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Sociales Domingo 11 de Mayo de 2025

Misa por Mugica en la Villa 31

Raúl Vigini, colaborador de LA OPINION, nos hizo llegar un editorial, publicado años atrás en su Suplemento La Palabra- editado en este diario- cuyo texto reproducimos.

Agrandar imagen El padre Carlos Mugica celebrando la Eucaristía.
El padre Carlos Mugica celebrando la Eucaristía. Crédito: Archivo RV

A quien le llegue:

Quiero tanto este texto, como si lo hubiera escrito yo.

Por eso sigo reenviándolo cada tanto. Pasaron 16 años de ese día.

Este es el Editorial después de mi visita a la misa concelebrada en la Villa 31 como homenaje a Carlos Mugica ahí sepultado, de la que me traje una estampita con la reliquia de tela de su pantalón.

A quien le sirva que comparta la emoción.

Besos y abrazos.

R.V.

PD: El 11 de mayo se lo recuerda por su asesinato en 1974.

Un espacio de poder... y de querer

El lugar estaba adornado para la fiesta. Se veían los vecinos que llegaban con la alegría del encuentro. Y del reencuentro.

El altar convocaba con las imágenes más sentidas y necesarias: El crucifijo, la Virgen de Luján, el cura Carlos Mugica.

El escenario incluía esa parte de territorio desgarrado en el medio por la obra imponente de la autopista.

El fondo del ámbito sagrado es el tapial del amplio mural con una cara buena que limita con la cima de una pila de contenedores escritos con marcas que aparentan ser foráneas.

Cuando se colma el baldío, la gente instalada en cada porción de gramilla mira un horizonte lejano de rascacielos detrás de las construcciones modestas del barrio.

Y sobre las almas se escucha el primer sonido extemporáneo y omnipotente: el avión de una empresa extranjera desafiaba la fe.

La comunidad es consciente de que allí se va para honrar al sacerdote acribillado hace 35 años, que fue devuelto a su lugar de trabajo hace 10. Y hay que ir a rezarle a su tumba. Está a la entrada de la Capilla Cristo Obrero que él mismo fundó un día.

Era el momento en el que dos mujeres maduras desarmaban crisantemos para arrojar sus pétalos a la foto del lugar sagrado.

Cuando una docena de celebrantes se disponen a darle curso a la misa de campaña, algunos colaboradores se entregan a la oferta de recuerdos del lugar, otros se aprestan a organizar el guiso del mediodía.

Fue allí, cuando al otro punto cardinal, el movimiento y la alteración auditiva desde el aire los imponía el helicóptero.

Los sacerdotes y los diáconos fueron a cada comulgante a entregar, con los recipientes más diversos, el testimonio de Cristo. Todo sirve en esa ocasión: copones dorados o potes de plástico. Lo importante va adentro, y en cada fiel.

La ceremonia permitió la entrega de estampitas con la “Meditación de la villa” que el sacerdote inmolado escribió, incluyendo una reliquia de su pantalón ensangrentado.

Todo conmueve: las formas, los detalles, las actitudes, la alegría, el recogimiento, el trabajo, la camaradería, ¡el intenso y extenso saludo de la Paz entre los presentes!

Cuando todos pudieron ir con la bendición en busca del plato caliente ya se mencionaba la programación para toda la tarde: música y baile. Los integrantes de la murga “Los Guardianes de Carlos Mugica” estaban impacientes por la presentación.

Todos compartieron y disfrutaron esa jornada de sentida entrega.

Fue en inmediaciones de la Villa 31. Los curas eran los villeros. Esos que fueron descubiertos por los medios solamente cuando una cuestión de seguridad los sobreexpuso en los espacios de promoción. Los vecinos fueron para rezar por los incumplimientos de tantas promesas recibidas. En las intenciones se acordaron de los gobernantes que los desconocen como habitantes de la gran ciudad. También de que el Dios los salve y los aleje de la droga y de los males sociales.

La presencia del padre Enrique Evangelista era una forma de pensar y recordar cuando aquello era incipiente y quizás ya se hablaba de faltas de proyectos de integración comunitaria a los barrios oficiales.

La memoria de Mugica fue honrada por su propia gente. Por sus propios herederos cristianos. Por su mismo pueblo. Ese que el domingo 17 de mayo de 2009 se concentró desde las villas, una veintena de esos barrios obreros estigmatizados de la ciudad de Buenos Aires. Espacios desde donde se sigue pidiendo con diaria esperanza, porque ellos vienen pudiendo y siguen pudiendo. Porque para ellos querer es poder.

Raúl Alberto Vigini

raulvigini@yahoo.com.ar

Suplemento Cultural “La Palabra”

Rafaela (Sta. Fe), 17-05-09

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