Por REDACCIÓN
Por Hugo Borgna
Vamos a tratar, lectores amigos, de entender juntos a esos personajes que creó nuestro Cortázar pretendiendo que los visualicemos como cotidianos y los asimilemos a nuestro modo, junto a las esperanzas.
Para empezar (y esto es un ejemplo) se busca estimular nuestra amplitud de comprensión y no se encuentra (seguimos con el ejemplo) mejor manera de abrir un paraguas que ya se encuentre abierto: la imaginación del lector encontrará un irresistible motivo para sumergirse en la generosa amplitud de la propuesta.
Por eso, lector, Cortázar creó a los cronopios y a las famas. Y en segundo plano, bien visible, a las esperanzas. Para ser ordenados y prolijos, vamos a definirlos con las propias palabras.
“Los FAMAS para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos de la siguiente forma: luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala con un cartelito que dice “Excursión a Quilmes” o “Frank Sinatra”.
Los CRONOPIOS, esos seres desordenados y tibios en cambio, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen “no vayas a lastimarte” y también “cuidado con los escalones”. Es por eso que las casas de los FAMAS son ordenadas y silenciosas, mientras en las de los CRONOPIOS hay gran bulla y puertas que golpean. Los vecinos se quejan siempre de los CRONOPIOS y los FAMAS mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio”
(En este momento, lectores, parece oportuno definirlos más claramente a ellos y a las ESPERANZAS. Volvemos ahora al texto principal, ese que está semioculto por paréntesis).
“Cuando los FAMAS salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: un FAMA va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas, y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia la lista de los médicos de guardia y sus especialidades”
“Cuando los CRONOPIOS van de viaje encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos y a la hora de dormir (…) sueñan que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Se levantan contentísimos. Así es como viajan los cronopios”
“LAS ESPERANZAS, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas no se molestan”.
Es natural que a esta altura del texto, los lectores hayan abierto una ventana de comunicación y se estén preguntando a qué grupo de viajeros pertenecen, y por eso Julio Cortázar se ocupó de señalar características y detalles: en los dos casos muy evidentes o tan minúsculas que terminan llamando más la atención que las del tipo cartelera grande.
¡Ah, de paso! El libro del cual se extrajeron los textos se llama “Historias de cronopios y de famas, Julio Cortazar”, edición “Punto de lectura”. Allí, además, encontrarán los lectores prácticos consejos para cuando les sea necesario conocer un cuento sin moraleja o informarse de las propiedades de un sillón que hay en la casa de Jacinto, y como ese es un tema del cual los chicos no deben hablar, por eso se da por terminado aquí este texto.