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Notas de Opinión Lunes 2 de Diciembre de 2013

Yo no fui...

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

Que quien ahora es principal figura del gobierno, al menos en cuanto a poner el rostro para hablar sobre los problemas que nos afligen a todos, como el chaqueño Jorge Capitanich, no se atreva a mencionar la palabra inflación para no disgustar a la presidenta Cristina Fernández, es algo extraño de desentrañar, aunque en buena medida sirva para comprender que todo sigue igual como siempre. Buscar un disfraz para la realidad, negar la existencia de los problemas, o más habitualmente echarle la culpa y responsabilidad a otro. La clásica actitud del "yo no fui".

Para referirse al tema, Capitanich debe apelar a toda una serie de artilugios gramaticales para substituir la palabra maldita, en lo cual debemos admitir que es un verdadero maestro, se le nota que está en la política desde hace mucho tiempo, experiencia le sobra. Es capaz de hablar largo y tendido y decir muy poco, casi nada. Dispersión de precios, efecto contagio, alzas combinadas, son algunas de las composiciones gramaticales urdidas con el solo objetivo de evitar decir inflación. Cuando en realidad, se trata del mayor problema que tiene la Argentina de este tiempo, y desde hace rato para ser más precisos. Cae por su propio peso el interrogante ¿cómo combatir algo que se ignora?

Como el INDEC sigue como siempre y los cálculos inflacionarios deben entonces tomarse de los privados, como el "índice Congreso", tenemos que hoy andamos en un 27% y que más cerca que lejos se cerrará el año con 30% ya que el empuje de los precios es muy sostenido por el diciembre que transitamos. Casi un clásico de fin de año.

Hasta ahora, medidas concretas, ordenadas y respondiendo a un plan, no las hubo. Siguen los parches. Un tímido acuerdo de precios hasta marzo para algunos pocos productos, que no es otra cosa que lo que vino fracasando con Guillermo Moreno. Como se ve, ideas no hay muchas que digamos. La culpa la tienen los empresarios que remarcan, así de fácil.  El Estado se exime, por la más alta presión tributaria de la historia; por la emisión casi descontrolada; por subsidiar tanto a quienes necesitan como a quienes cuentan con recursos de sobra, no sabiendo como salir del brete sin provocar un caos social, mayor aún del existente; y sigue la lista.

Tal vez la frutilla del postre de este manual de culpas ajenas, haya sido trasladar al sector privado la responsabilidad de los cortes de energía eléctrica y este verdadero desastre que se vive en casi todo el país cuando el calor aprieta. Parecido al que se padece en invierno cuando falta el gas. Y es cierto que la culpa es de los privados que no invirtieron, pero ¿quién era el encargado de controlarlos?, ¿quién los obligó a la desactualización tarifaria?  Convengamos que el gobierno es el principal responsable, ya que la política energética fue desastrosa, y las consecuencias están a la vista. Se recibió un país autoabastecido y con sobrantes para exportación y ahora debemos importar  por 13.000 millones de dólares anuales para poder abastecer la demanda. ¿Qué creció la industria y la gente tiene más aire acondicionados? Es cierto,  pero ¿quién debió tomar las previsiones? Sobre que muchos dejan el aire encendido para encontrar la casa fresca cuando regresan, o directamente que la culpa hay que echársela al calor, mejor no decir nada, infantilismo en su esencia.

No hay que hacer demasiado esfuerzo para recordar cuando apenas tres años atrás se le planteaba al ministro De Vido que se nos venía encima una crisis energética, cuáles eran sus respuestas.  Se trataba de agoreros, personas con espíritu destituyente, representantes de los grupos monopólicos que buscaban golpear al gobierno nacional y popular, o bien los de la "corpo", recurriendo a una definición de moda estos años aunque las haya de ambos lados. Hoy la crisis la tenemos a pleno, con todo su peso sobre cada uno de nosotros.  Como en esto no se puede responsabilizar al gobierno anterior, se echa mano al sector privado que no invirtió lo necesario.  Lo que no se descarta que sea realmente así, aunque sea apenas una parte de la cuestión, otra y muy grande, le corresponde al gobierno, aunque se exceptúa. El "yo no fui", siempre a mano.

En realidad hay ciertas cosas que deberían irse corrigiendo, observándose que a pesar de los cambios en las formas, el fondo sigue siendo el mismo. ¿Puede seguir sosteniéndose que se puede comer con 6 pesos por día?  Más que parte del relato oficial, parece una burla. Es apenas un botón que sirve de muestra,  y tal como viene la cosa están sobrando los botones.





 

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