Por Roberto Actis
Luego de la liberación del ex vicepresidente Boudou queda la sensación que en la Argentina existen dos clases de justicia, las que actúan simultáneamente, en uno y otro sentido, según quien sea el condenado. Y así debe ser nomás, no hay que darle muchas vueltas, ni buscar demasiados justificativos, pues saltan a la vista, no sólo en este caso sino en muchísimos otros. Y mientras no haya una justicia que use una misma vara para medirnos a todos, es difícil por no decir imposible que se sienten las bases sólidas y firmes para tener una República en serio. Siempre hemos sido medio "bananeros" -por ser suaves y a la vez sostener cierta esperanza de que alguna vez cambiemos en serio- y así seguimos. Miremos un poco a nuestro alrededor, países cercanos a los que llegamos incluso a subestimarlos, casi todos -salvo Venezuela y Ecuador- en estos años han ordenado sus economías, tienen una inflación anual que nosotros tenemos en un solo mes, crecen, aumentan sus reservas y bajan sus niveles de pobreza. Pero por sobre todo tienen justicia en serio, con ex presidentes, gobernadores, ministros, diplomáticos, empresarios y gremialistas condenados y encarcelados.
Es cierto que aquí también tenemos algunos que miran desde atrás de las rejas, pero también es verdad que muchos somos los que sospechamos que en poco tiempo más es probable que todos queden en libertad. Tal como ahora ocurrió con Boudou y horas después con su compañero de andanzas Núñez Carmona. Sólo bastó el cambio de un integrante del Tribunal que lo había condenado unos meses atrás para que la excarcelación antes denegada ahora le fuera concedida. ¿Qué cambió desde entonces? Absolutamente nada, todo sigue igual, salvo para el ex vice que ahora quedó libre. Eso sí, le fijaron una fianza de un millón de pesos, una tobillera electrónica con un GPS para monitorearlo, no debiendo alejarse más de 100 kilómetros de su domicilio, y también le retuvieron el pasaporte. Parafraseando a don Saadi: "pura cháchara!". De estos seguimientos y restricciones se ocupan poco de hacerlos cumplir y en caso de hacerlo no ofrecen mayores problemas. Quizás si en las restricciones le hubiesen prohibido tocar la guitarra -para alivio de vecinos- le hubiese molestado más a don Amado, de quien es oportuno recordar algunas de sus andanzas, como haberse querido quedar con la imprenta para fabricar dinero, siendo ministro de Economía cobrándole 7 millones a Formosa -Insfrán de por medio- para asesorarlo de una deuda que tenía con su propio ministerio, dar su domicilio en un médano y fragüar papeles de su auto para escamotearlo en el divorcio de su esposa. No andaba con timideces ni pruritos, pues nada caía mal para su bolsillo, tanto podían ser millones como algunos vueltos. Seguro que lo más bajo y que lo define como ratero, fue el haber falseado facturas de hoteles y restoranes en sus giras por el exterior como vicepresidente de la Nación.
Con tan lustroso prontuario y además la condena de 5 años y 10 meses, el haber sido puesto en libertad es una pésima señal para los demás ciudadanos o mejor dicho una buena parte de ellos, ya que seguro habrá algunos que lo han visto con buenos ojos. Por aquello tan remanido de "la persecución política", un verdadero cuento chino que a esta altura no significa absolutamente nada, pues en lugar de la victimización lo que correspondería es que se aclare y presenten pruebas. Pero, ¿qué pruebas pueden presentarse si la mayoría de funcionarios son confesos? Y además, de haber llevado esas verdaderas pilas de bolsas repleta de dólares a Olivos o al departamento del entonces matrimonio presidencial, y desde allí a Santa Cruz.
Pero por cierto esto de Boudou abre una firme posibilidad que todo lo investigado, las pruebas presentadas e incluso las mismísimas confesiones, vaya todo al cesto de basura. Un primer paso fue que ya no se recuperará nada de lo robado. El segundo es este de ir recuperando la libertad y pasar entonces a disfrutar de las enormes fortunas acumuladas a costa del esfuerzo y padecimientos de los demás, en especial los que menos tienen. Es decir, esos mismos a los que se proclamaba en el foco
Como última reflexión, ahora comenzamos a entender las razones por las cuales Boudou siempre está riéndose, aún en los momentos difíciles. Se ríe de todos nosotros...
Aunque todo este presente no está para risas, mejor para otra clase de muecas. Con las nuevas cifras de pobreza, la situación se presenta cada vez peor siendo difícil el poder sostener la esperanza. Hace 3 años Macri recibió de Cristina 32% de pobres. Hoy hay 33%. Poco por añadir.
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