Por Julio César Armando
La semana pasada este Diario publicó una nota que refleja la realidad que se encuentran viviendo las escuelas primarias de la ciudad y la región como es la falta de maestros reemplazantes. Lo que motiva que instituciones educativas abran inscripciones complementarias a tan sólo 3 meses de iniciado el ciclo lectivo buscando incorporar más personal disponible para cubrir las vacantes que se presentan durante el año debido a las licencias docentes.
Esta situación genera preocupación en los directivos de las escuelas que deben agrupar grados, solicitar la colaboración del personal para que realice doble turno, llamar a alumnos avanzados de la carrera docente o convocar a maestras de Nivel Inicial para cubrir los reemplazos y que los chicos no se queden sin clases. Una situación que viene empeorando en los últimos 5 años con escalafones que se agotan cada vez más rápido. Las escuelas que mayor dificultad atraviesan son las más alejadas del centro de la ciudad y ni hablar de las que se ubican en el interior del departamento Castellanos que dependen de localidades más grandes para conseguir maestros.
Para tratar de acercarse a las causas que llevan a esta situación, habrá que concentrarse en más de un aspecto que seguramente confluyen para que la falta de docentes reemplazantes ocurra. Por un lado hay que revisar los datos del “semillero” donde se forman los maestros. En el caso de nuestra región hablamos del Instituto Superior del Profesorado Nº 2, donde tomando los últimos 3 años la baja de graduados en la carrera de Docente de Nivel Primario es considerable. En 2011 hubo 17 egresados, en 2012, 14 y en 2013 se recibieron solamente 8. Si se toman los últimos 5 años hay que decir que el total de alumnos que terminaron la carrera docente fue de 59 (8 en 2009 y 12 en 2010), lo que da un promedio de casi 12 graduados por año, todas mujeres. Estas 12 nuevas profesionales repartidas en 29 escuelas primarias con que cuenta la ciudad, más las que se ubican en la región termina siendo un número insignificante. ¿Por qué pocos eligen la docencia como profesión? En su última visita a Rafaela la ministra de Educación de la provincia, Claudia Balagué, expresó que las perspectivas de que más jóvenes se sumen a la carrera docente son buenas debido a que Santa Fe posee uno de los salarios más altos del país (hoy unos 6.000 pesos) comparado con otras provincias. Un salario que de todas maneras se encuentra muy por debajo de la canasta familiar real y que seguramente no alcanza a ser una motivación suficiente para que más estudiantes se inclinen por la docencia, sobre todo si se tiene en cuenta el nivel inflacionario que vive el país. Existen otros motivos, más allá del salario, para analizar y que hacen a la calidad de vida de un trabajador. Hoy las condiciones laborales por las que atraviesan los maestros no son las mejores, el marcado nivel de violencia que tiene a las escuelas como principal caja de resonancia y la desprotección ante la misma de los docentes es una de los factores condicionantes a la hora de elegir ser maestro, o a veces ejercer la profesión. Las famosas “4 horas de trabajo por día” y “3 meses de vacaciones” que en algún momento expresó la presidenta Cristina Kirchner se encuentran lejos de la realidad y el estrés cotidiano que debe enfrentar un educador muchas veces hace desistir a quienes pretenden emprender ese camino en un futuro. No es un dato menor que la carrera para ser maestro ha ido incrementado el tiempo de estudio que hoy llega a los 4 años, aumentando la exigencia pero nos los beneficios económicos ni laborales.
Si a la escasez de docentes que se reciben le sumamos la cantidad de licencias que se piden por día en Santa Fe, el combo es perfecto para que falten maestros. En nuestra provincia, de acuerdo a últimos datos dados a conocer por el Ministerio de Educación, el ausentismo es del 24 por ciento, siendo las licencias cortas más solicitadas por los educadores las relacionadas a enfermedades infectocontagiosas, de la voz y las osteoarticulares. Mientras que en el caso de las enfermedades de largo tratamiento, se deben principalmente a problemas de índole psiquiátrico. Otra causa frecuente de inasistencia es la atención de familiares enfermos, sobre todo teniendo en cuenta que la docencia es una profesión predominantemente femenina y que son las madres generalmente quienes faltan al trabajo para atender a sus hijos. Que la actividad sea ejercida casi en su totalidad por mujeres no es un dato menor, ya que los cambios sociales hacen que muchas de ellas hoy sean sostén de hogar y para mantener a sus hijos necesiten trabajar más de un turno (ya que con un salario no alcanza), cuestión que termina siendo perjudicial para su salud y que deriva en el pedido de más licencias. Del 24 por ciento de ausentismo que se da en Santa Fe, el 30 por ciento pertenece a docentes que acusan problemas relacionados a lo psicológico como estrés, ataques de pánico, depresión, etc. Cuestiones que están estrechamente vinculadas a las condiciones laborales que hoy atraviesan los educadores. Violencia, aulas sobrepobladas e inacción de parte del Estado terminan muchas veces por deteriorar la salud de los maestros que pasan a engrosar el número de licencias o a formar parte de las “tareas diferentes” en las que se los saca del aula para que realicen otras actividades dentro de las instituciones.
En conclusión, la falta de jóvenes que deciden ser docentes y el aumento de licencias por parte de los trabajadores que se encuentran en actividad generan un combo perfecto para que hoy en las escuelas primarias falten maestros reemplazantes. Por lo cual el trabajo del Estado debe ir en ese sentido para tratar de solucionar el tema: hacer más atractiva la oferta educativa y mejorar las condiciones laborales de los educadores.
juliocesararmando@hotmail.es
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