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Notas de Opinión Domingo 16 de Junio de 2013

Trenes y tragedias

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

Después de este nuevo "siniestro o accidente" -lo que parece ser el dilema- con los trenes, sería bueno recordarle al jefe de Gabinete Abal Medina, que vaya tomando nota, pues en reciente informe ofrecido en el Senado se excusó de dar explicaciones por problema alguno, pues "este gobierno no tiene fracasos". Claro, una cosa es negarse a admitirlos y otra muy diferente que no existan. Como, entre otras cosas, con la inflación y la pobreza, que se esconden debajo de la alfombra, aunque en este caso ocultar allí estos desvencijados trenes que están a la vista de todo el mundo, se convierta en una tarea realmente dificultosa, por no decir imposible.

De igual modo, vale la reflexión para el ministro Randazzo, cuya mayor preocupación luego de la nueva tragedia que mandó a investigar, era tratar de instalar el "yo no fui", buscando responsables a diestra y siniestra pero buscando eludir la propia, cuando en realidad y más allá si la formación tenía frenos en condiciones o estaban deteriorados -sobre las dos posibilidades existen declarantes que lo aseguran-, quedando en evidencia una cierta sensación de pánico por tener que enfrentar a la Presidenta con este problema y darle el informe -algo que deviene de esta clase de gestiones ultra personalistas-, de tan lamentable y sensible impacto en la gente. Justo además, cuando el nombre del propio Randazzo aparecía como el más probable para encabezar la lista de candidatos a diputado nacional de la provincia de Buenos Aires, quedando prácticamente pulverizado ese 23% de imagen positiva que disponía. ¿Principio de solución? Pues claro, prestamente formó una comisión. Algo que no falla y que el mismísimo Perón había proclamado como norma: si se quiere ocultar algo, hay que formar una comisión.

Es que en un episodio de esta naturaleza es prácticamente imposible de evitar consecuencias, más cuando a toda la catarata de declaraciones excusatorias se opone la exhibición de imágenes de archivo que, en boca del mismo declarante, se escuchan palabras muy distintas a las de hoy y además, anuncios incumplidos. Es que la "revolución ferroviaria" prometida por Randazzo, a la vista de todos, está muy lejos de cumplirse. Es más, ni siquiera parece haberse puesto en marcha, pues todo sigue igual como entonces, y de paso, como para agravar todavía más la cuestión -lo que surgirá de la investigación en marcha-, los vagones serían derivados a los talleres de los hermanos Cirigliano para repararlos. Los mismos que están procesados por el fraude que cometieron todos estos años durante la gestión de Jaime, y luego Schiavi, quedándose con los subsidios que no destinaron a la inversión indispensable para tratar de sostener, aunque sea medianamente, el servicio.

Justamente, esta falta de control, es uno de los grandes fracasos de la década kirchnerista. La misma presidenta Cristina Fernández, al decir que sentía "un poquito de bronca e impotencia", recordó que en los trenes "estamos poniendo muchísimos recursos económicos y humanos", faltando agregar que los resultados no podrían ser peores. Otro tanto sucede con Aerolíneas que es un verdadero barril sin fondo, con la energía que fue subsidiada con montañas de dinero pero aún así la Argentina pasó a ser de un país autoabastecido a importador, lo cual engulle casi todos los dólares que ingresan por la soja.

Algunos datos sobre el transporte de trenes provocan escalofríos. Cuando comenzaron los subsidios en 2003 significaban el 7% del gasto que tenían los sistemas ferroviarios, hoy representan el 77% quedando allí plasmado el crecimiento desmesurado. Frente a panorama tal, ¿qué necesidad hay de entregarlos en concesión? Sólo para abultar bolsillos de estos pseudo empresarios que, en algunos casos se trata de gente que desde toda la vida vivió a costa del Estado, y de otros que formaron sociedades de apuro para no dejar pasar el negocio.

 Aunque claro, también debe mencionarse que hoy sólo paga el boleto el 23% de los usuarios, una metodología que con el intento de una mejor distribución se fue afianzando estos años, aunque con matices muy oscuros, que resulta difícil comprender. Es que, por ejemplo, en el servicio aéreo, que no usan los que menos tienen, se destina tanto o más recursos que en los ferrocarriles, o bien que el subsidio de la electricidad o del gas natural beneficia más a los ricos que son mayoría quienes tienen el servicio y también los que más consumen. Otro tanto con el fútbol para todos, y así podría seguir puntualizándose.

Para tener una perspectiva más amplia sobre el ferrocarril, cuando Perón lo nacionalizó contaba con 36.000 kilómetros de vías en uso, hoy apenas llega a los 7.000 kilómetros, un retroceso a contramano del mundo.

En el cierre de este domingo, un sentido saludo y los mejores deseos para que todos los padres tengan la recompensa de lo que han sembrado.

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