Por REDACCION
Por Roberto F. Bertossi*
Productores, dirigentes, tamberos y peones del campo, vienen siendo atrapados por crecientes fastidios con el gobierno, dada su desconsideración y/o ignorancia deliberada a los efectos adversos de: sequías, inundaciones, caminos abandonados, incendios e inseguridades rurales (vg., asaltos, daños o roturas de silos bolsas, etc.), así como por la falta de políticas apropiadas y sensibles para el sector primario, agrícola-ganadero.
Consecuentemente, ante la invitación del ministro de Agricultura, Julián Domínguez, a la Mesa de Enlace para participar de la próxima reunión presencial del Consejo Federal Agropecuario, las entidades ruralistas le pidieron al funcionario que replantée el temario del encuentro, (normativa de troceo, programas de créditos y plan ganadero).
Según consigna esta tarde ´La Voz del Interior´ la Mesa de Enlace añadió: “Aprovechando el ámbito Federal que le aporta la presencia del CFA, quisiéramos se tengan en cuenta asimismo otras temáticas como logística, seguridad rural, impuestos (en especial IIBB), Financiamiento, Economías Regionales, entre otras, y que en gran parte son del ámbito de los Gobiernos Provinciales”.
“Por lo antedicho, le pedimos encarecidamente Sr. Ministro que tenga a bien reconsiderar el temario del encuentro. Creemos que está a tiempo de escuchar los pedidos de tantas familias argentinas que están viviendo esta verdadera tragedia en soledad y sin recursos en sus pueblos. Estamos convencidos de que esos productores verían como una verdadera falta de respeto y de sentido común que las máximas autoridades en la materia y los dirigentes que los representamos nos reunamos para abordar cualquier otra problemática en estos momentos”, concluyeron.
La última insistencia del Gobierno nacional con fideicomisos de trigo y maíz podría rebasar y agotar la prudencia, la paciencia, “los brazos y los hombros” del hombre de campo.
Ante los recurrentes maltratos e ingratitudes estatales para con el agricultor, es hora de rescatar y resaltar su valía, no solo por su esforzado arraigo productivo y poblamiento rural, sino por su singular laboreo sin límites, por sus aportes sustanciales a la balanza de pagos, pero, fundamentalmente, como productores centrales de riqueza real, como fuentes de trabajo y artífices del desarrollo e infraestructura en el interior del interior.
Son múltiples los factores que tipifican y ponen de relieve dicha valía, tanto de índole económica como de gravitación social y ética entre aquellos que más la caracterizan:
En el aspecto económico, identifican al productor agropecuario las siguientes notas prevalentes:
Los hombres de campo “fabrican vida”. Vida celular y microbiana de la tierra, vida vegetal de los cultivos, vida animal del ganado y finalmente, vida humana de agricultores, colaboradores y consumidores, vidas que se sostienen unas a otras.
El trabajo en el campo es bien distinto de cualquier otro. Por ello, desde el Gobierno nacional no deben continuar ignorando, discriminando o subestimando la participación que el agricultor tuvo y tiene en el sostenimiento de la sociedad.
Todo destrato oficial impulsando y sosteniendo –directa e indirectamente– un reparto desigual e inequitativo de la carga tributaria u otras, debería cesar y revertirse de inmediato dado que los rendimientos del sector agrícola se forman más lenta y riesgosamente (sequías, inundaciones, inseguridad rural, abandono estatal de caminos rurales, etc.) que, en los otros sectores de la economía, las finanzas y los servicios.
Desde el campo, complementariamente, se impulsan empresas cooperativas, asociativismos e integraciones tanto como fueran posibles, viables y verosímiles.
En el campo, el principal capital que hace fructificar el agricultor es la tierra. Un cabal agricultor, propietario o arrendatario de la tierra que cultiva, brega por mejorarla de forma continua y sustentable.
Respecto a los aspectos sociales, las peculiaridades del hombre de campo, son:
La vigencia ancestral del emprendimiento familiar.
Social, política y antropológicamente, a la estabilidad de la economía agrícola siempre se corresponde y le acompaña una estabilidad en su vida en cuanto hombre de campo y sus circunstancias.
La agricultura es vivero de hombres de coraje, de creación e innovación, de reconversión y transformación.
Las características éticas y fraternas distintivas del hombre de campo, son notorias.
El auténtico agricultor no es apto ni para la masificación, ni para el proletariado. El hombre de campo es especialmente libre, no obstante, y a pesar de que una y otra vez se le quiera manipular o atropellar con caprichosas e inequitativas restricciones estatales de índole tributaria, arancelaria, o la presente estratagema con el trigo y el maíz.
Por último, entonces es hora de cancelar toda “externalidad estatal negativa” en relación con el campo, dado que un genuino y duradero desarrollo rural, no es otra cosa si no el logro gradual y paulatino de la tierra, de la empresa agrícola y de la agricultura cooperativa, puesto al servicio no solamente de los hombres de campo y sus familias, sino de la sociedad toda, en una cuidada biodiversidad.
(*) Experto CoNEAU Cooperativismo.
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