Por Dr. León Jorge César Nihoul (*)
En relación con el proyecto de legislación represiva del consumo de prostitución, presentado por el senador nacional Aníbal Fernández, resulta conveniente acercar algunos conocimientos sobre la materia en cuestión. El objetivo es ayudar a una mejor comprensión de lo que es medular en el proceso respectivo y sus derivaciones. Una de estas, la posibilidad de sancionar con penas de cárcel a quienes consuman prostitución.
El Sexo es el único aparato orgánico dividido, mitad en el varón, mitad en la mujer, formando partes opuestas y complementarias entre sí. Pero para lograr la unidad es necesaria la previa actuación de un mecanismo de motivación psico-físico de oferta y demanda. Entre nuestros precursores filogenéticos, los mamíferos, es la hembra quien realiza la oferta mediante las feromonas producidas durante los estados de celo. Esa oferta no responde a una demanda del macho, sino que este es motivado por el estímulo proveniente de la hembra. En los humanos las feromonas ovulatorias, demasiado sutiles, no son percibidas en grado suficiente por el órgano olfatorio bomeronasal de los hombres. Esta falta de percepción es una estrategia inteligente dentro del proceso evolutivo. Ello evita que las mujeres sean acosadas en la calle, oficinas, iglesias. En compensación puede observarse que la mujer se esmera en exhibir sus mejores aptitudes erotizantes, haciendo de ese modo que ella se constituya, en primer término, en la oferta, en el objeto de atracción, para después elegir al más adecuado según sus gustos y necesidades, siguiendo el principio biológico de selección natural. El varón responde con una aparente iniciativa creyendo ser el seductor, el principal protagonista, mientras la mujer luce una prudente pasividad. Alguien podría decir que la atracción sexual es una tela de araña tejida por la mujer, aunque al final la tejedora termina embarazada. Esto sería así pergeñado por el pensamiento biológico inconsciente, artífice primigenio de toda conducta sexual, moral o inmoral. Por lo demás, ocurre que entre los machos animales y humanos el sexo no funciona sin la presencia de estímulos exteroceptivos. Este comportamiento ha sido probado por experiencias realizadas por Harlow, 1962, en monos y por Zingg, 1940, en humanos. Así también ha ocurrido en el caso de los hombres confinados en la Antártida, en los primeros destacamentos privados de mujeres y televisión, según lo comprobara el Dr. Elíseo Iturrieta, médico de uno de esos destacamentos. No existe una libido endógena, ni una necesidad fisiológica; el semen no es un excremento similar a la orina que necesita ser evacuada. Es entonces que para esclarecer la responsabilidad de los hechos dentro de la controvertida materia de la prostitución bien podría decirse que la oferta es lo que provoca la demanda. Esto no significa que el varón no sea responsable de su conducta. La corteza órbito-frontal, centro del recto discernimiento, del autocontrol y la moral, bien puede ser el medio idóneo capaz de desalentar la oferta. Asunto aparte es establecer y legislar sobre los derechos de usar del propio cuerpo, teniendo en cuenta que nuestro cuerpo y nuestra vida son las únicas propiedades intransferibles. Este principio de propiedad avalaría el derecho del ejercicio de la prostitución en escala personal y privada. Pero por la misma razón, ese derecho de exclusiva propiedad no puede ser transferido a terceros con fines de explotación comercial.
Para entender más a fondo el problema cabe agregar que la pobreza no es causa del estrago en cuestión, porque en caso contrario todas la mujeres pobres serían prostitutas en lugar de estar cargadas de hijos. La prostituta pertenece a una clase psico-sexual diferente. Sexualmente, ella es apenas una media mujer, se ofrece pero no elige. Es de pensar que su corteza órbito-frontal, las amígdalas cerebrales y ciertos neurotransmisores no la protegen, sea ello debido a factores genéticos o epigenéticos, o a un concurso de ambos. La neurociencia tendrá que identificar los elementos objetivos de esa patología a los fines de establecer su tratamiento etiológico.
Si bien la hembra animal o humana constituyen el factor primigenio dentro de la ecuación oferta-demanda, también ocurre que cesando la demanda se llegaría al agotamiento de la oferta, entendiendo esto así para el caso de la especie humana, la única especie orgánica que posee capacidad de auto-control. Es decir que en resumen tenemos que la prostitución debe ser penalizada o permitida en ambos términos de su ecuación oferta-demanda.
(*) Córdoba.
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