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Notas de Opinión Miércoles 11 de Febrero de 2015

Supervivencia constitucional

DEBATE SOBRE LA REPUBLICA

Omar Vecchioli

Por Omar Vecchioli

En tiempos de crisis institucional escuchamos voces altisonantes, groseras, hirientes, mentirosas (sobre la mentira nada bueno se puede edificar), etc., pero también "escuchamos" la voz pausada, justa, armoniosa de la Constitución Nacional, que desde su egregio Preámbulo nos tranquiliza recordándonos "...y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo...". 

Hoy, nosotros representamos y somos esa posteridad, y frente a tanta confusión social y política, desorden moral y ético que viene de todos los sectores (oficiales y opositores) tenemos el deber de llamar a la reflexión para afirmar: la Constitución vive realmente cuando se cumplen sus disposición, y revive cuando se la vulnera, porque perdura en la esencia de su propia naturaleza; sus principios, derechos, garantías, valores y objetivos trascienden el texto y están encarnados en una sociedad que quiere vivir en paz, porque los convencionales constituyentes dijeron: "Esto es lo que queremos ser". 

La realidad social tiene contrastes, pero así como la oscuridad no se concibe sin la luz, ella misma debe crear los anticuerpos para neutralizar los alergenos que la están enfermando. 

Ningún poder omnipotente, ni siquiera el Estado, podrá vencer a la Constitución, dado que a la siembra de discordia opondremos la de semilla buena, la de la armonía social. 

Por ello, en un sistema constitucional donde no existe supremacía de Poderes, y donde la Corte Suprema es intérprete final de la Constitución, debemos reclamar el cumplimiento de la Carta Magna, concretamente en lo referido a la división de Poderes, para lo cual ha dispuesto un mesurado equilibrio que actualmente aparece quebrado en su horizontalidad -en cuanto a competencia- por indebido exceso de uno de los Poderes constitucionales. 

Más que hostigamiento, parece hostil esa injerencia del Poder político en el Poder Judicial, configurando un flagrante gesto antirrepublicano, dado que implícita o explícitamente, reducen notablemente el ejercicio de ciertos derechos constitucionales, menoscabando el concepto y el valor de la República. 

Hay que volver a las fuentes eligiendo el mejor camino. Cada Poder del Estado cumple una función en espacios perfectamente establecidos, cercanos pero no mezclados y sin indebidas intromisiones. La promiscuidad entre poderes no existe en la Constitucional Nacional. 

Confiamos en la recuperación del buen camino constitucional. Con buena voluntad y rectas intenciones. Para lograrlo será indispensable renunciar al egocentrismo vigente y el ataque injusto. 

Los jueces son seres humanos, y puede equivocarse. Los funcionarios, gobernantes, políticos y dirigentes, también. Sólo queda, en un gesto de humildad, reconocerlo. 


* El autor de la nota es Dr. en Ciencias Jurídicas y Sociales, ex magistrado judicial, ex docente universitario y coautor de dos anteproyectos de Código Procesal Penal. 

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