Por Roberto Actis
Este domingo hay elecciones en Venezuela, donde Hugo Chávez después de 14 años de estar ocupando el cargo a toda costa quiere seguir, y para ello prometió que "será un mejor Presidente". Por aquello de a confesión de partes relevo de pruebas, exime de cualquier añadidura. Es que probablemente por primera vez Chávez no tiene tan claro lo que sucederá en las urnas, ya que el opositor Henrique Capriles le venía pisando los talones. Final cerrado, con resultados que es posible se conozcan avanzada la madrugada, así se venía anticipando, más considerando que el recuento podía ser reñido.
Cualquiera que gane, si es por estrecho margen -algunas encuestas que gozan de cierta imparcialidad daban empate técnico, lo que es decir muy parejas, en tanto las chavistas le otorgaban al presidente hasta 15 puntos de ventaja-, es muy probable que no haya reconocimiento y ocurran disturbios. En una expresión de su cuño, Chávez dijo que si pierde "puede haber guerra civil". Democracia pura.
El chavismo fue el iniciador de estas metodologías que tomaron el molde cubano, extendiéndose por Ecuador, Bolivia y la Argentina. La mentada integración latinoamericana, dividida por esta brecha, pues aún cuando se comparta el comercio y los foros, del otro lado y bien diferenciados, aparecen Chile, Brasil, Uruguay, Perú, Colombia y ahora también Paraguay. Razones por las que todas las miradas estarán sobre el desenlace de estas elecciones, de enorme valor para este extendido modelo que bajo el disfraz de progresismo hace agua debajo de su línea de flotación. Y que justamente por eso, cuesta tanto mantenerlo a flote. Ocultando la realidad y mintiendo llegado el caso.
Un breve repaso local, que siempre da para mucho más que el espacio disponible. No vamos a volver a batir el parche con la performance de la presidenta Cristina Fernández en Georgetown y Harvard, quedó a la vista del mundo entero, y no hay justificaciones ni excusas que valgan. Lo dicho sobre La Matanza fue contundente, no se borra diciendo "los quiero mucho". Las acusaciones de golpistas, destituyentes, y la culpa que siempre tienen los otros, es una cantilena en fuerte desgaste, no sólo cada vez con menos adherentes, si no provocando efecto contrario al buscado, quizás incentivando cacerolazos.
El conflicto con las fuerzas de seguridad es otra muestra contundente. Desde hace tiempo se sabía que esto iba a ocurrir, hasta que el decreto de la ministra Garré -ciertamente, también firmado por la presidenta y por Abal Medina- con fuertes descuentos salariales a prefectos y gendarmes, provocó la explosión. ¿Qué hizo el gobierno? Descabezó las cúpulas de Prefectura y Gendarmería, haciéndolas responsables, en tanto que las organizaciones políticas afines culparon a los medios hegemónicos, a Magnetto -el ceo del grupo Clarín- y a los que baten cacerolas, calificándolos de destituyentes y golpistas. En realidad, y bien concretamente en este caso, ni ellos mismos lo deben creer. El reclamo de los uniformados, recibidos de sueldo en mano es tan claro y directo, que ni a la mente más febril se lo ocurre suponer en una agitación con intención golpista.
La gran responsable, además por supuesto de la impericia demostrada por los funcionarios del gobierno que tuvieron el problema en sus manos y no supieron anticiparlo, de todos estos conflictos es única: la inflación. Esa misma que es negada desde la presidenta Fernández -reivindicó al INDEC en Estados Unidos y acusó a ese país de mentir también con su índice de 2 puntos- para abajo. Y ahora, con una agudizada ofensiva para terminar con todas las demás usinas medidoras, tanto provinciales como privadas. Tras Consumidores Libres de Héctor Polino, también cayó ADELCO y hay serias sospechas sobre el IPEC santafesino, que extrañamente en los últimos cuatro meses estampó un 0,9% cuando los dos meses anteriores había medido 3,6 en marzo y 2,9 en abril. Y como para que no haya dudas que el que vale es el país del dibujo, se vienen cambios en las mediciones de la pobreza, que harán que todavía baje más el actual 6,5%. Parecido al 0,4% de desocupación que tiene el Chaco, una provincia que se debate en la pobreza, y que esta semana hizo el papelón del siglo con la suspensión de Argentina-Brasil.
Aunque todo esto, aparentemente con lo que se viene, fue minúsculo. La arremetida contra el "eje del mal" que integran los medios críticos del gobierno, y que además le sacan a luz hechos sospechados de corrupción, se encuentra en pleno avance. El 7D está a la vista y todo indica, incluso con confirmación presidencial mediante, que será el punto final para aplicar en un todo la ley de medios, cuyo texto no parece tener demasiada coincidencia con los objetivos. Es por demás conocida la reacción frente a estos bajones: redoblar la apuesta. La presidenta lo define "ir por todo".
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