Respondía al nombre de Enrique Ortíz, tenía 82 años de edad, y se comportaba como curandero en una actividad desarrollada en la casa que habitaba, en el barrio Los Aromos de Córdoba.
Una hipótesis que barajaba la Policía, tuvo que ver con que la muerte ocurrió durante un robo, habida cuenta de que la víctima contaba con una importante suma de dinero, destinada a la compra de un automóvil.
Los uniformados actuantes lo ubicaron atado, y exhibiendo múltiples golpes en la cara.
Además, constataron que la puerta de acceso al inmueble estaba abierta, con la llave de la cerradura colocada del lado de afuera.
Y en el interior, se visualizó un marcado desorden.
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