Por Roberto Actis
Los temas de cada semana, lo decimos y reiteramos seguido, se producen en tanta cantidad y exceso, que se complica seleccionar sólo uno de ellos. Para colmo de males, casi siempre negativos. No hay que hacer demasiado esfuerzo, sino veamos: volvió a aumentar el dólar, se analiza como posibilidad volver a controlar los precios que por ahora tratan de contener pidiendo colaboración a los empresarios -nos recuerda aquella frase de Pugliese cuando dijo "les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo"-, se habla de bloquear la baja de las retenciones de la soja, la ex presidente CFK tuvo un nuevo revés de la justicia esta vez con respaldo de la Suprema -aunque cada vez hay mayor convencimiento que nunca irá presa, sino veamos al ex Menem con instancias que recién ahora le confirman por el estallido de Río Tercero hace más de dos décadas-, la ciudad de Buenos Aires sigue bajo un constante caos con protestas legítimas en su origen pero desvirtuadas por su metodología y también en una esencia que tiene un claro fin desestabilizador, el gobierno va y viene entre sus desaciertos -como casi siempre-, la oposición mantiene su total confusión sin aparecer una posibilidad seria en sus ofrecimientos -volver las tarifas a noviembre resulta un despropósito, aún cuando se admita que debe buscarse una solución más atenuada que el mazazo del gobierno-, los maestros siguen de paro, se desacelera la economía, el subte porteño ya hizo su paro número 15, Scioli tiene nuevos juicios y embargos, recientes encuestas dan cuenta que la única política de nivel nacional del país que tiene más imagen positiva que negativa es la gobernadora Vidal y por un escaso 51 a 49 por ciento siendo una buena radiografía de lo que piensa la gente de los políticos -tal vez no tanto como el "que se vayan todos" pero por ahí anda-, marchan por el aborto y marchan contra el aborto, los rojos continúan tiñiendo todas las cuentas pues además de la constante de los gastos también se cayó con todo la balanza comercial. Y ahora también se mueven a los palazos contra los choferes de Uber, un sistema que es imparable y que a pesar de Viviani será el futuro; tuvimos ocasión de utilizarlo un par de semanas atrás en Europa, comprobando que se trata de un servicio de primera, y de paso, mejor, más seguro y más barato que los taxis. Y así podría continuarse adelante puntualizando hechos de estos días, aunque parezcan ser los mismos de siempre. Ah, además se lesionó Romero y es baja para el mundial. ¿Qué tiene que ver con la política? Mucho, es que todos pues deben estar de acuerdo, oficialistas y opositores, no ven la hora que empiece el campeonato en Rusia, y que a la selección le vaya bien, para tomarse un respiro. ¿Total?, cuando menos decisiones y medidas se tomen, es probable que todo se vaya encarrilando mejor...
Pero ¿este domingo nos quedamos sin tema central? De ninguna manera, tal como el pasado tocamos la falta de seguridad en la ciudad, esta vez también lo haremos con algo estrictamente local, aunque sobrepase en su alcance. Es que la carta de lectores de Alejandro Bonet (hijo de Tachuela, vale aclararlo) sobre la decadencia de la educación, la cual fue luego replicada al día siguiente con una amplia nota en este mismo diario, además de ser central en las redes sociales, tuvo tanta repercusión e impacto, del que fuimos parte de inmediato, ubicándolo al tope del interés público.
Hace poco, en estas mismas páginas publicamos un par de notas de Alieto Guadagni, un especialista, destacando que justamente en la educación y el conocimiento está depositado el futuro de los países, hoy más que nunca cuando ni siquiera se identifican con precisión las profesiones del futuro cercano. Se adjudica a la educación un valor muy superior a los recursos naturales, como para calificar su importancia. Todos los políticos sin excepción andan por ese mismo andarivel. ¿Cuántas veces escuchamos en los discursos educación, salud y seguridad? Veamos como estamos y ahí tendremos la respuesta. Verso en su más pura esencia.
Y de las autoridades docentes, tanto de los ministerios, regionales o las propias escuelas, nos abruman con la capacitación, la calidad y todos esos moños que muchas veces se usan para tapar la ineficiencia. Que pasen todos parece ser la consigna, sepan o no sepan. Un solo dato de Bonet tiene valor de síntesis para su descarnado relato -que es realmente salvaje, y que podría haber formado parte de uno de lkos episodios de la famosa película de Damián Szifron: alumnos de nivel secundario que no saben leer.
La respuesta fue el silencio.
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