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Notas de Opinión Domingo 10 de Febrero de 2013

Una mescolanza de alto voltaje

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

El tema del momento es la inseguridad, sin dudas. Es que cuando los hechos golpean cerca, se muestran a la vista de todos, dejan de ser simples imágenes de la televisión que nos muestra el infierno que se padece en las grandes ciudades, para sentirlo en carne propia. Es la tranquilidad perdida, es cierto que viene desde hace tiempo, pero tanto más grave es que la ola delictiva avanza a pasos agigantados, con escasa oposición y además, con una violencia nunca vista. La vida tiene poco valor en este tiempo, se mata a mansalva. No hay ninguna clase de límites, donde la droga juega seguramente un rol decisivo dentro de esta avalancha de delincuencia y violencia.

Nuestra ciudad no es la excepción, se convive con la inseguridad, todavía sin la violencia criminal de las grandes ciudades. Hay que hacer lo posible, y algo más también, por ponerle freno. No esperar a que nos convirtamos en otra Rosario o Santa Fe, por citar casos cercanos y además de nuestra propia provincia.

Desde hace más de una década, la inseguridad encabeza absolutamente todas las encuestas en los problemas de la gente, en cualquier lugar que se hagan, tantos en los mayores centros urbanos como en medianas o pequeñas localidades. La gente quiere y reclama tranquilidad, vivir en paz, preservar su integridad por sobre todas las cosas. Sin dudas un problema complejo por resolver, que requiere ingenio, capacidad y recursos, muchísimos recursos. Es indispensable que la policía disponga de equipamiento moderno, de cantidad suficiente de personal, y buenos salarios. No puede ser que deban estar mendigando por el combustible para sus patrulleros, o que manipulen armas que no tengan certeza si saldrán los disparos al momento de usarlas. Por no decir siquiera una lapicera para tomar una denuncia, lo que es el colmo.

Pero esa es la realidad y como tal debe asumirse, pues si no se parte de un diagnóstico ajustado a la verdad, será muy difícil encontrarle soluciones, que es cierto y como tal debe admitirse, no pueden llegar de la noche a la mañana. Requiere tiempo, pero entre tanto, hacer lo que se pueda y simultáneamente avanzar en la gran reforma, en la gran reestructuración que requiere la fuerza policial. Que va muchísimo más allá de cambios de nombres de los jefes.

¿Cuál es el segundo motivo de preocupación de la gente? Pues la inflación, el flagelo que todo lo carcome, lo corroe, especialmente los salarios, cada vez más afectados. Es la madre de todos los problemas. Es que cuando más nos hundamos en la ciénaga inflacionaria, menor será la disponibilidad de recursos, y por lo tanto deberán seguir postergándose soluciones, como el de la inseguridad por ejemplo. O la falta de rutas, entre tantos.

Algo nos pasa sin dudas. Estamos cuartos en el mundo detrás de Sudán, Sudán del Sur y Bielorrusia, y nos dejaron atrás países como Malawi, Burundi, Etiopía y Yemen. ¿Qué tenemos que ver con ellos? Absolutamente nada, más allá de la inflación no existe comparación alguna. Veamos entonces a nuestros vecinos, donde sí pueden encontrarse coincidencias, Brasil, Chile, Colombia, Perú, Uruguay, Paraguay y Bolivia tienen varias veces menos inflación que nosotros. En algo nos estamos equivocando, pues además, mientras todos nuestros vecinos están permanentemente aumentando sus reservas, aquí nos estamos devorando los ahorros.

Existen ciertos criterios que al menos deberían replantearse. El mandamás de la economía, Axel Kicillof por ejemplo, sostiene que la emisión no es inflacionaria y es por eso que no alcanzan las máquinas impresoras, ni el tiempo, para fabricar billetes. A razón de 6.000 por minuto los de 100, ese es el promedio. Las consecuencias están a la vista. El año pasado hubo 26 de inflación y ahora, tal como han ido las cosas en enero, todo indica que se sobrepasarán los 30 puntos. 

Como solución se ofrece este acuerdo con las cadenas de supermercados para no aumentar los precios durante 60 días. Un parche que ya fue usado en otros tiempos inflacionarios y que fue fracaso total. Si este es el camino elegido, es preocupante. Tal vez haya que considerar que la soja no alcanza para todo, esos recursos hay que administrarlos mejor, evitar la malversación.

La perspectiva es complicada, más cuando desde el gobierno no se admiten fallas, siempre la responsabilidad es de otros. Como en la inflación, con los formadores de precios, que parte les cabe, pero no toda. Todos los aumentos de tarifas y de impuestos de alguna manera deben sostenerse, y así empieza la carrera inflacionaria, en la cual todos tratan que se ajuste el otro sin afectar el bolsillo propio. Una situación que hemos vivido antes y que nunca tuvo buenos finales.

Y como para ir poniendo las barbas en remojo, Venezuela devaluó 32%. Como es un espejo en el cual el gobierno se mira, ciertas conclusiones no son alocadas ni nada por el estilo.

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