Por Roberto F. Bertossi
Ante este culposo estrago hídrico precipitado sobre Buenos Aires con las pavorosas secuelas absurdas de decenas de personas muertas como de decenas de miles de argentinos que lo perdieron todo, incluso su salud y ganas de vivir; así y no obstante todo eso (poco menos casi una réplica del desastre santafesino del año 2003) luce magnifica una enorme solidaridad maravillosa y espontánea proveniente de las mejores entrañas de nuestra sociedad civil.
Ahora bien, nos urge cohesionar, mancomunar, liderar y expandir semejantes energías ciudadanas civiles sobre todo, frente a tanta ajenidad de la clase dirigente política responsable nacional, provincial y municipal; ante flagrantes faltas de ecuanimidad para coparticipar los ingresos públicos comunes provenientes vg., de la soja, etc., como para prever lo previsible conforme a elementales tendencias ecológicas, demográficas y ante lo horroroso de la ausencia de todo apropiado plan estratégico de desarrollo territorial; casi cero inversión en mantenimiento y cero puro en materia de expansión de infraestructuras troncales primarias y secundarias; todo eso mientras subsisten bastardas pugnas personalistas no comunitarias en función de expectativas electorales insaciables sin escrúpulos ni reparos que tienen atrapados a demasiados ciudadanos contribuyentes/usuarios indefensos los que, en tanto tales, son traducidos una y otra vez con diferentes eufemismos como única variable de ajuste y cofre inagotable de financiamiento de toda ineficiencia pública.
Nuestra sociedad civil debe lograr la liberación de seculares cautiverios como son tanta corrupción, inflación, inseguridad, intereses sectoriales corporativos e inefables desencuentros entre dirigentes políticos y gobernantes de turno.
Para ello, cada uno y cada cual de todos los todos del todo social, desde su propio quehacer, así como cada civil a partir de su instrucción educativa, deberán superar con éxito la grieta cada vez más grande entre ciudadano y gobierno; gobiernos padre y madre de una realidad que paulatinamente incrementa su ´hostilidad´ provocando el aislamiento dañino e inaceptable de la dimensión humana.
Cada ciudadano supone que, en tanto argentino, está comprendido por una República con sus tres podres complementados e integrados desde su esfera de influencia y decisión especificas traducido mediante la preeminencia y alcurnia de nuestra Constitución nacional.
En nuestro aparato de gobierno están unos pocos que tienen el poder, otros pocos que no tienen tanto poder pero certifican alguna que otra ley que le bajan y aquellos que no tienen poder real ni hacen leyes sino alguna que otra arreglada interpretación hermenéutica no siempre imparcial pero siempre en el predeterminado contexto del caso judicializado.
Confiamos que esta vez todos y cada uno de los responsables directos e indirectos, por acción u omisión de este estrago culposo sea condenado de modo ejemplificador y rápidamente por una Justicia de pantalones largos como que, asimismo y simultáneamente, cada uno de los familiares de las víctimas y todos los damnificados, sea indemnizados cabal y generosamente más allá de su carácter o condición de querellante
Finalmente, una extraordinaria alteración de la vida en sus aspectos individuales y colectivos, agravados por complejidades, artilugios, componendas y chicanas que se suman cada día que pasa, reclama la vigencia de un nuevo Montesquieu y de una nueva justicia con servicios tan innovativos como operativos para lograr la plena vigencia de la ciudadanía en cuanto tal, en todo su noble sentido y alcance cabal.
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