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Sociales Martes 14 de Octubre de 2025

Sensaciones y sentimientos: Juan del Gualeyán

Hay quienes dicen que el hombre es producto del medio donde habita, como también existe la opinión que es el humano quien modifica ese ámbito.

Agrandar imagen Los Hermanos Cuestas inmortalizaron "Juan del Gualeyán".
Los Hermanos Cuestas inmortalizaron "Juan del Gualeyán". Crédito: Spotifay

Por Hugo Borgna

Un poco como un Cid Campeador de la vernácula Mesopotamia, y otro poco (o mucho) como una deseada y tangible leyenda, este personaje -al igual que el Cid- dejó su huella. Héroe de los sentimientos poetizados y la responsabilidad laboral, está íntimamente mojado por el arroyo Gualeyán, en una provincia vecina y querida por nosotros, abrazada por los ríos que inspiraron tanta belleza en chamarritas.

“Orillando el Gualeyán – no bien caiva la oración – bien montau pasaba Juan – entrerriano y buen cantor”.

Hay quienes dicen que el hombre es producto del medio donde habita, como también existe la opinión que es el humano quien modifica ese ámbito. Para el caso de este Juan, parece que representaba todo lo bueno y útil que puede ser un hombre.

“Era un criollo del lugar – un paisano cumplidor – buen amigo y servicial – y animoso en su acordeón” Juan, Juan, Juan, - de la costa el Gualeyán – entrerriano y buen cantor – y animoso en su acordeón”.

No terminan allí las brillantes cualidades. También dicen que “se recuerda siempre a Juan – su picazo escanciador – su alegría y su cantar – enredau en su acordeón. Por la costa el Gualeyán – quedan mentas del cantor – que a las guainas del lugar – embrujó con su acordeón”.

Semejante entrañable paisano no podía ser de un lugar que no fuera la provincia de Entre Ríos, de donde surgió también el dúo Los Hermanos Cuestas, de buena fama tan prolongada y merecida.

Los ríos parecen a veces, por su rumor y su canto, un paisaje de pájaros. Los Hermanos Cuestas tuvieron su detalle personal en ellos incorporando a sus dos voces el sonido con doble vuelo de alas, que estuvo a cargo de Néstor, quien contaba con la envidiable habilidad para imitar, con sus manos en la boca el sonido de los pájaros, resultando de cada chamarrita el paisaje ideal para los oídos: sonido de agua, música sensible y conquistadora y las voces volantes.

Fue por los años 70 con penetración en los 80. Rubén y Néstor Cuestas llevaron la imagen idílica del litoral por el resto del País. Cuando falleció Néstor se incorporó su hijo Francisco, siendo ésta la formación de dúo que los acompañó por el resto de su carrera.

Nacido en Diamante, tuvieron aceptación inmediata en cada una de sus presentaciones. No era solamente la voz de pájaros, la delicadeza de sus versiones les le hizo ganar fama y respeto.

Oírlos fue siempre como dejarse llevar por la esencia del litoral, fresca y estimulante. Quedó en su historia un tema como “La solapa”, (especie de ser de leyenda que se invocaba para asustar a los niños y conseguir que durmiesen la siesta), “Canción de Puerto Sánchez” y la ya nombrada “Juan del Gualeyán”, que invita como pocas canciones a dejarse llevar por el sonido compañero de voces, tanto auténticas como las resultantes del don de Néstor, el mismo que había acompañado a su habilidad natural estudios de perfeccionamiento para lograr esa realidad para el oído.

Queda por resolver si existió el tan apreciado Juan.

La reseña histórica no está precisa en detalles. No provee fechas, ni rasgos, ni mayor definición de un lugar. Podemos mencionarlo como una presencia sin tiempo ni forma, generosa en el acompañamiento de sensaciones húmedamente frescas, con todo el valor de lo perdurable.

¿No sería bueno llegar, como por casualidad, hasta el arroyo Gualeyán?

Cuentan que los baqueanos saben cuándo el viento se hará brisa ante el visitante.

Para ser, él mismo, una huella habitable de Juan.

Y vuelva.

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