Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Sociales Martes 25 de Noviembre de 2025

Sensaciones y sentimientos: Gardelito

Fue un seguidor fiel a la música del Zorzal. Llegó a tener buena cantidad de discos de él, que cuidaba como tesoro.

Agrandar imagen Tras la caída del empleo en la Salud pública el lustrado fue su fuente de ingresos.
Tras la caída del empleo en la Salud pública el lustrado fue su fuente de ingresos. Crédito: iStock

Por Hugo Borgna

Él no se hubiera tomado de ese apodo para obtener ventaja: admiraba mucho al Zorzal como para pretender igualarlo en referencia del arte del canto. Menos para ganar respeto en lo personal.

Este de hoy es un buen día (en realidad todos) para asomarse a la generosa ventana que abrió Omar F. Lucchini: el libro “Historia y personajes del barrio San Martín”, editado en el año 2000.

Desde y hacia allí se puede conocer detalles de la vida de Martín Allende, un rosarino nacido en la Navidad de 1914 en el barrio Hospital, entusiasta practicante del canto desde su infancia.

Es bueno decir que no eligió ese iluminador apodo -que lo acompañó durante toda su vida- para lucirse con la comparación, por más que hubiera accedido cantar para sus amigos sólo cuando ellos lo pedían insistentemente.

¿Cuándo comenzó a ser “Gardelito”?

El premio por haber ganado un concurso de cantores aficionados menores de edad fue una serie de actuaciones por L T 2 Radio Splendid en horario central junto a los ganadores de la categoría mayores de edad. Uno de ellos, en esas actuaciones radiales, lo presentó como “Gardelito”, y fue para siempre. Por entonces, su actividad principal era el canto y en sus ratos libres se desempeñaba como masajista en el Hospital Centenario.

Se preguntarán algunos lectores si cuándo recaló en Rafaela Martín Allende ya era conocido por todos como “Gardelito”. Fue en la década del 40.

Se radicó entonces en el conventillo “25 de Mayo” ubicado al 235 de esa calle, que estaba compuesto por 30 habitaciones y todas se hallaban ocupadas. Su gusto por el canto lo llevó a conocer al promotor Agustín Sosa apenas llegado de Rosario. En un determinado momento de esta azarosa historia de “Gardelito” se conectó con los músicos “Pocho” Aguilar, “Cani” Lovaisa y “Changui” Navarro. El reconocido bandoneonista Ramon Bohuier, que actuaba como solista, lo secundó en reiteradas ocasiones. Transcurría 1951.

Se recuerdan de esa época, encuentros sabatinos donde, además de Gardelito, lo hacían el “Magaldi rafaelino” (Bergese), el “Tormo Rafaelino” (Isassa), el “Corsini rafaelino” (Moreira) y Marianito Benedetto.

Había ámbito de competencia entre los músicos de entonces, cultivadores apasionados del canto. Gardelito lo hacía con Marianito buscando los dos un lugar de preferencia en el gusto del público de esa fecha. Pocos se perdía esos concursos de cantores; en uno de esos encuentros, que animaban Raúl “Cacho” Paublán y Carlos Daniel Beceyro, uno de ellos lo anunció a Gardelito, encontrándose entonces con la expresión por parte de éste, que comenzó diciendo “donde canta Gardelito, no hace roncha Marianito”.

En enero de 1948 ingresó como kinesiólogo rentado al emblemático Hospital de Zona, Dr. Jaime Ferré. Alternaba esa función con el canto y el lustrado de zapatos, pero la política hizo lo suyo y Gardelito debió dedicarse solamente al lustrado.

Tenía una reconocida parada en calle Lavalle, cerca de la agencia Stricker. También en el bar Los Japoneses en otra emblemática esquina, al lado de la Terminal de Omnibus, que luego se trasladaría a calle Sarmiento, y finalmente al sitio actual.

Fue un seguidor fiel a la música del Zorzal. Llegó a tener buena cantidad de discos de él, que cuidaba como tesoro.

En noviembre de 1978, a sus 63 años, dejó de frecuentar la vida. Los recuerdos del caso se siguen luciendo. Caminan hacia esa emoción que no se borra con el tiempo.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa
Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso