Recortes presupuestarios, suba de medicamentos, ausencia de prestaciones y burocracia que se lleva el tiempo que los pacientes no tienen. Todo es es parte de lo que denuncia el personal policial retirado y en servicio que pertenece a la Policía Federal Argentina, nucleados bajo el supuesto amparo de la obra social que depende del Ministerio de Seguridad.
"LOS BUENOS SON LOS DE AZUL"
“Los buenos son los de azul”, dijo el presidente Javier Milei en una ocasión en referencia al personal de la Policía Federal.
El pasado sábado 5 de julio uno de ellos, con su uniforme impecable, entró al Hospital Churruca a las cinco de la tarde. Recorrió pasillos y se sentó un rato en la sala de espera. A las nueve de la noche se metió en un baño, sacó su pistola reglamentaria -en la que tenía nueve balas- y se pegó un tiro en la sien.
Dejó cuatro cartas de despedida: una a su madre, otra para su esposa, una tercera para sus hijos y la última, para el director del Hospital.
TENIA CANCER
Se trató del suboficial escribiente Alejandro Tijerina, a quien todos conocían como Mustafá, un hombre que en los noventa había integrado la custodia presidencial y oficiaba como chofer del secretario privado de Carlos Menem, el riojano Ramón Hernández. Luego también prestó servicios como guardaespaldas de algunos integrantes de la familia Fortabat.
CONTADO POR COMPAÑEROS
El medio “Frecuencia Azul”, una radio web integrada por personal policial retirado que dedica su espacio a la difusión de su propio contenido, fue quien dio a conocer la noticia. Allí contaron que el suboficial Tijerina estaba gravemente enfermo de cáncer, y que el estado crítico del Hospital Churruca, donde debía atenderse y no lo dejaron hacerlo, fue el desencadenante de la decisión.
“Fue el resultado de un sistema que enferma, abandona y descarta a sus servidores públicos. Muchos camaradas se sienten solos, hay desatención médica, burocracia sin alma, derivaciones tardías, abandono psicológico", se sostuvo en ese medio.
El “sinceramiento” de precios, la suba de los medicamentos, los salarios derrumbados, la falta de auditorías, la ausencia de contribuciones del Estado y los costos de la estructura administrativa, pueden sumarse a una burocracia y corrupción que se arrastra desde hace décadas, se señaló.
A eso se le agrega el desdén por la asistencia pública del gobierno nacional, que por un lado habla de las bondades de “ser azul”, los manda al frente en sus políticas represivas, y luego los abandona en su sistema de salud, se concluyó.