Por Roberto Actis
Tal cual, para ir tirando. Esa es al menos la sensación que dejan las medidas que se van tomando desde el Gobierno, que más que para solucionar realmente los problemas, es para tratar de reducir sus efectos negativos, demorándolos con el objetivo de este 2015 que cada vez parece más lejano. Es verdad que la eliminación del cepo sobre el dólar se venía reclamando como una necesidad para ir acomodando la economía, pero dentro de un ordenamiento de otras medidas que dieran un marco de mayor integridad, con el objetivo mayor de ir tratando de establecer una credibilidad que brilla por su ausencia. Es que, justamente, la falta de confianza es un síntoma que atenta contra cualquier intento, y en eso no se ha avanzado prácticamente nada.
Las medidas se van tomando parecen ser según el humor de cada mañana, repasando lo que ocurrió el día antes. El dólar estaba descontrolado y se anunció el levantamiento del cepo, aunque sin demasiadas precisiones, quedando la sensación que no se tenían muy claras en ese momento.
El razonamiento parece ser, ¿querían comprar dólares? pues ahí tienen la posibilidad de hacerlo, aunque quedará por trasponer la barrera de la AFIP, lo que no es nada sencillo, el pago del 20% como adelanto de Ganancias y otras menudencias por el estilo, que recién quedarán claras desde mañana. Lo inicial que esta apertura es medio a los tumbos y los dólares no estarán al alcance de todos.
Sin embargo, la fuerte devaluación que se hizo de nuestra moneda, parece no haber tenido para nada en cuenta los "precios cuidados" que se habían lanzado un par de semanas antes, y que también por la desprolijidad de su planificación, ni siquiera todavía habían alcanzado a llegar al interior del país. ¿Qué precios cuidados podrán soportar este nuevo dólar?
Todas estas resoluciones que se superponen e interfieren entre si es lo que abona la suposición que no existe plan alguno, sino la sencilla acción de ir tapando agujeros, aunque en algunos casos como el mencionado, destapando otros.
La gente piensa con el bolsillo, un razonamiento simplista pero práctico en las estrategias políticas. Con mirar hacia atrás se tiene la forma de comprobarlo, a los últimos presidentes les fue bien cuando la economía andaba bien, y mal cuando ocurría lo contrario. La propia Cristina Fernández pasó de estar en las nubes con el 54% de mediados de 2011 a este presente deshilachado. Aquel momento de esplendor debió ser el elegido para reformular una economía que ya entonces tenía síntomas de agotamiento, pero en cambio prefirió el "vamos por todo". Los resultados y las consecuencias están a la vista con este presente en el cual el único objetivo parece ser llegar lo más decorosamente posible al final del mandato. Objetivo que no es sencillo.
El verdadero cáncer que tiene el país es la inflación, pero la presidenta Fernández la niega porque va contra su relato de las maravillas de la década ganada, al extremo que ni sus más cercanos funcionarios pueden mencionarla por temor a su enojo.
El rumbo no ha experimentado ninguna mejoría, todo lo contrario, cada día va un poco peor. La aparición del vocero matinal Jorge Capitanich pareció traer algo de aire fresco en el comienzo de sus apariciones, pero prestamente fue puesto en vereda y ajustado su discurso a la lógica kirchnerista, de que la culpa es de cualquiera, menos del Gobierno. Preferentemente de los medios hegemónicos, a los que llegó a responsabilizar hasta de la enloquecida carrera del dólar, cuando en realidad lo que se hace es defender los ahorros que en pesos se escabullen como agua entre las manos.
Los subsidios que el año pasado consumieron 120.000 millones -algunas fuentes dicen que algo más- y que este año podrían engullir más de 200.000 millones, deben ser solucionados, dificilmente se puede llegar con ellos a fines de 2015 para que la brasa caiga en otras manos. Sin embargo se tira hacia adelante.
¿Podrán resistir las deterioradas finanzas públicas? Todo parece indicar que es muy difícil que sea de esa manera y que algunas medidas más duras de ajuste deberán tomarse, pues tanto tiempo por delante con el actual nivel inflacionario, es una meta poco menos que imposible. Pero claro, la presidenta Fernández parece estar en otra dimensión, así quedó la sensación tras su retorno a la cadena nacional, ignorando todos los problemas que en las últimas semanas se precipitaron en avalancha. Inflación y cortes de luz al menos.
Hace rato que los ingresos del campo ya no alcanzan para sostener el funcionamiento de un Estado que creció desmesuradamente. Los dos primeros pasos para iniciar una lucha contra la inflación son reducir la emisión monetaria y el gasto público. Pero de eso, parece estar prohibido hablar, e incluso cuando se lo hace se dicen disparates, como por ejemplo Kicillof asegurando que la emisión monetaria no es inflacionaria.
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