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Notas de Opinión Domingo 9 de Febrero de 2014

Palos para todos

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

El domingo pasado terminábamos el comentario diciendo que la gente no les creía a Capitanich y Kicillof, los actuales voceros de esta crisis, pues habían dicho muchas cosas de las que al rato debieron desdecirse -y lo siguieron haciendo estos días-, siendo realmente patético lo de Capitanich al calificar el ahorro como nocivo para el crecimiento de un país y ubicándolo al lado de la avaricia, pero dando rápida marcha atrás a las pocas horas cuando se descubrió que poseía varios plazos fijos de voluminosos montos. Añadíamos además, que frente a esa circunstancia, la que debía aparecer era la presidenta Cristina Fernández, pero dejando de lado esa postura de estar viviendo en el país de las maravillas, pues la única manera de poder encarar soluciones es admitiendo la existencia de los problemas, para más datos generados durante esta década ¿ganada? ya que no queda más margen para seguir culpando a los gobiernos anteriores. La frase del final no era ciertamente optimista, "no creemos que suceda", ajustada al sentido de lógica sostenida por los antecedentes.

Tal cual, la presidenta Fernández habló de casi todos los temas que había callado hasta ahora, abandonando esa postura de lejanía y ausencia. Pero volvió a negar los problemas, culpó a otros a diestra y siniestra incluso a propios de sus filas que estaban allí integrando el coro de aplaudidores, como al jefe de la CGT oficialista Antonio Caló, quien pagó caro el atrevimiento de haber dicho que "hay trabajadores que pasan hambre" y sumarse al pedido de aumento de una suma fija. Confrontación pura, retos, intolerancia, la esencia misma del transcurrir de estos once años.

Según la visión presidencial, además reiterada como cantilena constante por sus voceros más cercanos, la culpa de lo que ocurre es de los empresarios avarientos y especuladores, de los sindicalistas, de los destituyentes, hasta que Francisco fue papa de la Iglesia, de los grupos económicos concentrados, de las petroleras, de los exportadores, de las conspiraciones internacionales contra la Argentina. ¡Nunca del gobierno!

La postura deja vislumbrar que este tránsito hacia diciembre de 2015 será complicado. La presidenta no parece haber comprendido que lo que no pudo hacer hasta ahora difícilmente lo consiga en este tiempo que le queda por delante. No se pide que cambie el rumbo, que decline muchas de sus posturas rígidas -que de paso, tantos problemas originaron-, se comprende que nadie puede acostarse hincha de River y levantarse siendo de Boca como sucedió con Víctor Hugo Morales, pero sí en cambio puede existir cierta flexibilización, hacer algunas pequeñas concesiones en los temas más duros, como para que se allane el camino de la transición. Incluso de esta forma le facilitaría las cosas al propio kirchnerismo en sus aspiraciones de continuidad, pues endureciendo posturas sólo consigue un mayor rechazo. La época del 54% ha quedado mucho más atrás de los dos años y pico transcurridos.

Desde hace tiempo se viene negando sistemáticamente la realidad. Las reservas siguen en el tobogán, el dólar no encuentra techo, la inflación todo lo carcome, casi todos los indicadores se encuentran en picada y sin embargo se sigue optando por la confrontación cuando el momento impone diálogo. El Papa hizo estos días una advertencia que parece calzar justo para la Argentina: "no culpar a Dios y al pueblo". Aquí, que son los únicos que faltan.

Por estos días se han escuchado algunas voces alarmistas, y seguramente mal intencionadas, suponiendo la creación de condiciones para una salida anticipada, incluso con elecciones. Aunque no se compartan muchas cosas, el objetivo común debe ser apuntalar de la mejor manera para que todo siga su curso dentro de la normalidad. ¡Ojalá sea así!

Con "palos para todos", como dio la impresión de ser la consigna de la presidenta Fernández en este reencuentro con la realidad -vista a su manera por supuesto-, los meses por venir se harán cada vez más difíciles. Es que mientras la economía continúa deteriorándose, llevando también la política a ese ámbito, crece la impaciencia y se generan condiciones exactamente al revés de como deberían serlo. 

Suponer por ejemplo que el 11% de aumento para un jubilado que cobra la mínima -que son el 74% del universo de la clase pasiva-, habiendo llevado el haber a 2.757 pesos, puede ser recibido con aplausos es una forma de permanecer alejada de la realidad. Los precios le ganan por goleada. 

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