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Notas de Opinión Sábado 28 de Diciembre de 2013

Robotización vs Empleo

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Vicente R. Ceballos

Por Vicente R. Ceballos

Algunas décadas atrás, cuando los temas relacionados con la informática y la robótica aplicadas a la producción se generalizaban al ganar espacio en los medios de comunicación y convertirse en materia de análisis y debate, no faltaron conjeturas variadas respecto de los efectos que sobre diversos campos de la actividad humana tendrían las nuevas tecnologías.

Una cuestión en particular se refería a la incidencia en los procesos productivos de la introducción de ingenios tecnológicos, de modo preciso, entonces, en los industriales. Esto era, la incorporación a la producción de máquinas que reemplazarían el trabajo manual humano, lo que obraría a favor de una mayor eficiencia ligada a la deducible reducción de los costos operativos. Lo cual se traduciría en la baja de los precios de los productos, haciendo posible el acceso a ellos de nuevos consumidores.

Seductora perspectiva que para no pocos significaría, además, una suerte de liberación del ser humano de pesadas cargas de trabajo y un mayor tiempo libre disponible para la realización personal. Opuestos a esa visión optimista había quienes planteaban escenarios futuros cuasi apocalípticos por obra de máquinas inteligentes capaces de autoconducirse. No ha sido así, por lo menos en cuanto a lo primero. Tampoco, de modo literal, respecto de lo segundo, aun cuando la singularidad del progreso informático que es posible constatar sugiere interrogantes no desdeñables acerca de un futuro que, en cierto modo, ya está instalado.

En un orden cosas trascendentes por previsibles implicancias sociales, lo puesto en juego es el empleo, o el desempleo, frente a un proceso de extraordinario desarrollo y alcances de la informática, con acento, en este caso, en la robótica. Más allá de la posibilidad de producir exclusivamente a través de máquinas, un analista y divulgador de estos temas señala que la realidad conocida es portadora de signos preocupantes en el campo laboral. Afirma que los cambios generados por la mecanización y tecnificación acelerada de los procesos de producción es de tal magnitud que hará que en un futuro cercano se pierdan muchos puestos de trabajo.


EL INFORME DE OXFORD

No obstante que estas consideraciones tengan que ver, puntualmente, con lo que sucede en países europeos y en EE.UU., lo aportado por el informe The future of employment (El futuro del trabajo) no nos debiera pasar por alto. Se trata de un trabajo de profesores de la Universidad de Oxford, según los cuales el 47 por ciento del empleo total está en situación de alto riesgo. Explican que “muchas de las ocupaciones son susceptibles de ser automatizadas en una o dos décadas”. Alcanzaría esto mayormente a los trabajadores del sector del transporte y de la logística, así como a los administrativos y, en general, los relacionados con la oficina y los vinculados con procesos de fabricación, pasibles de ser “sustituidos por el capital informático”.

Concretamente, según se explica, los procesos productivos demandarán progresivamente menos mano de obra. Un profesor de economía del Instituto de Tecnología de Massachusetts aseguraba que la tendencia provoca la pérdida de puestos de trabajo en la parte media de la pirámide económica, en tanto que se desacelera el crecimiento en la superior.

“Los abogados, profesores o periodistas verán cómo se automatiza su trabajo, y con bastante éxito”, señala el editor del diario inglés The Times, David Finkelstein. Afirma que

las tareas que necesitaban de inteligencia humana, como la calificación de exámenes escritos, pueden ya realizarse, “y bastante bien” por medio de ordenadores. Dado que el grado de eficacia en la tarea resultará similar, y que las máquinas son más baratas, es deducible que se “van a necesitar menos personas en el proceso productivo”, agrega el editor.

Si esto se plantea ya, y no como perspectiva a futuro, en los países desarrollados, es de preguntarse acerca de lo que está sucediendo en los en desarrollo, entre ellos Argentina, puesto que el presupuesto económico que es determinante fundamental del proceso terminará por imponerse siguiendo la lógica que es su razón de ser. Por la vía consiguiente, prescindir del trabajo humano sería, atendiendo al constante avance de las tecnologías de punta y su aplicación práctica en diversos campos de la actividad productiva, una consecuencia inexorable, de hecho, socialmente conflictiva por varias razones.

¿Está siendo objeto de análisis y seguimiento, por parte de los gobiernos, una cuestión de tanta significación?. Es probable que, con excepciones muy circunscriptas, en gran medida no sea considerada en su real dimensión. La creación de empleos, tanto como el mantenimiento de los existentes, figuran entre las mayores problemáticas que enfrentan los gobernantes en un marco general para nada auspicioso. Millones de jóvenes, con formación académica o sin ella, procuran su inserción en el mercado laboral en tanto que millones de ocupados no están seguros de mantenerse en esa condición. Es obvio que se está frente a una realidad abierta a serios interrogantes que tienen que ver con la estabilidad social en un orden económico prescindente, puramente ceñido a sus propios objetivos.

No es el caso de oponerse al progreso científico, cuyas contribuciones en diversos órdenes posibilitaron notables mejoras en las condiciones de vida de buena parte de la humanidad, pero es indudable que el aprovechamiento de lo logrado no ha carecido de efectos contradictorios. Cosa que no parece preocupar a los factores de poder real en el mundo.

En verdad, en un contexto deprimido por la falta de oportunidades laborales, la creación de empleo genuino debería ser asunto de máxima prioridad para los gobiernos. Como lo serán, por el camino que se recorre, las tensiones sociales previsibles. Un observador del panorama escribió que no obstante las evidencias, la preocupación pasa por “generar políticas que aseguren la devolución de intereses de deuda y no de generación de puestos de trabajo. El problema sigue ahí, harán falta menos seres humanos”, afirma.

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