Por Juan Carlos Fessia
Los pueblos originarios son los verdaderos y primigenios habitantes de nuestro país, el exterminio nativo se originó antes y durante la presidencia del General Julio Argentino Roca, hoy estampa de nuestro billete de cien pesos, donde se transcribe con toda naturalidad “Julio Argentino Roca (Tucumán 1843- Buenos Aires 1914) Militar y estadista realizador de la campaña del desierto, 1879, etc”.
En julio de 1878, al hacerse cargo del Ministerio de guerra, puso en marcha su plan de exterminio de “los salvajes”. Estaba dispuesto a terminar con la población nativa y originaria del sur para afirmar la soberanía nacional. Se debía invadir las tierras de los nativos y emprender rápidamente una “campaña de limpieza”
Roca le hizo llegar una carta a Adolfo Alsina, su antecesor en el cargo, y le hablaba del “éxito de la campaña” y se vanagloriaba que las fuerzas nacionales eliminaron “el grueso de los contingentes nativos (para él, salvajes) y a sus principales caciques”.
Roca comandó personalmente la matanza en la que fueron asesinados miles de nativos, entre ellos mujeres, ancianos y niños, para recuperar una superficie de 15.000 leguas. No conforme con este genocidio, cuando asume la Presidencia en 1880, emprendió nuevas operaciones de extermino. Se debía limpiar la Patagonia.
En 1883, cinco años después de que Roca iniciara su sangriento periplo aún quedaban algunas tribus rebeldes por lo que inició otra campaña de aniquilamiento que se desarrolló entre fines de 1883 y principios de 1885. En esta dieron muerte a 3700 nativos y terminaron con los principales jefes de tribus.
El General Lorenzo Wintter, hijo de padres alemanes, le informa al Gral. Roca: “Me es altamente satisfactorio y cábeme el honor de manifestar al Superior Gobierno y al país que ha desaparecido para siempre en el sur de la República toda limitación fronteriza con el salvaje”. Las tierras estaban liberadas, Roca y la oligarquía tomaron posesión de las mismas dando comienzo a la Argentina Agrícola Ganadera.
Julio Argentino Roca sigue siendo para muchos “el prócer nacional” y los descendientes de aquellos terratenientes hoy siguen teniendo, en su mayoría, los territorios cedidos de hasta 70.000 hectáreas o más, obtenidas como fruto del exterminio nativo. Pero así se construye el silencio de la historia.
Cien años después, en 1978 el dictador Jorge Rafael Videla resolvió oficialmente celebrar el centenario de la “Campaña del Desierto”, una paradoja del destino de los pueblos.
Tierras de los Guaraníes, Mapuches, Tehuelches, Totonacas, Matacos, Charrúas, Diaguitas, Calchaquíes, Araucanos y tantas otras etnias exterminadas y / o alejadas de sus lugares de nacimiento.
En la Argentina hubo un genocidio de los pueblos originarios y un no relato del mismo por más de medio siglo.
Gran parte del pueblo de la sociedad argentina considera que forma parte de un crisol de razas de origen europeo, en el cual me incluyo. Esto fue producto de un proceso histórico incruento de colonización de gran parte de nuestro territorio en el que las fuerzas armadas, con el apoyo de la sociedad civil, destruyeron los pueblos originarios entre los años 1876 y 1917.
Del producto de esta devastación se incorporaron 30 millones de hectáreas para los hacendados y sus clientes británicos, para continuar con la economía subsionadora de la herencia colonial.
Se ha contabilizado, el exterminio de 10.656 nativos en la Pampa y la Patagonia y otros 1.800 en el Chaco, sin considerar los miles que murieron de hambre, frío y de enfermedades deliberadamente transmitidas. Cambiar el nuevo billete de 100 pesos es una forma simbólica de respetar los Derechos Humanos de nuestra historia.
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