseguridad, pero además donde el gobierno trata de recuperar votos que se le escabulleron. La cuestión es que para llevar uniformados a esa álgida zona bonaerense, se echaría mano a toda las tropas disponibles, incluso la del Destacamento Rafaela.
De confirmarse, un claro caso de la frazada corta. Dan más protección a algunas zonas en desmedro de otras que quedan a la intemperie.
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