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Notas de Opinión Martes 19 de Julio de 2011

Pasado, cultura, política y futuro

FUTBOL: REFLEXION TRAS LA DERROTA

Lic. Mauricio Caussi

Por Lic. Mauricio Caussi




Muchas veces he discutido en reuniones con amigos la significancia del fútbol. Y siempre he defendido una posición que le da a este deporte un lugar destacado en nuestra cultura, entendida esta en el sentido más amplio e integrador posible. Quizás una frase de Carlos Tevez hecha pública en muchos medios ayer, y entendiendo además la relación de Tevez con la gente, lo define, en un plano tan crudo como real: “si no fuese por el fútbol hoy estaría muerto o preso”.

Pero digo esto no para profundizar su análisis, sino para partir de esta relación fútbol-cultura e intentar extraer alguna lección que nos permita, en un momento triste para el país, renovar nuestras energías.

Sinceramente debe de ser para mí, hombre que se alegra o se entristece mucho por el fútbol, una de las derrotas menos tristes. Porque más allá de la derrota deportiva que sí entristece, esta pronta eliminación de la Copa América significa también la derrota de un esquema dirigencial que hoy conduce al fútbol que está acabado de hecho, y ojalá se acabe pronto formalmente. Es una absoluta injusticia que Sergio Batista sea director técnico de la Selección Nacional, no por él, sino porque antes que el hay muchos entrenadores que han hecho sobrados méritos para serlo, y sin embargo han sido postergados por el “mandamás” (que cada vez manda menos), para tener alguien manipulable, y poder intentar seguir siendo el que todo lo puede.

Yo no me sentí identificado con esta Selección. Y más allá de nuestra eterna discusión futbolera, no lo estuve porque me producía un gran recelo, una marcada bronca, que el equipo que debe ser de todos, sea conducido por alguien (Batista, pero insisto, no es nada personal con èl) que no representa la imagen de “llegar” a partir de la formación, el esfuerzo, y los resultados concomitantes, sino de la obsecuencia y la sumisión a alguien quien, además, conduce no ungido de manera democrática, sino a partir de una red de relaciones, cuanto menos grises, construidas a base de la administración de los recursos (Grondona, tampoco es una cuestión personal con él).

Por supuesto, podríamos hablar también de lo estrictamente deportivo, resaltando el hecho que la Selección fue, mayormente, más una sumatoria de individualidades, que un equipo. Fue un “dársela a Messi y esperar que maree 4 ó 5 y convierta”, antes que la expresión de un trabajo en conjunto, que amalgame características pensando en que un sistema es más que la suma de las partes y que permite potenciar virtudes individuales y neutralizar defectos también individuales.

En lo folclórico también hay algunas cuestiones para destacar. El país siempre dividido. Entre los “pro Messi” y los “contra Messi”. Entre los “pro Selección” y los “contra Selección”. Entre los “pro Tevez” y los “contra Tevez”. Entre y entre. Pero siempre divididos.

Encuentro similitudes, entonces, entre lo que expresó esta Copa América, nuestra Selección, sus dirigentes, su conducción deportiva, y lo que en grandes tramos mostraron en la cancha los jugadores, con algunos de los rasgos que nos caracterizan como sociedad. Y que por cierto son quizás más importantes. Sin querer generar una nueva controversia, por supuesto que es más importante un país que genere inclusión a partir del trabajo, que un país cuya selección gane la Copa América (igual, quiero decir, el fútbol da alegrías, por eso es tan importante para nuestra cultura).

Y dentro de una semana en Esperanza y en la Provincia de Santa Fe, y dentro de 3 semanas en Argentina, democráticamente, los argentinos elegiremos a quienes nos gobernarán durante los próximos 4 años.

Quiero decir para ir terminando, en primer lugar, y una vez más, que debemos valorar que lo podemos hacer. ¿Cuánto más empatía y vínculo con la gente hubiese generado que esta Selección sea conducida por un director técnico con consenso? ¿No sería más fácil para el fútbol argentino, en franca decadencia desde hace tiempo, consensuar un proyecto estratégico que nuevamente nos potencie, si sus autoridades resultasen elegidas también democráticamente? Valoremos la democracia. Siempre.

En segundo término, quiero decir que también debemos valorar, al momento de ejercer nuestros derechos, algunas otras cosas. Suelo escuchar a menudo fuertes críticas a la política, y creo que a veces son excesivas. Reflexionemos sobre cómo estamos a cada nivel (Ciudad, Provincia, Nación), pensemos en cómo estamos en general (no sólo cada uno, individualmente), y pongamos esa reflexión en un contexto histórico: cómo estábamos hace 10 años, cuál ha sido la tendencia, que perspectivas le vemos al futuro; lo que hoy hacen o dejan de hacer nuestros dirigentes, depende también de la situación que heredan, y determinarán la que heredarán los siguientes; castiguemos el facilismo y la demagogia.

Y particularmente pensemos, todos, quienes votaremos y quienes aspiran a ser votados, en cómo podemos hacer para tener proyectos (de Ciudad, de Provincia, y de Nación) compartidos. Si bien seguramente habrá otras, creo que toda sociedad requiere de la presencia de un par de condiciones para su evolución positiva, para su desarrollo. Compartir un proyecto, y que funcione el sistema de premios y castigos. Compartir significa sentirse parte (en un sistema democrático implica aceptar las mayorías o las primeras minorías). Si nos sentimos parte apoyaremos y nos comprometeremos más. Nos “jugamos”. Y ahí viene la segunda: premio para los que lo hacen, para los que se han esforzado, se han preparado. Y castigo para los que no respetan.

Festejaron nuestros hermanos uruguayos. Vaya si lo merecen. Hace menos de 10 años el fútbol uruguayo tocaba fondo. Cambiaron: proyecto compartido, conducción respetada a partir de su trayectoria y capacidad, equipo en el más estricto y amplio sentido de la palabra. Felicitaciones, una sana envidia, y la esperanza que podemos, me invaden.


(*) Ex secretario de Industria de la Provincia. Reside en Esperanza.



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