Por Prof. José Angel Mondino
Ante todo lo comunicado y aparecido en Facebook sobre violencia en las escuelas queremos sintetizar definiendo qué se entiende por violencia en las instituciones educativas: “Se trata de un fenómeno bastante generalizado y puede ser entendido como el producto de actos intencionales y sistemáticos que se convierten en un daño o en una amenaza. Desde este punto de vista las conductas agresivas dentro de la escuela no se reducen a acontecimientos de violencia física sino que se trata de abusos de poder por parte de personas más fuertes en contra de otra o de otras más débiles. Estos abusos pueden ser verbales, o también pueden surgir de la exclusión o de la marginación de algún individuo o de un grupo, de las actividades normales de una colectividad escolar” (Peter K. Smith, 2004).
No puede ni debe minimizarse lo que ocurre al interior de las escuelas, son hechos que esconden un gran complejo actitudinal que le da fundamento y sustento. Dichos acontecimientos no son otra cosa que la punta del iceberg, siendo necesario ocuparse en descubrir cuánto de profundidad tiene cada caso, a qué obedece su aparición. Al respecto AMSAFE expresa que es necesario preguntarse en qué contextos sociales se instala el debate y la reflexión acerca de la violencia en las escuelas. Las posibles respuestas a esta situación problemática que necesitan de un marco de políticas de Estado que no escindan lo social de lo educativo, que resuelvan las urgencias sociales y que no depositen la responsabilidad de resolución sólo en las escuelas o en las familias. Las causas de la violencia son poliédricas, es decir tienen numerosas aristas a investigar y/o abordar.
Si mencionamos estudios sobre los casos, el Jefe de Investigadores de la Universidad Católica Argentina, nos informa que las políticas sociales de inclusión no impactaron en la integración de niños y jóvenes en la educación (es decir no hicieron que estos niños y adolescentes permanezcan en las escuelas y aprendan). Esto se acentúa si tomamos las palabras de Alberto Asseff (diputado nacional por la Pcia. de Buenos Aires – Compromiso Federal Unir) en un artículo aparecido el 16 de julio del corriente año donde expresa que “Sancionaron leyes de enseñanza obligatoria, pero un millón de jóvenes ni estudian ni trabajan. Deambulan, con vocación esquinera, cual zombies”. ¿Cuántos de estos niños y jóvenes hay en nuestra ciudad? ¿Lo sabe la Delegación de Educación de Rafaela – Región III? ¿Se conoce a nivel provincial por parte del Ministerio de Educación? ¿Qué hace por estos sujetos el equipo socio educativo? ¿No es esto una violencia ejercida conscientemente sobre aquellos que son excluidos o marginados de la educación que según apareció en un cartel es la mejor vacuna contra la violencia?.
¿Hay niños analfabetos en Rafaela? Si. La semana pasada en una farmacia donde estaba, apareció un niño que en principio dijo tener 7 años, luego lo cambió a 9 y por último dijo tener doce. Quería pesarse a lo que la farmacéutica le indico que se pesara y mirara cuánto pesaba. El niño dijo no conocer los números y pidió que se los anotaran en un papel. Se le preguntó a qué escuela concurría y dijo que a ninguna. Indudablemente el niño era un analfabeto que vive en la “Perla del Oeste”. Esto es violencia de marginación de un sector de ese bien obligatorio que a su vez es un derecho que es la educación. ¿Esto también encierra un acto de violencia? Por supuesto es violencia a largo plazo, puesto que dentro de años tendremos una sociedad con un alto porcentaje de analfabetos puros y analfabetos por desuso.
La violencia social y las desigualdades irrumpen en las escuelas y son reflejadas por ellas en concepciones pedagógicas tradicionales, el autoritarismo y la no comprensión de las situaciones reales que hacen que se busquen sólo culpables para arrojarles toda la responsabilidad. Y justamente ésta es compartida aunque existen estamentos más comprometidos que otros: las autoridades que elegimos son quienes deben buscar soluciones acordes a los tiempos que se viven y posibles de ser llevadas a las prácticas, que no permanezcan en un discurso vacío de real contenido.
La educación debe ser entendida como una política de estado y no una política partidaria, única forma de atender a la problemática de presentamos. “Mientras el estado perpetúe las condiciones para que haya malestar en las escuelas y en la cultura, nos seguiremos preguntando cuánto o qué de escolar tienen los hechos de violencia que acontecen actualmente en las instituciones educativas …”
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