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Notas de Opinión Lunes 19 de Agosto de 2013

Secretos, espionaje, transparencia

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Dr. León Jorge Nihoul (*)

Por Dr. León Jorge Nihoul (*)


Existen palabras cuyos significados pasan un tanto inadvertidos. Son tan aceptables que nadie se detiene a pensar en la calidad de sus contenidos implícitos, ni nadie se ocupa de calificarlas, antes bien se las considera expresiones propias de una correcta convivencia.

Una de esas palabras es el secreto. En todo orden existen secretos, desde lo privado a lo público. Para nuestra Cultura, guardar secretos es tan lícito como moral. Todos tendrían derecho a guardar secretos, es decir tener algo que conviene guardar oculto en beneficio propio y peligroso de que sea descubierto. Existen los consabidos 'secretos de Estado' aceptando que el Estado tiene derecho de ocular intenciones, proyectos y distintos manejos dentro de sus funciones. Asimismo, dentro de la llamada democracia existe el voto secreto y obligatorio. Es obligatorio votar y también lo es guardar el secreto durante el acto electoral. Pero, ¿puede ser una democracia 'obligatoria y secreta'? ¿Puede además existir un 'cuarto oscuro'? ¿No existe en todo esto un mensaje subliminal que luego justificaría, la corrupción política, esa lacra que es tan oscura como secreta?

Para quebrar la voluntad de esos secretos ha surgido su contraparte, el espionaje. Espiar es tanto como acechar, observar disimuladamente, o realizar gestiones, también secretas, destinadas a descubrir lo que otros dicen y hacen.

Dentro del binomio secreto-espionaje solamente se castiga al espionaje y no al secreto. Es decir que se castiga al efecto pero no a la causa, dado que sin secretos no es posible la existencia del espionaje. En nuestro Gobierno Nacional existe un terrorífico organismo de espionaje y persecución, la AFIP. Todo así dicho en ese tono porque los argentinos son aficionados al secreto, a la evasión disimulada de impuestos.

En otro orden están la llamadas 'filtraciones' al periodismo. Tenemos, por ejemplo, que Bradley Manning fue condenado por la Justicia de EE. UU. a 136 años de cárcel por filtrar informaciones secretas utilizando la red Wikileads. Mientras tanto Edward Snowden no sabe dónde encontrar un refugio seguro después de haber cometido el delito de crear un programa de espionaje capaz de revelar todas las conversaciones realizadas en el mundo mediante uso de teléfonos o internet. Con anterioridad, en 1971, otra filtración posibilitó que el Washington Post difundiera la noticia sobre el bombardeo clandestino perpetrado por la Fuerza Aérea de EE. UU. contra Camboya. Ese secreto hecho público, más el escándalo del Watergate, ocasionó la renuncia del presidente Níxon.

Lo más notable es que el Vaticano también tiene secretos y también castiga a los espías y a quienes filtran informaciones. Sería de esperar que el nuevo Papa, a pesar de ser argentino, ponga fin al espionaje abriendo los libros del Vaticano. ¿Qué secretos podría tener una institución portadora del estandarte de la verdad revelada?

Opuesto al binomio secreto-espionaje se encuentra la palabra transparencia. Ella se refiere a los hechos y dichos que se dejan adivinar, que se dejan conocer sin manifestarse, es decir, sin necesidad de hacer alguna clase de aclaración agregada. Todo lo contrario sucede actualmente dentro del quehacer de la vigente Administración Pública Nacional. No por nada tanto se reclama por la necesidad de transparencia política. Otro sería nuestro país sí la clase política y el resto de los argentinos fueran transparentes. Para esto sería necesario contar previamente con una Cultura exenta de la aceptación del gran culpable, el secreto.

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