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Notas de Opinión Domingo 26 de Diciembre de 2010

Una ciudad que juega con fuego

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Paulo Miassi

Por Paulo Miassi

No es “el” tema de la ciudad, pero desde hace tiempo se ha instalado en la agenda pública local. La gente no se la pasa hablando de eso en las veredas, pasillos y ascensores, como suele suceder con el clima, el fútbol, la comida y tantos otros temas que apasionan al ser rafaelino, pero cada tanto ocurre algo, acá o allá, que vuelve a instalar la problemática sobre la mesa de discusión.
La falta en Rafaela de una autobomba con una escalera mecánica, que permita responder a emergencias en edificios en altura, se ha tornado muy preocupante. El ritmo de crecimiento de la ciudad se manifiesta de múltiples formas. Y una de ellas es el surgimiento de numerosas moles de cemento en distintos puntos del ejido urbano.
Pocos días atrás se presentaron los avances en la construcción de una torre ubicada a escasos metros del Bulevar Lehmann. Apenas unas horas antes los Bomberos habían probado la infraestructura de seguridad de uno de los nuevos dos gigantes de 20 pisos de Avenida Mitre. Son apenas dos muestras del vertiginoso ritmo que ha tomado la edificación en altura en nuestra ciudad.
Suele afirmarse que los salarios corren detrás de la inflación. Aplicando el mismo criterio al tema que nos ocupa, bien puede decirse que muchas veces las leyes, acciones y medidas tendientes a brindar un marco de seguridad y control, van en el vagón de cola del tren que impulsa la locomotora de la expansión de los edificios en torre.
En ese sentido, la carencia de una escalera mecánica es, por lejos, la máxima deuda que tienen los sectores público y privado de la ciudad. El famoso asociativismo, la interacción tan virtuosa como productiva que se genera entre ambos actores sociales en otros ámbitos, en este caso brilla por su ausencia. Ni el Estado, ni el empresariado, ni las instituciones intermedias, han logrado avances significativos. Y tampoco supieron/quisieron/pudieron unirse en pos de una tarea cuyo objetivo final es, nada más y nada menos, que contar con un elemento que permita salvar vidas en situaciones críticas, como puede ser un incendio.
Semanas atrás, durante una colación de bomberos de toda la provincia, en Rafaela tuvimos la posibilidad de cotejar cuáles son los medios con los que cuentan otras ciudades de la Provincia. Y más de uno quedó sorprendido por la imponente autobomba que tienen los bomberos de Las Parejas, cuya escalera mecánica alcanza los 35 metros de altura.
¿Cómo logró esa pequeña localidad del sur santafesino contar con semejante vehículo? Muy simple, a través de los sustanciosos aportes de las poderosas empresas de la región, que cuenta con una intensa actividad industrial, destinada fundamentalmente a la producción de maquinaria agrícola.
Las empresas de Las Parejas, cuya población es inferior a 15.000 habitantes, hicieron un análisis lógico, de costo/beneficio, y llegaron a la conclusión de que era mejor destinar hoy una determinada suma de dinero para comprar la autobomba, antes de tener que enfrentar mañana un siniestro que ponga en serio riesgo el negocio.
En Rafaela eso no sucedió. Y a dos años de un trío de incendios que destruyeron una fábrica y el depósito de otra, lo único que se hizo fue gestionar tibiamente para que la Provincia se haga cargo de la adquisición de una autobomba. Tan pocos frutos dio ese proceder, que ahora el Concejo está analizando destinar el superávit de los últimos tres años para comprar un vehículo modelo 1988 –reacondicionado en 1997-, actualmente en Estados Unidos, que posibilite “salir del paso” a la espera de la solución definitiva.
El gesto del Cuerpo Legislativo de la ciudad es por demás destacable. Pero deja en evidencia la apatía de buena parte de la sociedad. Del Poder Ejecutivo –tanto provincial como municipal- se esperaba y se espera mucho más. Pero también del sector privado, que en esta zona no es precisamente un actor de reparto y podría haber afrontado sin demasiados problemas el costo financiero de una escalera mecánica.
Rafaela está dormida. Que no la despierte un Cromagnón.

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