Por REDACCIÓN
Por José Pepe Marquínez
En el anterior y primer artículo afirmé que funcionaba la ZWI MIGDAL en Buenos Aires y Rosario (también existió en Brasil), organización de proxenetas judío-polacos reconocida oficialmente el 07 de agosto de 1906. Por ese entonces la prostitución estaba tolerada no así el proxenetismo, Ley Palacios de 1913 que penalizaba a quienes promovían o facilitaban la prostitución y explotaban a mujeres. En 1936 se promulgó la ley de profilaxis social que clausuró los prostíbulos y prohibió su funcionamiento en todo el país.
Dado el color de la piel de las muchachas que eran explotadas, al negocio sexual de este tipo se lo conocía como “trata de blancas”, haciendo alusión a las mujeres del este europeo; grupo étnico eslavo occidental. (1)
Decía que la agrupación fue bautizada como Varsovia, pero al visitar nuestro país el Ministro Plenipotenciario de Polonia, Ladislao Mazurkiewicz en 1927, anuló el nombre de la capital polaca pasando a llamarse ZWI MIGDAL.
Esta organización reclutaba mujeres de distintos países europeos, pero predominaban las polacas por distintos motivos: la identidad de idioma, de religión y de nacionalidad. Estas circunstancias eran fundamentales para entablar relación y captar la confianza de ellas. La actuación de estos rufianes, como lo tengo dicho más arriba, se centró en Polonia, específicamente en Varsovia, su capital y Lodz (tercera ciudad en población de ese país). Es de destacar que en la zona circundante a dichas ciudades se acentuaba el reclutamiento, porque en ese anillo los habitantes eran menos precavidos. También esta mafia tenía contratado los servicios onerosos de mujeres mayores que seleccionaban a la mejor “mercadería”, facilitando la tarea de captación.
Con la promesa de trabajo y mejor vida, convencían a los padres y a las víctimas para trasladarlas a nuestro país. En muchos casos, se casaba el proxeneta con la joven engañada, bajo el rito judío para favorecer la cuestión migratoria y era frecuente que ingresaran al país vía Uruguay, ya que allí los controles eran más laxos. Señalo que arribaban grupos de ocho a diez mujeres por barco. Polonia estaba atravesando un período de extrema pobreza. Los proxenetas se presentaban en las respectivas casas bien vestidos para aparentar bonanza y seducir. El trato que se daba a las víctimas cambiaba radicalmente al pisar nuestro suelo: las convertían literalmente en esclavas y víctimas de un sometimiento absoluto. Más de una mujer pensó en darse a la fuga, pero se tornaba imposible ese deseo por carencia de conexión, de vivienda, de recursos, ignorancia del idioma y pasaporte (se lo retenían).
También la organización adquirió un importante inmueble que se adaptó al negocio, situado en Avda. Córdoba 3280 esquina Agüero (barrio de Balvanera, escritura nro. 898 del 25 de noviembre de 1924. Escribano Alfredo Darmandrail).
La red de trata de blancas se iba incrementando; “la empresa” hacia 1927 llegó a tener doscientos prostíbulos, cuatrocientos proxenetas y cuatro mil “pupilas” que ejercían el comercio carnal.
A raíz de la falta de esperanzas que estas mujeres tenían en virtud del panorama relatado, la máxima aspiración era la de dejar de ejercer la prostitución para convertirse en “madamas”, es decir un ascenso en la categoría del prostíbulo: para ello debían destacarse por su esmero y aplicación. Una especie de “regentes”.
Otra ventaja que obtenían las “madamas” era el lugar destacado que se les asignaba para su futura sepultura en los cementerios de la agrupación: Villa Domínico partido de Avellaneda (La Tablada) y Granadero Baigorria (Santa Fe). A ellos me referiré próximamente.
01 .Horacio Petorossi compuso el tango “Esclavas blancas” (1931) y se refiere precisamente a las mujeres polacas que trabajaban en los cabarets. Lo grabó Francisco Rotundo con Floreal Ruiz el 29 de diciembre de 1950. “Almitas torturadas, pobres esclavas blancas del tango y la milonga. Mujeres infecundas, autómatas del vicio sin alma y sin amor...”.