Por Roberto Actis
La tempestad política generada por el impuesto a las Ganancias entró en un compás de tensa calma, aunque todavía no haya certezas sobre la salida más conveniente del conflicto, pero como todo lo negativo sirvió también para rescatar algunas cuestiones positivas, por ejemplo la empecinada fijación hacia las elecciones del año que viene de los protagonistas del desaguisado. No hay puntadas sin hilo, y aunque se trate de cuestiones trascendentes, donde debería prevalecer la razonabilidad, no importa demasiado avanzar aún a costa de generar problemas más graves de los que se busca solucionar. Por suerte, quedan pocos que mascan vidrio, y además con buena memoria. La imprevisión e impericia de varios quedó expuesta en toda su dimensión.
El tema no está terminado ni mucho menos, pero como vivimos en un país donde los acontecimientos son tan tupidos y vertiginosos, ya estamos en las vísperas de un hecho que nos viene preocupando desde hace casi dos años: la muerte, aunque tal vez lo más correcto sea decir el asesinato, del fiscal Nisman. El 18 de enero será el aniversario, y aún estamos en veremos, habiendo arrojado buen resultado todo el accionar confusionista, desorientador y malicioso de los funcionarios judiciales y de las varias fuerzas de seguridad que intervinieron en el caso, con la cada vez más comprobada intención de borrar todo rastro que pudiese ayudar para llegar a la verdad. Y por si faltaba algo más para asegurarlo, la intervención de jueces que sin tomar siquiera una medida de prueba, como las había de sobra, mandaron la causa al archivo, como lo hizo Rafecas dos veces y lo ratificó la Cámara Federal, además del apoyo de toda la legión de los "legítimos" instalados en la justicia.
Sin embargo, si hay algo en que se coincide entre legítimos y los otros es que más tarde o más temprano la causa de la denuncia de Nisman contra Cristina, Timerman y compañía por el encubrimiento de Irán en el atentado contra la AMIA, alguna vez será reabierta. Ojalá sea más temprano, ya que se dice y se remarca que justicia lenta no es justicia, pero al momento de actuar se lo hace en sentido contrario. De qué sirve enterarnos ahora, por ejemplo, que Firmenich tuvo contactos con Fidel Castro pidiéndole su intervención para superar diferencias montoneras con Cirilo Perdía y Vaca Narvaja. La mejor utilidad de los archivos es la del ocultamiento.
Este lunes, mañana mismo a las 10, será la audiencia convocada por la Cámara Federal de Casación Penal, manteniéndose firmes los jueces Borinsky y Hornos, a pesar de todas las presiones de su par Ana Figueroa -que llegó a pedirles su apartamiento-, Slokar que los limpió como subrogantes, el fiscal De Luca que se va de vacaciones para obstaculizar, entre otras sobradas demostraciones del estado en que se encuentra la justicia, con una grieta más profunda que nunca, sobre la cual Horacio Rosatti, uno de los últimos ingresados a la Corte Suprema dijo "la verdadera grieta judicial es entre el juez honesto y el juez corrupto". Si él lo dice, debe conocer bien el paño, siendo una clara admisión de la corrupción que invadió al poder judicial, donde hay muchísimos de alto y altísimo rango que estos años amasaron fortunas que no pueden justificar con sus ingresos.
Si malo es que la corrupción haya estado en la presidenta Cristina y el vice Boudou, y de ahí hacia abajo en funcionarios, militares, sindicalistas y otros tantos, peor es que haya invadido a los jueces, pues nos cierra la última puerta de esperanza. No olvidemos además, que estos mismos jueces que hoy investigan la corrupción, son los mismos que durante la última década se hicieron los distraídos o directamente participaron del festival de la corruptela. Sin ir muy lejos, el juez Ercolini que tiene la causa Hotesur impulsada por Stolbizer, donde hay abrumadoras pruebas, la dejó dormir desde 2008 en adelante cuando la había presentado Carrió, y además sobreseyó al matrimonio K por enriquecimieno ilícito. Otro tanto con Casanello, dedicado a hacer inventarios pero no a investigar de dónde sacó el dinero Báez para comprar casi media Argentina. Y eso que esa tarea se la ordenó la propia Cámara, pero su avance es sólo con el tiempo, no con la investigación.
No nos hagamos demasiadas ilusiones, pero ¿quién le dice?, quizás mañana haya alguna novedad sobre la causa archivada. Es que la incorporación de la DAIA como querellante es un elemento novedoso, para revertir el criterio de Rafecas de que "no hubo delito", conclusión a la que arribó sin dar un paso en la investigación. Reiteramos lo que decimos siempre ante estos casos, si uno es inocente qué mejor manera de defenderse y quedar limpio siendo la propia justicia la que lo diga. Pero para eso debe investigar, qué es lo que la legión kirchnerista trata de evitar.
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