Por Roberto Actis
En realidad, nadie puede saber con certeza si la posibilidad de intervenir el grupo Clarín fue un objetivo cierto, o bien se trató de una "chantada mediática", como lo definió el ministro Randazzo con su habitual verbigracia, utilizada como forma de abrir el paraguas antes que llueva. En definitiva, tal como están las cosas agitándose en estos meses previos a las elecciones, absolutamente nada puede ser considerado imposible, después de este tremendo avance para quedarse con el dominio de la justicia, además del proyecto en marcha legislativa para apropiarse del control de Papel Prensa, única planta productora de papel para diarios del país, lo cual sumado al control de las importaciones, hace que se pueda llegar a tener en un puño la provisión del indispensable elemento para los medios gráficos. De eso, al sometimiento, apenas un paso.
El "vamos por todo" cobró una aceleración prácticamente total, dejando en evidencia que la posibilidad de candidatear a Cristina Fernández a un tercer mandato presidencial se intentará por todas las formas. Esta misma semana fue la propia Presidenta la que volvió a menear el tema insistiendo en que la Constitución debe ser reformada, aunque dijo que no será ella quien lo promueva, una aclaración en realidad innecesaria, ya que nunca es la Presidenta la que sale a batir el parche con estas cosas, pues para eso tiene al grupo de fieles acólitos. ¿O a esta altura se puede suponer que alguien en el gobierno puede tomar una decisión propia? Hasta para ir al baño se necesita la venia, o bastante parecido.
Lo que viene, por sobre todo lo diario que va acumulándose, es la decisión que finalmente adopte la Corte Suprema sobre la avalancha de pedidos de inconstitucionalidad sobre esta extraña democratización de la justicia, pero además, y con la carga de toda la trascendencia, las elecciones de octubre. Esa será la llave maestra que abra o cierre casi todas las puertas. Para esa instancia clave, no queda demasiado tiempo pero aún suficiente como para esperar algunos cambios que modifiquen el actual escenario. La economía le está jugando en contra al gobierno y todos los intentos por producir algún cambio hasta ahora le salieron como tiro por la culata, pero aún hay margen y seguramente dinero acumulado para jugar alguna carta muy fuerte. No debe olvidarse que el kirchnerismo entiende la política desde el manejo de la caja.
La oposición en tanto, salvo algunos esbozos en que aparenta dar señales de que aún respira, continúa durmiendo la larga siesta, quedando casi siempre mayores evidencias de las diferencias que de los intereses comunes. La gente le indicó más de una vez el rumbo, con algunas de esas salidas a la calle que no necesitaron mayor impulso que el dado por la disconformidad existente, pero ni así se produjo la reacción. Mientras las aspiraciones personales prevalezcan por sobre el interés común, no deben esperarse cambios. Todos quieren ser el candidato a presidente, el verdadero dilema.
Con una oposición derruida y un oficialismo que se debate en la impotencia de su propia incapacidad, generando problemas en lugar de resolverlos, lo inmediato se pierde en la oscuridad.
Lo que no puede detenerse es el tsunami de la corrupción que salpica desde los cuatro costados. Entre viejas cosas que se pusieron a la luz del día todas juntas, y otras que siguen apareciendo, lo dejaron al gobierno sin capacidad de respuesta. Ni una sola aclaración, siquiera para consuelo. Claro, ¿cómo explicar mansiones, empresas, lujos y bóvedas que se muestran a los ojos de todo el mundo?
Y siguen apareciendo, el caso de los vagones del subte porteños es impresionante. Tiempo atrás el Gobierno nacional compró 45 coches nuevos a una empresa de China a razón de 2.480.000 pesos cada uno; ahora, el gobierno de la ciudad de Macri compró 105 de esos mismos vagones, igualitos a los anteriores y a la misma empresa, pagando 1.740.000 pesos cada uno. Una pequeña diferencia de 740.000 pesos por vagón, que a razón de 45 unidades deja por el camino la diferencia de 33.300.000 pesos.
El ministro Randazzo es el responsable del transporte, ¿y saben qué explicación dio?. Pues que él no estaba a cargo cuando se hizo la compra desde la Nación en 2008, como si no existiese la continuidad jurídica, aunque lo más importante, olvidando que por ese entonces era presidenta Cristina Fernández, que Ricardo Jaime -un personaje que curiosamente goza de libertad- operaba lo relacionado con estas compras y que ex-el presidente Néstor Kirchner era quien tenía a su cargo estos menesteres.
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