Por REDACCION
La gran cosecha de maíz que se avecina, tiene como contrapartida el bajo precio de venta y los altos costos de producción y de comercialización. Así, muchas veces habrá una distancia entre lo que se aprecia y lo que quedará finalmente en el bolsillo.
El precio bajó de los US$ 151 por tonelada que se podían obtener en septiembre de 2018 para la época de cosecha, a US$137 para las entregas durante abril de este año y a US$ 132 para las de julio.
Al respecto, un informe de La Nación Rural dio cuenta de que los costos de implantación y de protección resultan elevados porque los US$ 500/550 por hectárea teóricos aumentan considerablemente por el costo de la financiación.
Por otro lado, los fletes también impactan en un cultivo que produce mucho volumen por hectárea.
"El transportista me está pidiendo $ 1000 por tonelada para llevar el cereal de Firmat a Rosario, $ 300 por tonelada más de lo que me cobraron por el trigo. Esto significa alrededor del 18% del precio bruto que voy a recibir por el grano", observó un productor. y agregó "a ese costo hay que agregarle el flete corto, la secada de los maíces tardíos y los demás gastos que aparecen en la liquidación".
Además, razonó que "se necesita que toda la cadena de proveedores tenga renta para ofrecer productos y servicios de calidad, pero los costos nos pegan fuerte en un año de abundancia mundial de maíz".
La defensa de los agricultores frente al bajo precio y a los altos costos son los elevados rindes que se obtendrán en modelos de producción bien conducidos, que no sufrieron inundaciones, temporales u otras adversidades.
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