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Economía Viernes 1 de Agosto de 2025

La Locomotora que aún impulsa sueños

Alejandra sabía lo que era tener la heladera vacía. Nació en condiciones de extrema pobreza, sufrió violencia y abandono, y encontró en el deporte un camino de superación que transformó en bandera.

Agrandar imagen EMBLEMA. Alejandra Oliveras, una campeona de la vida.
EMBLEMA. Alejandra Oliveras, una campeona de la vida. Crédito: FOTO ARCHIVO

Por Guillermo Briggiler

Esta semana, la Argentina despidió a una de sus campeonas más auténticas: Alejandra “Locomotora” Oliveras. Se fue a los 47 años, dejando una huella mucho más profunda que su imponente récord boxístico. La Locomotora no sólo ganó seis títulos mundiales arriba del ring: también peleó, con los puños del coraje y la ternura, contra la pobreza, el abandono y la resignación.

Mientras el país transita una etapa de fuerte reacomodamiento económico, su figura cobra un simbolismo inesperado. Porque Alejandra fue, en muchos sentidos, el retrato de lo que hoy reclama gran parte de la sociedad: oportunidades reales para salir adelante, sin rosca ni privilegios.

En la arena económica, Argentina exhibe algunos logros tangibles. La inflación, que alguna vez fue una pesadilla sin freno, hoy se ubica por debajo del 2 % mensual. El crecimiento proyectado del PBI para 2025 ronda el 5,5 % y el tipo de cambio se mantenía relativamente estable hasta las últimas semanas.

El gobierno celebra haber alcanzado el superávit fiscal y haber reabierto la puerta con el FMI. Son señales positivas, sin dudas, en un país acostumbrado al vaivén y a saltar de crisis en crisis.

Sin embargo, en la otra esquina del cuadrilátero, la pelea sigue siendo desigual. El desempleo trepó al 7,9 %, los salarios reales aún no se recuperan y miles de familias apenas logran cubrir lo básico, con muchas dificultades para "llegar a fin de mes". Como dijo un analista esta semana, “la macro está sana, pero la heladera todavía está vacía”.

Alejandra sabía lo que era tener la heladera vacía. Nació en condiciones de extrema pobreza, sufrió violencia y abandono, y encontró en el deporte un camino de superación que transformó en bandera. No se quedó sólo con los cinturones: creó el “Team Locomotora” para ayudar a chicos de barrios vulnerables, organizó colectas durante la pandemia y habló, a su manera, sin eufemismos, de lo que duele y lo que falta.

También incursionó en política, con un mensaje directo: basta de promesas vacías, lo que se necesita es trabajo, respeto y presencia real del Estado donde más se lo necesita. Sin ideologías sofisticadas ni slogans de marketing, su discurso era simple pero potente: “yo lo viví, y sé que se puede salir”.

En un momento donde la política económica celebra equilibrios fiscales y metas con organismos internacionales, no está de más recordar que detrás de cada estadística hay una historia. Que no alcanza con que el país crezca si los de abajo no sienten que crecen con él.

Alejandra Oliveras no era economista, pero entendía de esfuerzo, de caídas y levantadas, de pelear por lo que vale la pena. En estos tiempos de reformas estructurales, ajustes duros y esperanzas contenidas, su legado nos deja una pregunta que interpela a todos: ¿para quién estamos ganando esta pelea?

Porque si la recuperación no incluye a los que están más abajo, entonces será apenas una victoria por puntos… en un combate que debería ganarse por nocaut a la desigualdad. Y en eso, la Locomotora tenía claro que el corazón, en la vida, como en el ring, también se entrena.

#BuenaSaludFinanciera

@ElcontadorB

@GuilleBriggiler

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