Por REDACCION
En el feedlots gran parte del tiempo gerencial se dedica a la compra y venta de animales, compra de insumos para alimentación (granos, subproductos, etc.), trabajos relacionados a animales en recepción, o armado y preparación de lotes de terminación.
Pero se dedica mucho menos tiempo al manejo diario de la alimentación, a pesar de que esto impacta en un 80% sobre los costos totales de un feedlot (sin contar el costo del animal que ingresa).
El 20% restante corresponde a gastos de estructura: reparaciones, sanidad, etc.
En ese sentido, Pablo Guiroy, un especialista de Provimi Argentina (Nutrición Animal de Cargill) advierte que "tener un buen manejo en la alimentación va mucho más allá de tener dietas bien formuladas".
Y de acuerdo a un informe de Clarín Rural, considera que el indicador más importante a tener en cuenta "es la eficiencia de conversión (kg de materia seca entregada, consumida o no, dividida por kg producidos)".
Y que para lograr una buena conversión es necesario un buen manejo del comedero, con lecturas y prescripción de entrega de alimento diario a cada corral. Esto permite maximizar el consumo de energía del animal, no desperdiciar comida, ofrecerla fresca y sin contaminación y evitar acidosis ruminal (clínica o subclínica).
El vacuno por naturaleza es un animal de hábito.
A campo, regula solo su rutina de pastoreo (mayores consumos a primera hora de la mañana y última hora de la tarde). En el corral, en cambio, lo regula la gestión de la ración. Todo lo "fuera de lo común" causa estrés y altera su comportamiento. Por eso la importancia de la comida al mismo horario, la misma comida (cambios graduales cuando sea necesario), las entregas de comida ajustadas al clima/época del año, y la disminución de errores en la carga y en el reparto de la misma.
Una disrupción en estos hábitos causa una caída en el consumo o consumos erráticos, lo que se conoce como “efecto serrucho” cuando se miran las curvas de consumo por corral.
Con todo, Guiroy destaca que "lo más importante es el trabajo en equipo y la comunicación entre todos los que estén relacionados con el proceso (lectores de comedero, personal que hace la prescripción, repartidores de comida, nutricionistas y veterinarios, etc.). Aunque sea imposible alcanzar el 100% de eficiencia, lograr lo que mejor se pueda requiere el entendimiento y el esfuerzo de todos.
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