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Notas de Opinión Miércoles 30 de Marzo de 2011

Vidas sin sentido

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Roberto F. Bertossi

Por Roberto F. Bertossi


Como sugeríamos en nuestras reflexiones sobre: “La Inseguridad y los habitantes de la calle” los jóvenes (y no tan jóvenes), precisan vital y virilmente de un proyecto o motivo digno, con gallardía y garbo, para vivir y convivir y así sentirse útiles y no inútiles, apreciados y no más despreciados ni objetos de burla o desdenes desgarradores y ultrajantes como ahora, cuando se los tiene por viles excluyéndoselos de las oportunidades y aún del trato que gozan las demás, en una desgracia de maltrato propio de una infamia vernácula estructural.

A todo esto aún se espera que todos los gobiernos como nuestra Sociedad Civil complementariamente, provean de educación productiva, conversión, reconversión, calificación y recalificación ocupacional; de cultura y distracciones para todos y tanto más lo que nuestra sociedad toda pareciera postergar y hasta subestimar cuando estamos ante una enorme tarea humana común que requiere del máximo empeño, hospitalidad, cercanía, fraternidad y generosidad respecto de todos aquellos expuestos a lo peor de las calles, para no resignarnos jamás a su irrecuperación y no reinserción social.

Ciertamente una persona con alguna contención, concentrada en alguna ocupación que le atrape e interese, no andará espiando la vida ni los bienes ni la seguridad ni la integridad del otro ni de los otros como podemos certificar todos quienes todavía permanecemos indemnes de tantas penurias e indolencias.

Insisto, todos podemos ver y mirar personas deambulando callejeramente cual zombis y con sus vidas día a día un poquito más desperdiciadas, más difíciles de recuperar para reintegrar las respetablemente al tejido social, cultural, económico, y político de todos.

Espanta enterarse que muchas de ellas ya ni siquiera desean continuar viviendo o vivirán sólo para transmitir el "legado de sus miserias" persuadidas de lo que pareciera un fatal apotegma para los empobrecidos de la tierra: nacen antes, tienen que trabajar antes, casarse antes, ser padre antes, enfermarse antes y morirse antes sin lapidas ni epitafios ¡faltaba mas!

Todas estas aberrantes verificaciones son básicamente, producto de administraciones erradas, corruptas, carentes de sensibilidad e idoneidad con orígenes en un pasado inmediato; administraciones públicas integradas y lideradas por muchos "políticos(?)" (con sus personas amigas y familiares ahora expuestas políticamente (PEP)) enriquecidos ilícitamente, de campaña y reclutamientos permanentes que han logrado extraviar la política y la democracia decrépitamente, con desencuentros tras desencuentros, sin novedad pero, invariablemente carísimas.

Ahora, si bien hoy es relativamente fácil obtener "la foto", esta pandemia callejera no supo ser visualizada con el tiempo suficiente para prevenir y evitar hasta revertir su espantosa expansión en nuestros días por nuestras "calles de nadie, sin códigos y sin ley".

El combate a las causas de estos escenarios urbanos ya debe ser una concreta, palpable y universal cuestión de estado, prioritaria, con todo el financiamiento que implica y merece el mínimo riesgo de una sola vida humana y aquí, entre nosotros ya viven demasiadas vidas, familias, valores, tradiciones, principios y sociedad amenazadas cuando no ya, sacrificadas.

Centros de capacitación y calificación con esquemas inclusivos intersectoriales e interinstitucionales que agrupen a educadores, médicos especialistas, nutricionistas, dirigentes, funcionarios, empresarios, sindicalistas, deportistas y referentes socialmente destacados, culturalmente prestigiosos y éticamente irreprochables, pueden ayudar y mucho en todas y cada una de las instancias de promoción, salvataje y recuperación de los muchachos y chicas de las calles.

El segmento al que estamos haciendo alusión, también viene siendo atrapado por la ilusión, las fantasías y los delirios propios de substancias alucinógenas creyendo encontrar en ellas una posibilidad de “huida hacia el futuro” para dejar atrás equivocadamente –cuando de esas metodologías se trata-, sus problemas inherentes a una castigada, depredada y fragmentada humanidad; equivocadamente porque de tales modos y en lo esencial, dicho segmento los lleva y llevará ínsitamente consigo ahí adonde se encuentre.

Si bien debemos admitir que de alguna manera a todos fastidian los límites, muchos, especialmente los más vulnerables, buscan el placer aquí y ahora en una eternidad del instante, ilimitadamente, empezando por el consumo de bebidas alcohólicas de lo que poco o nada se habla a raíz de la enorme presión de las industrias con ingredientes alcohólicos, etílicos y así pues, toda esa "inmolación colectiva" marcha por caminos diferentes en los cuales unos u otros ingresan al submundo de la criminalidad envileciendo y vilipendiando vidas, familias, sueños y esperanzas, propias y ajenas, con máculas y mancillas diferentes en todo el tejido social urbano, y rural también.

Preconclusivamente, reiteramos la imperiosa y urgente necesidad de prevenir, informar y concientizar pero, en el mientras tanto, resulta fundamental acompañar y asegurar a esta población en riesgo -que arriesga también a toda otra-, su acceso efectivo y digno a: 1) una educación productiva plena, agrotécnica, de oficios y servicios; 2) los deportes y el esparcimiento; 3) oportunidades de trabajo `tutoriadas´con las mejores condiciones de trabajo posible que tornen verosímil posibilidades de adelanto y progreso en el futuro; 4) educación nutricional y salutífera; 5) educación para la urbanidad, las buenas costumbres y, más.

Sin demoras ni distracciones deberemos devolverle a los jóvenes de la calle, sus posibilidades para reencontrarse paulatinamente con su mejor autoestima, para reintegrarse parental, filial y socialmente. Se trata de que adquieran o readquieran capacidades y destrezas suficientes para construir o reconstruir proyectos vitales personales que contengan la percepción elemental de que cada uno es responsable por sus elecciones y de su empresa de vivir; por ende, de su propio destino y del otro socialmente compartido, actuando con libertad, justicia, autonomía, compromiso, solidaridad e independencia.

Acordaremos entonces que los habitantes de la calle en general como los jóvenes en particular deben ser provistos de un proyecto, motivo, entusiasmo e inquietud vital para desarrollar y desarrollarse humanamente, proyecto en el cual los gobiernos y la sociedad civil tienen un inmenso desafío compartido.

Lo reflejado y propuesto implica esfuerzos propios y ayudas mutuas, conocimientos, ingenio, arte y voluntades a prueba de fracasos, `sin recular ni para tomar envión´.

Finalmente, ayudar a todos estos `peregrinos sin destino´, será construir, reencontrar y brindarles un sentido para sus vidas desde una gestión pública eficiente, apuntalada por solidaridades y simpatías sociales tangibles e imprescindibles.

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