Por Adrián Gerbaudo
La frase era repetida por los jóvenes de "La Cámpora", antes de que la Presidenta la pusiera en su boca, en el Bicentenario del primer izamiento de la Bandera, el pasado 27 de febrero, en Rosario. Cristina Fernández de Kirchner hacía caso omiso a la intendenta de la localidad del sur santafesino, Mónica Fein, mientras que alentaba a la tribuna que la vitoreaba, reiterando la frase: "vamos por todo, por todo".
¿Qué significa esta frase?
Por lo pronto, tratemos de compararla con otra, nacida en los albores del kirchnerismo: "vivir con lo nuestro". En aquel momento, el país se encontraba en el "infierno", tal cual como lo reiteraba Néstor Kirchner. Esta frase junto a la lanzada en la Asamblea General de la ONU, en setiembre de 2003 -"los muertos no pagan", mostraban claramente la intención de esta fuerza política: no estaban dispuestos a entregar todo para cumplir con las deudas, a costa del hambre del pueblo.
Para muchos, estas frases eran sólo marketing y encerraban un misterio: ¿qué querían decir con ello? Con el tiempo, los argentinos y el mundo pudieron observar que la intención era no pedir más crédito externo, "desendeudar al país" y potenciar el mercado interno, a partir de la creación de puestos de trabajo.
Los resultados hablaron por sí mismos: con cuentas fiscales en orden, superávit comercial y una baja notable de la desocupación.
Sin embargo, esa etapa económicamente positiva culminó en 2007. Ya en el último año de Kirchner como presidente, la situación comenzaba a irse de las manos. De allí, una de las peores decisiones adoptadas: la intervención del INDEC. La mala noticia no es que nos empezaron a mentir con los indicadores, sino que lo malo de no decir la verdad es que, al sostenerla en el tiempo, sólo se empeoran las cosas. Es por ello que cinco años después, lejos de ser unas pocas décimas de diferencia, ahora la inflación "oficial" es sólo un tercio de la que sufren los argentinos en las góndolas.
A partir de ese momento, Argentina comenzó a tener cuentas primero en amarillo y ahora están empezando a aparecer los rojos.
La crisis internacional le vino de maravillas al Gobierno: encontraron la excusa para justificar estos números "no positivos". A partir de ese momento, la administración kirchnerista, ya en manos de Cristina Fernández, se hizo de uno de los fondos más jugosos que en la década del '90 habían pasado a manos privadas: las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).
Mientras el mundo financiero se sacudía por la crisis, nuestro Gobierno había sumado fondos frescos que le permitieron pasar sin demasiados sobresaltos el conflicto.
Ahora, la situación es un tanto diferente. Si bien el mundo sigue golpeado, a partir de una situación compleja, especialmente en algunos países de Europa (Italia, España, Portugal y, principalmente, Grecia). Ante esta situación, el Gobierno decidió ir por YPF.
Al igual que pasara con Clarín, durante años fueron socios. Pero un buen día, decidieron terminar con el acuerdo y ponerse de la vereda de enfrente. Ahora, ambos estarán del otro lado. Algo que el kirchnerismo acostumbra hacer: marcar la cancha y obligar, constantemente, a los actores definir si están de su lado, o son "cipayos", "vendepatrias" y otros adjetivos adoptados por los nuevos adoradores de Arturo Jauretche.
Y volvemos a nuestra pregunta inicial: ¿qué es, entonces, ir por todo? En primer lugar, está claro que el "vamos" abarca sólo al grupo que se encuentra "de este lado". Del resto, no se habla. En cuanto al "por todo", y teniendo en cuenta la experiencia de las AFJP y de YPF, uno puede suponer que, mientras el kirchnerismo tenga capital político, no dudará en sumar capital económico a las arcas del Estado, para nivelar los números de su gobierno.
Por un lado, se puede presuponer que dejará mucho más capital en el Estado del que encontraron en el 2003. Por el otro, uno también presupone que el balance final no será positivo, dado que los rojos serán exponencialmente mayores (como pasó con las cifras de la inflación), haciendo que cada vez sean necesarios más controles fiscales sobre los mercados, para terminar descompensándolos -no porque los controles estatales no sean necesarios, sino porque parten de una realidad falsa, la que ellos mismos crearon con el INDEC, convirtiéndose así en víctimas de su propia mentira-, necesitando así cada vez más dinero. Necesitando, así, ir "por todo".
Se podría pensar que debería surgir un grupo opositor que cuestione estas decisiones y plantee una alternativa. Pero los bloques políticos adversarios al que gobierna o le apañan todo y sólo proponen cambios cosméticos o cayeron en la desconfianza de la población. Sólo así se explica que quien cuestione todo sea solamente parte del periodismo y que un cadáver político como Domingo Felipe Cavallo se anime a decir que piensa regresar a la política.
La pregunta que yace sobre el final de este análisis -uno de los infinitos que se pueden hacer, claro está- es el siguiente: teniendo en cuenta que nadie aparece como capaz de impedir que vayan por todo, ¿qué pasará cuando ya lo tengan todo?
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